El acoso en la mira
Las denuncias al famoso tenor Plácido Domingo han reinstalado el debate sobre las agresiones machistas. Al calor de la cuarta ola feminista mundial, la campaña #MeToo sobre la cual nos hemos expresado oportunamente, no se ha detenido ni en Hollywood ni en Cannes. Hace unos días, ocho cantantes y una bailarina han acusado a Plácido Domingo de varios hechos de acoso sexual sucedidos a partir de 1980.
Las mujeres aseguraron que las presionaba para entablar relaciones sexuales y cuando se sentía rechazado, las castigaba en el ámbito laboral. Sólo Patricia Wulf aceptó ser identificada, las otras mujeres se negaron a hacerlo por temor a sufrir represalias. Miembros del personal de backstage, profesores de voz y un administrador aseveraron que el tema era “un secreto a voces”. En Estados Unidos hubo cancelaciones de conciertos, “La Ópera de San Francisco da una gran prioridad a crear un entorno seguro en que todo el mundo pueda centrarse en su trabajo y arte, y en el cual los colegas se tratan con respeto, dignidad y compañerismo”. La Ópera de Los Ángeles donde el tenor es director general desde 2003, abrirá una investigación.
…la justicia patriarcal, más proclive a desestimar las denuncias que a investigar…
Plácido Domingo respondió: “Las acusaciones de estos individuos no identificados que datan de hasta treinta años atrás son profundamente inquietantes y, tal como se presentan, inexactas. Hala ere, es doloroso escuchar que puede haber molestado a alguien o haberles hecho sentir incómodos, sin importar cuánto tiempo atrás y a pesar mis mejores intenciones. Creía que todas mis interacciones y relaciones siempre eran bienvenidas y consensuadas. Las personas que me conocen o que han trabajado conmigo saben que no soy alguien que intencionalmente dañaría, ofendería o avergonzaría a nadie. Reconocemos que las reglas y estándares por los cuales somos, y debemos ser, medidos hoy son muy diferentes de lo que eran en el pasado. Tengo la suerte y el privilegio de haber tenido una carrera de más de 50 años en la ópera y me mantendré en los más altos estándares”. Hay quienes lo defienden como “un caballero y buen compañero de trabajo” y consideran que las acusaciones son “calumnias”.
Las acusaciones, las auto justificaciones y defensas, hacen necesaria una investigación imparcial y transparente. Esto es algo que difícilmente garantizará la justicia patriarcal, más proclive a desestimar las denuncias que a investigar a los señalados, a desproteger a las víctimas que a castigar a los que se demuestran culpables.
Al mismo tiempo hay que aprovechar para recalcar que el acoso sexual no se puede encapsular como un problema que se desarrolla solamente en el escenario de artistas, cantantes y modelos ricos y famosos. Con menos trascendencia y datos estadísticos muy parciales, es una cuestión que afecta cotidianamente a las mujeres en todo el mundo. Las racializadas, las inmigrantes, las jóvenes, las pobres, las trabajadoras en situación de precariedad y las campesinas, se encuentran particularmente indefensas.
Las racializadas, las inmigrantes, las jóvenes, las pobres, las trabajadoras en situación de precariedad y las campesinas, se encuentran particularmente indefensas.
En la calle, en los medios de transporte y en los espacios públicos, las agresiones implican que las mujeres no pueden andar tranquilas, ya que cualquier desconocido ocupa su espacio individual sin consentimiento alguno. En el ámbito laboral el acoso es definido como mobbing y no siempre es penalizado. El abuso de poder por parte de un jefe o alguien prestigiado, el miedo a denunciar por las posibles consecuencias, la falta de canales para hacerlo o la ridiculización posterior son elementos que condicionan el accionar de las mujeres; justamente en el lugar donde tienen que asistir todos los días a ganarse la vida. Más incómodo, imposible de imaginar.
Más allá de la existencia de sectores con distintas opiniones, el movimiento de mujeres se esfuerza por enfrentar unitariamente las expresiones de violencia y acoso machista. Es necesario dotar la lucha con una estrategia común: la derrota de la opresión y la explotación. Sin pausa, codo a codo con la clase trabajadora movilizada, hasta que el patriarcado y el capitalismo caigan juntos.
Flor Salgueiro Carral