5 de junio: Día Mundial del Medio Ambiente

Desde los años 60 el capitalismo intenta usurpar el proceso de la “ola verde ecologista”. 
Siempre hacen lo mismo cuando encuentran procesos positivos de lucha. Oficialmente, desde el 5 de junio de 1974 la ONU fijó el “Día Mundial del Medioambiente”. Se trata de neutralizar el carácter profundamente anti-sistémico del movimiento en defensa de la naturaleza frente a la agresión del capital. Con este artículo, una aproximación marxista al tema.
Dejemos hablar a los datos duros de la ciencia. En marzo de 2017, dos equipos diferentes de glaciólogos americanos especialistas en la Antártida arribaron – con abordajes metodológicos distintos- a la misma conclusión: por causa del calentamiento global, una parte del casco glaciar ha comenzado a derretirse y este deshielo es irreversible. Aunque estos especialistas le rehuyen a los pronósticos infalibles, esta vez fueron fueron categóricos: “El punto de no retorno se ha sobrepasado”, según declararon. Es imposible a esta altura, según especulan, impedir un aumento del nivel de los océanos de 1,2 metros en el siglo en curso. Afirman que el fenómeno va a provocar una desestabilización acelerada de la zona contigua. Esto podría desencadenar un crecimiento adicional del nivel oceánico. Las derivas de un aumento del nivel de los océanos de esa escala son aterradoras. de tal magnitud no se le escapan a nadie. Baste recordar que 10 millones de habitantes de Egipto viven a menos de 1 metro de altitud, 15 millones en Bangladesh, unos 30 millones en China e India, unos 20 millones en Vietnam. Agreguemos las grandes ciudades construidas en las zonas costeras: Londres, Nueva York, San Francisco. Más datos de informes científicos, de fuente dependientes del Programa de la ONU para el Desarrollo: Anders Levermann, integrante del Grupo Intergubernamental para el Cambio Climático, diseño un modelo de proyección que correlaciona aumento de la temperatura planetaria y crecimiento de niveles oceánicos. Por cada 0,8 C° de aumento de temperatura crece 1,3 m el nivel del mar.
Fatih Birol “economista jefe” de la Agencia Internacional de la Energía no es ni un marxista ni un ecosocialista del MST. Sin embargo, admitió hace poco que la tendencia actual de emisión de gases de efecto invernadero es perfectamente coherente con un recalentamiento de 6ºC de ahora a finales de siglo, pudiendo llegar más allá de 11C°. Si combinamos el modelo de Levermann con la proyección de Birol, tenemos el siguiente inquietante escenario de previsión científica: aumento de los mares 13,8 metros a finales de siglo. Catástrofe social y ambiental. De esta magnitud de dinámicas hablamos.

¿Planeta enfermo de “humanidad” o de capitalismo? Nomaltusianos, xenófobos y machistas

La Tierra estaría “enferma de humanidad”, dice James Lovelock en su libro “Gaia”. Según este vocero del maltusianismo actual, el problema radica en el crecimiento demográfico, especialmente de los países pobres del Sur. Conclusión: los pobres y las mujeres, responsables del “exceso de humanidad”. Esta corriente de ideas, opera como un recurso de distracción ideológica para no discutir las causas estructurales de los problemas socioambientales.

Sin embargo, nuestro veredicto es opuesto y rivaliza con esa visión reaccionaria: Que el 50% de los alimentos producidos a nivel mundial nunca termina en nuestro plato, no se debe a que hay exceso de personas en el mundo. Tampoco es porque somos muchxs, que la parte que termina en nuestro plato llegue después de haber recorrido miles de kilómetros sin sentido.

No es porque somos demasiados en el planeta que la alimentación estandarizada incluya cada vez más carne de vaca, que en exceso es mala para la salud. Nada tiene que ver con la cantidad de población que las corporaciones gasten fortunas en publicidad para estimular en la gente artificialmente necesidades de consumo alienadas, como miserable compensación miserable para el vaciamiento de las relaciones humanas en el capitalismo. La obsolescencia programada no tiene nada que ver con la demografía. No es porque somos un montón de personas en el mundo, que la clase que manda toma decisiones económicas y políticas, aunque estén perfectamente informados de
los peligros, rechazando desde hace 50 años planificar con seriedad una transición energética basado exclusivamente en las renovables que bastan ampliamente para satisfacer las necesidades de la humanidad.

No, no tiene que ver la demografía. Es el capitalismo, su lógica productivista de la acumulación permanente que estructura la sociedad. Romper con este sistema y organizar su sustitución estratégica es la única salida razonable y posible.

Unir la lucha de clases contra el ajuste a las causas socioambientales

Nuestro planteo de lucha es concreto, parte de la realidad, no de abstracciones. En lugar de un sistema basado en la producción de valores de cambio -cosas para vender-, levantamos una orientación basada en la producción de valores de uso -cosas necesarias socialmente. La decisión empoderada de qué tiene utilidad social reside en la mayoría de la clase obrera y el pueblo. Esto a partir de expropiar a los capitalistas los principales resortes de la economía y la política, trazando una planificación democrática de la producción. Un principio básico consiste en arrebatar al mercado la decisión de qué producir y consumir. Para eso, partimos de una estrategia socialista basada en la igualdad de derechos para todos los que trabajan y a la vez, incorporar como variable que ese objetivo tiene que ser compatible con la preservación del medioambiente. Es decir: socialismo ecológico, ecosocialismo. Esto puede implicar necesariamente prohibir industrias como la megaminería, el agronegocio, el fracking, la cementación anárquica, la publicidad, el armamentismo. Todo como horizonte, como hipótesis estratégica. Frente al ajuste que prepara el gobierno en Argentina, por ejemplo, con el FMI al comando, nuestra propuesta es garantizar el pleno empleo repartiendo las horas de trabajo y reduciendo la jornada laboral con igual salario. De esta forma se reduce como consecuencia el volumen material de lo producido, y se distiende la presión productivista. Reemplazar el negocio de la publicidad capitalista por el derecho social a la información libre y plural. Garantizar también comida suficiente, accesible y saludable (como respuesta al salto en la pobreza). Para eso declarar el territorio bien común, abolir agronegocio y producir con tecnología agroecológica. En el plano energético, apostar por las renovables y limpias, con control social. Y ante la carestía, garantizar el derecho social a la energía. Fomentar el transporte público estatal con participación obrera y de usuarios, para desincentivar el transporte individual. La cooperación entre los pueblos del mundo, con visión internacionalista, como fomentamos desde Anticapitalistas en Red. Estos vectores son clave para pensar un programa político anticapitalista y ecosocialista. Nosotros encaramos ese desafío. Es parte de nuestra contribución a construir una alternativa socialista para la disputa por el poder para el 99%. Con esta plataforma como base. Y haciendo partido revolucionario, como articulador de todo.

Mariano Rosa