La vida de los inmigrantes sigue a la deriva

La mini cumbre de la Comisión Europea no encaminó el drama que se desarrolla en el Mar Mediterráneo.  La reunión de emergencia realizada el domingo 24, ha sido motivada por la crisis humanitaria de los inmigrantes africanos rescatados. A la misma asistieron 16 de los 28 países miembros, sin representantes del bloque del Este, británicos e irlandeses.

París y Berlín anunciaron acuerdos migratorios, aunque no involucren a la totalidad de países del bloque imperialista. El presidente francés Emmanuel Macron manifestó la necesidad de cooperación con países terceros de origen y tránsito de inmigrantes y el refuerzo de las fronteras. Incluyó centros de desembarco y un reparto distinto de la “carga” migratoria.

La canciller alemana, Angela Merkel, quiere lograr “rápidos acuerdos” pero no con todos los socios. Su coalición de gobierno está tensionada por la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) y el ministro del Interior Horst Seehofer, que exige aún más restricciones.

El presidente español, Pedro Sánchez, sintonizó con la propuesta francoalemana “Hemos encontrado más puntos de unión que de discrepancias.”

Más allá de los matices entre los gobiernos, la UE como bloque sostiene una política reaccionaria.

El canciller austríaco, Sebastian Kurz –que asumirá la presidencia del Consejo Europeo el próximo semestre– planteó la necesidad de un control más estricto de las fronteras exteriores entre otras medidas nefastas. Lo mismo hicieron los primer ministro belga, Charles Michel y danés, Lars Lokke Rassmussen y el jefe del Gobierno croata, Andrej Plenkovic.

El ministro de Interior italiano, el ultraderechista Matteo Salvini, viene de haberse negado a recibir migrantes (“carne humana, según ha dicho) que fueron salvados por el Aquarius. Ahora el presidente Giuseppe Conte ha propuesto crear “centros de protección internacional” en los estados de tránsito. En ellos se seleccionaría a quién tiene derecho al asilo y quién no, dejando de lado el reglamento de Dublín.

En las alturas del poder, los abiertamente racistas disputan para ganar terreno. Sólo para tomar un ejemplo, el Parlamento de Hungría ha aprobado un paquete de leyes que criminaliza la ayuda a inmigrantes con penas de cárcel. Es necesario recordar que en el “borrador de conclusiones” hacia la cumbre europea a realizarse el 28 y 29 de junio, se plantea concretar “plataformas regionales de aterrizaje” fuera de la UE, eventualmente en Túnez y Albania. Así le abren camino a xenofobia, al crecimiento de los fascistas y a las confusiones de algunos sectores discriminadores de la sociedad.

El mundo asiste a una velada disputa entre el imperialismo europeo y el estadounidense para determinar quién es más antihumano.

Los inmigrantes huyen del hambre, de la miseria, de las guerras, de la persecución política que sufren, en muchos casos, como herencia de la colonización imperialista europea. Por eso, no hacemos reverencias ante los gobiernos que toman alguna medida parcial, son obligaciones humanitarias mínimas que deben asumir.

Una verdadera acogida implica el salvamento en el mar y albergar a los inmigrantes. También brindarles la infraestructura necesaria para que vivan en condiciones dignas, asilo, la posibilidad de obtener vivienda y plenos derechos. Ningún ser humano es ilegal. Hay que apoyar a los pueblos exigiendo que se les anulen las deudas usurarias, que se cobren impuestos progresivos a las grandes riquezas, bancos y empresas para solventar los gastos que surgieran.

No podemos olvidar de los inmigrantes y refugiados en todos los continentes. Ni de los cuerpos sin vida encontrados en las playas de Grecia e Italia, ni de los 70 muertos sirios abandonados en un camión frigorífico en Austria. Ni del cuerpo del pequeño Aylan que yacía en una playa turca, ni de los que se ahogan en el Mediterráneo. Son muestras de la barbarie hacia la que conduce el imperialismo capitalista que es necesario derrotar.