"Koldo lursaila": Deskonposizio aurreratuaren kiratsa
La corrupción en las alturas es una constante que da asco. Hacen falta medidas transicionales, para investigar y castigar a los responsables, del primero al último. Y que irrumpa la movilización popular, para que no haya impunidad.
¿Qué cerebro movió la mano?
Koldo García fue la mano derecha del exministro de Transportes José Luis Ábalos. Siendo su chofer, asesor y protector, cobró el 3% de los contratos de mascarillas por la pandemia, cuestión investigada en la llamada operación Delorme. En un corto lapso, los distintos “servicios” prestados hicieron crecer su patrimonio personal en un millón y medio de euros. Ante semejante escándalo de corrupción, el PSOE le bajó el pulgar a Ábalos, un personaje clave en su estructura partidaria ya que ocupó el cargo de secretario de organización y presentó la moción de censura con la cual Pedro Sánchez reemplazó a Mariano Rajoy en la presidencia a partir de la corrupción por el Caso Gürtel. Ábalos se negó a renunciar a su acta de diputado y se pasó al grupo mixto, desafiando a su exlíder, quedando por fuera del partido y abriendo un nuevo tembladeral político. Es imposible creer que la mano de Koldo se haya movido sola.
Otra vez se abrió la Caja de Pandora
El centro de la escena lo ocupan las acusaciones internas entre el PSOE, cruzadas entre el PP y el PSOE, las investigaciones de la justicia y la fiscalía de la UE, los violentos debates en las Cámaras y en los medios de comunicación, las denuncias, las amenazas y los pedidos de renuncias. La población asiste al enésimo capítulo del interminable registro de corrupción en el poder. Sólo cambian los protagonistas, pero siempre pertenecen a los elencos del PSOE y el PP que son los pilares del régimen del ’78. La Caja de Pandora volvió a dejar escapar las miserias de los poderosos y privilegiados, entre otros, también están involucrados en la organización criminal empresarios, mandos de la Guardia Civil, funcionarios ministeriales y de los gobiernos de Canarias y de las Islas Baleares, en cuyo caso aparece el nombre Francina Armengol (PSOE) que en el momento de los hechos presidía Baleares y actualmente es la presidenta del Congreso de los Diputados. Los hechos que ya tomaron trascendencia pública son gravísimos, pero serán “detalles” si se llega a conocer toda la verdad y la cadena de responsabilidades. Entre la debilidad del gobierno, el fuego cruzado por la ley de amnistía y los problemas sociales, el futuro de Sánchez ha vuelto a oscurecer.
Con el corruptómetro del cinismo
Cuando se olfateaba el mal olor de las “Cloacas del Estado” vinculadas a los gobiernos del PP, particularmente a Mariano Rajoy, parecía que se había llegado al sumun de la pudrición, pero en el Estado español, siempre hay un grado más de hedor para medir. El espectáculo en vivo que están dando Sánchez y Feijoó así lo demuestra; el PSOE y el PP se defienden de las denuncias acusando al otro… de robar más. Como sí todo esto fuera poco, la Fiscalía denunció dos delitos de fraude fiscal y uno de falsedad documental por más de 2 millones de euros en negociados con mascarillas, que la Agencia Tributaria atribuye a Alberto González Amador, la pareja de Isabel Díaz Ayuso (PP), presidenta de la Comunidad de Madrid. la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Cabe reflexionar: Sí hay problemas de corrupción que se repiten una y otra vez; con uno u otro gobierno y protagonista ¿cuáles son los problemas de fondo que se subsisten y que no se resuelven?
El trípode gobierno, régimen y sistema
Los gobiernos burgueses se componen de autoridades que responden a los intereses empresariales que, más allá de los discursos, gestionan para sostener y reproducir el statu quo, basado en la explotación de un puñado de privilegiados sobre la gran mayoría de los trabajadores y el pueblo. No tienen escrúpulos a la hora de utilizar cualquier herramienta, legal o en B, justa o injusta, lo importante son las ganancias, que incluyen las “tajadas”. No les importa que el medio para enriquecerse sea el drama de la pandemia, ni que avance la pobreza, la desigualdad, la precariedad o los bajos salarios. Esta es sólo una parte de la corrupción del capitalismo, es estructural. De una u otra manera, con mayor o menor intensidad involucra a los poderosos que participan directamente, miran para otro lado, investigan parcialmente y/o facilitan que haya impunidad. Y en el caso español hay un componente específico: el régimen del ’78 cuya institucionalidad proveniente del franquismo tiene la corrupción económica y política como “denominación de origen”. Por estos motivos, las soluciones no pueden ser sólo puntuales, hay que atacar el fondo de los problemas.
Comisión independiente, movilización y lucha para dar vuelta todo
Sería ilusorio esperar que sea la justicia la que investigue con transparencia y profundidad la “Trama Koldo” y todos los casos de corrupción. Las “investigaciones” institucionales todavía ni siquiera determinaron el “dificilisímo” acertijo de quién es el M. Rajoy que aparecía apuntado en los “papeles de Bárcena” por la Caja B del PP, la Fiscalía Anticorrupción ha archivado la investigación relacionada con el hermano de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, beneficiado por un contrato de 1,5 millones de euros para comprar mascarillas y la lista de casos se puede ampliar hasta el cansancio, siempre en los alrededores del PP y el PSOE, incluso con negociados para adquirir vacunas durante la pandemia. La corrupción aparece una y otra vez en las narices de la Justicia, cuando no entre sus manos. Hacen falta cambios radicales: la formación de comisiones investigadoras independientes, conformadas por honestas personalidades y activistas a los que no digite el poder, por trabajadores de la salud, sindicatos combativos, organizaciones sociales, representantes de los sectores perjudicados y asociaciones de víctimas del Covid-19, entre otros. Hacen falta Jurados Populares, magistrados electos por voto popular, sin privilegios, con mandatos revocables y el salario de un obrero calificado. Lo opuesto a los actuales que son una casta privilegiada al servicio de tal o cual gobierno de turno. Y es necesario que irrumpa la movilización popular, para ejercer una fuerte presión, que se investigue de verdad y los corruptos paguen sus cuentas. Todo en el camino de una salida de fondo, que sólo puede llegar del brazo de un gobierno de los trabajadores y el pueblo y un sistema socialista en el cual sean “los de abajo” quienes decidan todo.