Meloni, Von der Leyen y el Bloque cada vez más antihumanos
Hace un tiempo Italia pactó que enviaría a miles de migrantes rescatados por sus naves oficiales hacia centros de retención ubicados en Albania, a la espera que se determine sí tienen derecho a recibir asilo en la Unión Europea (UE) o si deben ser repatriados a sus países de origen. Los centros podrán albergar hasta 400 hombres, hasta que aumenten su capacidad para recibir a las mujeres y niños que momentáneamente seguirán esperando en Italia. En tal sentido, Georgia Meloni ha anunciado la realización del primer envío de dieciséis hombres desde el puerto de Lampedusa hacia los campos de retención y deportación de Shengjin.
Los gobiernos de la ultraderecha europea, como el de Víktor Orbán en Hungría, impulsan desde hace años la avanzada reaccionaria que actualmente adoptan y normalizan, con más o menos maquillaje, otras expresiones políticas de la derecha tradicional, la socialdemocracia y el reformismo. Para tomar sólo algunos ejemplos, Macron impone leyes restrictivas al paladar de Le Pen en Francia, Keir Starmer del Partido Laborista le da continuidad a las reaccionarias políticas de los tories en el Reino Unido y Pedro Sánchez es responsable de la represión en los límites del Estado español. Los “europeístas” y los “euroescépticos” se diferencian electoralmente, pero a la hora de construir los muros de la “Europa Fortaleza” son cada vez más parecidos. No giran a la derecha sólo por iniciativa propia, sino también por el estímulo que emana de las altas autoridades del Bloque, particularmente de la Comisión Europea (CE).
Como muestra de ello, la presidenta de la CE Úrsula von der Leyen ha incitado a los líderes de los Estados miembros a que exploren la posibilidad de crear otros centros de migrantes en países externos de la UE, potenciando acuerdos, “ayudas” económicas y represivas, como ya sucede con Marruecos, Libia, Túnez y Turquía. Hace poco tiempo, Von der Leyen sintonizó con Meloni en la implementación de un “bloqueo naval” antiinmigrantes y ahora lo hace llamando a los gobiernos a sacar conclusiones sobre los resultados del laboratorio antihumano que ha montando la primera ministra italiana. Esta realidad que se suma al reaccionario Pacto de Migración y Asilo, indica que las restricciones migratorias se agudizan con el auge de la ultraderecha y el accionar cómplice de las expresiones reformistas.
El rechazo que fomentan los gobiernos es descarado porque oculta que la gran mayoría de las personas provienen de situaciones de guerra o miseria provocadas durante siglos por las ambiciones imperialistas europeas. Es cínico, porque a la par del rechazo se valen de la inmigración como mano de obra barata, sin derechos democráticos y sociales. Es repugnante porque es racista, principalmente hacia la inmigración proveniente de países pobres de África, Asia y Latino América. Es injusta, ya que no valora que millones de europeos que huyeron de sus países por las hambrunas y las guerras fueron recibidos con las puertas abiertas en países pobres de todo el mundo Y es antihumano, porque deja morir en el mar a las personas, en gran número mujeres y niños, o los devuelve al horror del que intentan escapar.
En las antípodas del racismo imperialista el Congreso Panafricano de la Liga Internacional Socialista (LIS) planteó “El drama humano de la inmigración hacia Europa”: “La explotación, la opresión y el racismo son intrínsecos al sistema capitalista imperialista, bajo cuyo dominio perduran rasgos del pasado más retrógrado. Para derrotarlo, hace falta una movilización sostenida y organizada superando los límites nacionales. Por eso, la Liga Internacional Socialista (LIS) y las organizaciones que la integran, están al servicio de impulsar una lucha intercontinental coordinada, que una en un solo puño las acciones progresistas europeas con las africanas y las de otros continentes en reclamo de la libre circulación con plenos derechos. Ante el destino de barbarie hacia el que conduce el sistema capitalista imperialista es necesario organizarse y luchar en forma independiente, por un mundo sin fronteras, sin explotación ni opresión, en el que se respeten los derechos sociales y humanos; es decir, por un mundo con un sistema socialista”.