La máxima del gobierno: “Muerto el rey, viva el Rey”
Con Juan Carlos I en desgracia, ensalzan a Felipe VI para salvar al régimen del´78.
El rey emérito Juan Carlos I de Borbón abandonó España con destino incierto, según los trascendidos se instalaría en la República Dominicana. Previamente, anunció su decisión en una carta a Felipe VI. Justificó su traslado “ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada”, para aliviar la carga política sobre su hijo. Expresó que es un traslado momentáneo, que le permitirá recuperar “su dignidad”, salvar “su legado” y que permanecerá a disposición de la Fiscalía del Tribunal Supremo. Actualmente lo investigan ante denuncias por recibir coimas millonarias de la monarquía árabe vinculadas a la construcción del tren AVE en La Meca y depositarlas en Suiza. Este es sólo uno de los tantos escándalos que lo involucran. De esta forma, Juan Carlos I abandonó el palacio de la Zarzuela luego de habitarlo durante 52 años. Había ingresado en él durante la dictadura franquista, como “Sucesor a título de rey” de Franco. El supuesto “adalid de la democracia” fue el garante de la transición que le dio sobrevida a lo más reaccionario de la institucionalidad dictatorial.
Es una crisis tan grande que no la pudieron ocultar ni siquiera detrás de los efectos de la pandemia y la crisis de la economía capitalista. Aun así, los defensores del régimen intentan minimizar lo sucedido, como si se tratara de un viaje de vacaciones de verano. Su hijo no lo ha desalojado, no le ha quitado sus títulos, le ha manifestado respeto y agradecimiento. El PP ha expresado su “más absoluto respeto a la decisión”, con la que “demuestra su lealtad a España”, en la misma sintonía se expresó Ciudadanos. El presidente Pedro Sánchez, no se ha referido al viaje sino a recalcar el “sentido de la ejemplaridad y la transparencia” de Felipe VI y la estabilidad institucional. Por su lado, Pablo Iglesias se mostró un poco más crítico, al hablar de una “actitud indigna de un ex jefe del Estado” y exigir que “responda por sus actos en España y ante su pueblo”. Los dirigentes morados tienen un programa mágico, que cambia y se adapta con gran facilidad, en el marco de seguir sosteniendo al gobierno y al régimen, quedándose a mitad de camino de los cuestionamientos de fondo. En suma, el gobierno burgués, hará cualquier cosa con tal de sostener al régimen.
Lo llamen como lo llamen, lo de Juan Carlos I es una huida, orquestada desde hace tiempo, con la complicidad de los poderes del Estado español, que tienen una extraña vara de medición cuando se trata de la realeza. Basta comparar como actúan con los presos políticos catalanes y con los exiliados, entre los que hay artistas perseguidos por cantar “Los Borbones son unos ladrones”. La monarquía es anacrónica, privilegiada, corrupta y tiene origen en la restauración decidida por el franquismo. Y no es, como algunos pretenden, “un elemento decorativo”, actúa como garante de los grandes negocios capitalistas internacionales y de la opresora “unidad de España”. El problema no es sólo Juan Carlos I, es la existencia de toda la monarquía como pilar del régimen.
…hace falta una nueva irrupción de los trabajadores y el pueblo, como el 15M…
Unidas Podemos pide que el emérito “rinda cuentas”, lo cual es sólo una formulación de compromiso. La sola presunción de semejantes hechos de corrupción implica pensar en una trama de complicidades al más alto nivel institucional y empresarial. No puede haber una investigación trasparente si los que la llevan a cabo son los propios organismos del Estado que lo cobijaron durante décadas. Se debe conformar una Comisión Investigadora Independiente, integrada por personalidades de intachable trayectoria en derechos democráticos, humanos y sociales, tanto del Estado español como a nivel internacional. Con las manos libres para ir hasta el final en una investigación con resultados claros y castigo ejemplar.
Esto es sólo un punto de arranque, para lograr una justicia elemental. No puede quedarse aquí, porque lo que está agotado es el régimen, es decir toda la institucionalidad monárquico-parlamentaria, que no brinda ninguna salida progresiva a las necesidades de las grandes mayorías populares. Las encuestas señalan distintas posiciones en torno a la continuidad de la monarquía ¿Por qué no hacer un referéndum democrático y consultar a la población? ¿Tienen miedo que la sociedad se exprese por el fin de la realeza?
Como sea, nada se resolverá con apaños, con pequeños arreglos cosméticos. Hace falta un proceso constituyente, democrático, con amplia participación popular para debatir y decidir un nuevo orden, basado en las necesidades sociales y democráticas del pueblo trabajador y no de los empresarios y ricos. Y nada de esto surgirá por voluntad de los defensores del régimen, ni por un cambio mágico de las instituciones. Para que sea posible, hace falta una nueva irrupción de los trabajadores y el pueblo, como el 15M, como las protagonizadas por el pueblo catalán por libertades democráticas, para dar vuelta todo.