PSOE: nueva cúpula, vieja podredumbre del régimen y del capitalismo
Ante la crisis abierta por los chanchullos de Ábalos, Koldo y Cerdán, el presidente Pedro Sánchez impulsa una recomposición de la cúpula del partido. Es una reacción para eludir su responsabilidad política, y salvar al régimen y al sistema capitalista que engendra la corrupción. Hay que responder con medidas transicionales en el camino de dar vuelta todo.
Los relevos en la cúpula del PSOE y el “y tú más” con el PP
El escándalo que salpica a exministros y asesores del PSOE por uso impune de fondos públicos ha reabierto una crisis institucional y puesto a Sánchez contra las cuerdas. Tras días de silencio, inició cambios en la cúpula del partido y forzó la salida de Cerdán, preso desde el 30 Ingurumena suntsitzeko erresistentzia erakustea.
La reacción de Sánchez no pasa de ser una maniobra de imagen para contener el descontento interno, especialmente en sectores feministas y aliados de gobierno. Se limita a gestos simbólicos y relevos, sin investigar ni cuestionar las redes clientelares ni la corrupción estructural del régimen.
El PP acusa, el PSOE se defiende como el único que “toma medidas”. Pero ninguno impulsa investigaciones reales ni va hasta el fondo. Las tramas se archivan, los responsables no caen y los cambios son cosméticos. La corrupción sigue intacta.
“Los Intocables”: la justicia y el capitalismo
Ni el PSOE ni el PP abordan la raíz de la corrupción: el sistema capitalista y un aparato judicial heredado del franquismo. Lejos de ser independiente, la justicia protege a los poderosos y reprime a quienes luchan por derechos sociales. La corrupción no es una desviación, sino parte estructural del sistema: favores, redes empresariales y uso del Estado como botín son norma. PSOE y PP son parte del engranaje que los reproduce.
Feminismo institucional hipócrita y aliados incómodos pero cómplices
Desde el PSOE se llenan la boca de mensajes “lila”, sin embargo, las conversaciones entre funcionarios y amigos pusieron al descubierto la contratación de prostitutas. Es otro ejemplo de que la supuesta defensa de los reclamos de las mujeres por parte de los dirigentes es un postureo burgués, con un disfraz “progre” cada vez más manchado y burlón hacia las militantes de su propio partido.
Cada vez que el PSOE la lía, Ahal dugu, udara, ERC, EH Bildu, IU y otros lo critican y toman alguna distancia. Lo hacen obviando tres pequeños detalles: pusieron al PSOE en el gobierno y lo sostienen en la Legislatura, con lo cual se mantiene la complicidad de los reformistas con un partido que no tiene nada de socialista, ni de izquierda: es un partido burgués del régimen y el sistema, al que le han dado el camuflaje para presentarse como “coalición progresista”.
Se necesitan otras medidas inmediatas
Lo fundamental será que el bochorno deje de dirimirse en las alturas, donde siempre encuentran alguna salida para atenuar las responsabilidades. Es necesario que irrumpa el movimiento de masas en la escena política, con movilizaciones y acciones que impongan una agenda propia, para que no lo hagan el PSOE, PPk, ni la ultraderecha de Vox. Las direcciones mayoritarias de UGT y CC. OO., en lugar de mirar para otro lado, deberían llamar a asambleas para que los trabajadores puedan debatir sus propuestas y las acciones a llevar a cabo.
Frente al oportunismo del PSOE, que quiere cerrar esta crisis con cambios de organigrama, y la hipocresía del PP, que arrastra su propio historial de impunidad, es necesario plantear medidas transicionales: una comisión investigadora independiente, con participación de genuinos representantes del pueblo trabajador y figuras intachables, con plenos poderes. Gainera, se necesita la elección directa y revocabilidad de jueces y fiscales, que tengan el salario de un obrero calificado y que se generalice la utilización de jurados populares.
Guztiari buelta eman behar diozu
La salida de fondo no puede ser gestionada por el PSOE, el PP y los partidos del régimen. Necesitamos nuevas organizaciones políticas, socialistas y revolucionarias, construidas desde abajo por la clase trabajadora, las mujeres, la juventud y todos los sectores explotados.
Acabar con la corrupción pasa por romper con el capitalismo y con el régimen del 78, que nació para garantizar la continuidad del poder económico y político del franquismo. Por luchar por un gobierno de trabajadores y por el socialismo, no como una promesa futura ni una consigna vacía: es la única salida viable y profunda ante un sistema que, de forma cada vez más evidente, está podrido hasta la médula.