Otros virus que frenar: autoritarismo y atropello patronal
El Covid-19 se usa como excusa para recortar derechos laborales, salvar ganancias empresariales e intervenir las autonomías.
Con el Coronavirus en pleno desarrollo el gobierno ha decretado el Estado de Alarma, por un período de 15 días, con muchas limitaciones al pueblo trabajador y mano libre para los empresarios. El antecedente más cercano de esta medida se encuentra en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que en 2010 lo usó contra los controladores aéreos que reclamaban por sus derechos. Las prerrogativas extraordinarias incluyen limitar movimientos ciudadanos, intervenir o clausurar industrias y comercios, la movilización del ejército, la intervención de la salud y la seguridad de las autonomías, entre otros.
Los poderes especiales en manos de los funcionarios del gobierno PSOE-Podemos y del régimen del ´78 no son garantía de eficacia contra el virus, se utilizarán políticamente a favor de la «unidad de España», recortan libertades democráticas y son una intervención directa a las autonomías, una especie de 155 hacia todo el Estado español, por eso rechazamos el Estado de Alarma. Mejor hubiera sido crear un Comité de Crisis Independiente con especialistas reconocidos, representantes de los trabajadores, principalmente de la salud pública, de organismos de derechos humanos, de organizaciones sociales y de las autonomías. Creando un fondo nacional especial a su disposición para actuar, con control social directo, para que todo sea transparente.
La gran mayoría de la población está haciendo enormes esfuerzos para cuidarse del virus y adaptarse a las condiciones de aislamiento decretado. Más aún en aquellos casos que hay un familiar o amigo en cuarentena, con diagnóstico positivo o internado. Hay quienes se solidarizan activamente con los más ancianos, expuestos y necesitados. Muchos se empeñan para no entrar en pánico ante el sensacionalismo de algunos medios de comunicación masiva y de quienes pretenden aprovecharse de la situación. Hay otro sector social fundamental: las y los trabajadores que siguen garantizando los servicios esenciales y, en primer lugar, los de la salud, tanto pública como privada. Están respondiendo con su experiencia y voluntad a las medidas sanitarias, a la enorme cantidad de consultas y cuidados, desde la primera línea de exposición al contagio. Muchos de ellos, médicos y enfermeras ya han sufrido las consecuencias. Es por eso que el sábado por la noche hubo una autoconvocatoria para aplaudirlos desde todos las ventanas, durante varios minutos, en señal de agradecimiento.
La población tiene un gran mérito. No así Pedro Sánchez y los funcionarios de la UE que aun viendo lo que sucedió en China y en Italia, actuaron con una asombrosa lentitud, que no detuvo la velocidad de las curvas de contagio y fallecimiento. Esto es lo que genera desconfianza, intranquilidad e incluso escenas de pánico al desabastecimiento, con largas colas en bocas de expendio y góndolas vacías. ¿Y quiénes son los que menos se esfuerzan? Son los empresarios: fueron los primeros en tomar medidas, no para ayudar a frenar el coronavirus, sino para salvaguardar sus ganancias. Por eso, hubo acuerdo patronal-burocracia sindical para agilizar los despidos a presentar a las autoridades. El gobierno PSOE-Podemos debería rechazarlo, garantizar el empleo y cuidar la salud de trabajadoras y trabajadores, sin precariedad laboral y con plenos derechos. Las bases de las centrales sindicales mayoritarias, cuyos dirigentes vienen entregando conquistas obreras hace años, deberían repudiar enérgicamente el pacto firmado por UGT y CC. OO. entre otros. Que la crisis la paguen los patrones y los ricos, no los trabajadores y el pueblo.
Las empresas están despidiendo a los trabajadores por dos meses, sin garantía alguna de que los vuelvan a tomar y sin sueldo, para que se encargue parcialmente el Estado vía el pago del subsidio por desempleo, lo cual redunda en cifras bajas, mucho peor aún en aquellos casos que los patrones pagan una parte del salario en negro. Cuando se trata de ganancias, se la quedan los empresarios; cuando es el momento de las pérdidas las pagamos entre todas. A algunos empleados los obligan a tomarse las vacaciones, una acción coercitiva e ilegal. Los que siguen en su actividad cotidiana, lo están haciendo sin que los provean de los implementos suficientes para evitar el contagio. Además, yendo a su puesto siguen expuestos en el transporte público y en los espacios compartidos. A los que mandaron a sus casas para el “teletrabajo” les hacen poner sus instalaciones, energía y móviles personales sin compensación alguna, con el adicional de tener que cuidar a sus hijos al mismo tiempo. Estos desastres se multiplican en las explotaciones del campo, sobre los trabajadores rurales, las mujeres inmigrantes y racializadas.
Y esto, recién empieza, si no tiene freno con medidas de fuerza se profundizará. Los empresarios gastronómicos, del turismo y de otros rubros, ya están amenazando que, si caen las ganancias y no se compensan, habrá despidos masivos. Mientras tanto, salvando honrosas excepciones, los comités de empresa se dedican a colaborar…con las patronales. El “gobierno de coalición progresista” está dejando pasar el miserable accionar patronal como si no pasara nada, cuando tiene todos los elementos para evitarlo, más a partir de la declaración de alarma. Por la vía de los hechos, se están profundizando las reformas laborales nefastas de Rajoy en lugar de eliminarse como prometieron los “progres” PSOE-Podemos. Además, con la excusa de virus, aceleran las medidas de ajuste que venían implementando por la crisis de la economía capitalista que quieren ocultar tras el Covid-19.
Rechazamos completamente que las consecuencias de la crisis sanitaria recaigan sobre los trabajadores y el pueblo. Como pasó luego del 2008, cuando descargaron los dramas de la crisis en los de abajo, en los más necesitados mientras la UE y los Estados le regalaban millones de euros a los banqueros y empresarios. Hay que impedir que vuelva a suceder. Esto es el capitalismo, cuando hay crisis los de arriba no se preocupan por la vida de los de abajo, sino porque no disminuyan sus ganancias.
Nosotros reafirmamos el programa de medidas de emergencia y de fondo que planteamos para que no sean los trabajadores y el pueblo los que paguen la crisis. En esta ocasión acentuamos las propuestas necesarias para frenar los atropellos patronales, avalados por la burocracia y el gobierno: Prohibir las suspensiones y despidos, garantizar un salario del 100%, otorgar permisos sin descuento alguno a empleados afectados o en riesgo. Nombramientos adicionales inmediatos de trabajadores, enfermeros y el personal humano del equipo salud nacional y/o autonómico, con plenos derechos laborales, pase a condición de indefinidos de las y los trabajadores precarizados. Aumento salarial y medidas compensatorias ante los trabajos extras por la crisis. Respeto a las licencias y horas de descanso indispensables. Obtener los recursos para financiar la emergencia de la suspensión de todo subsidio, reducción o exención de impuestos a las patronales, aplicación de un impuesto extraordinario a las corporaciones urbanas y rurales, entidades bancarias, multinacionales farmacéuticas y grandes fortunas.