EE.UU. – China: La tregua no aleja la perspectiva de un nuevo pico en la crisis de la economía mundial
El foco fue colocado por los especialistas y sus instituciones[1] en la guerra comercial que EE.UU. le declaró a China. El debate que se deriva de allí llega, a lo sumo, a ubicar un centro en la disputa por la supremacía sobre las nuevas tecnologías. Pasa luego a las cuestiones geopolíticas[2], pero apenas sobrevuela las causas económicas reales. O mundo está en constante cambio, obrigando aos revolucionarios a responder a novos retos sen dogmas sagrados, esos mismos especialistas pronostican que una próxima crisis está a la vista. Y lo sostienen, aunque en la reunión realizada el 29 de junio entre Trump y Xi Jimping como parte del G20 en Japón se haya logrado una tregua. Alguno de ellos como Nouriel Roubini, que tuvo su hora estelar por haber vaticinado el crac de 2008, viene desde septiembre de 2018[3] poniéndole fecha a la nueva quiebra en el año 2020.
Estos especialistas no entienden por qué, si la economía norteamericana marchaba bien según ellos, Trump se lanzó contra China, incluso perjudicando a su propia economía. En el fondo esta afirmación oculta que esos expertos, incluidos algunos marxistas, identificaron la crisis de 2008 con la Gran recesión que se extendió entre ese año y el 2009. Y una vez que el mercado financiero mostró una reacción relativamente sostenida la dieron por concluida.
Sin embargo analizando la economía real, es un hecho que esta no se ha recuperado desde el estallido de aquella crisis. Al no reconocer esta década de Larga Depresión que, como señalamos en agosto de 2018[4] solo tiene comparación en dos periodos históricos del desarrollo capitalista moderno, periodos que derivaron en las dos guerras mundiales del siglo XX. Por eso la tregua en la guerra comercial de Estados Unidos contra China es momentánea. Y volverá a ser abierta en cualquier momento ya que lo que EE.UU exige hacer a China ésta, simplemente, no puede hacerlo sin colapsar[5].
Entonces más allá de que los mercados financieros, es decir de acciones, bonos y sus combinaciones y derivados, respondan con un relativo optimismo, la tendencia actual a una desaceleración del crecimiento económico y la perspectiva, relativamente a corto plazo, de una nueva recesión o pico de la crisis mundial no desaparecen. La clave, como siempre, está en la evolución de la economía real, productiva.
Desaceleración de la productividad, retroceso de la inversión productiva y caída de la tasa de ganancia
Uno de los principales debates entre los economistas heterodoxos, los neoliberales y los marxistas es sobre la razón que provoca la desaceleración de la productividad del trabajo en las principales economías. Más allá de los desacuerdos sobre si esta desaceleración es secular, es decir si se viene desarrollando desde hace más o menos 50 años, todos reconocen que se viene produciendo al menos en los últimos 15 años. La productividad es uno de los principales componentes que explican el PIB real, el otro es el crecimiento del empleo. Es decir que el crecimiento del PBI real puede medirse por dos componentes: el crecimiento de la productividad del trabajo y el crecimiento del empleo. Y es aquí donde se encuentran las razones de todas las turbulencias económicas del periodo de Larga
Depresión que atraviesa la economía mundial desde la Gran Recesión de 2008
La productividad de las principales economías avanzadas sin China, viene desacelerándose año a año desde su recuperación en la década del ’90 del siglo pasado, cuando se recuperó luego de una caída desde los ’70, por la aplicación de las tecnologías de la información. Entonces era de 2,3% anual en las 11 principales economías mundiales y hoy se ha reducido a 0,7% promedio. Teniendo casos como el de Rusia e Italia que decrecen y el Reino Unido que apenas se mueve por encima de cero. Los datos, que provienen de un estudio de más de 50 años realizado por economistas del JPMorgan citados por Michael Roberts en su blog[6], resaltan que según su modelo, la tendencia es que esta desaceleración continúe profundizándose.
Esta caída o desaceleración se explica fundamentalmente por la caída en la inversión en activos productivos de alta tecnología. El mismo estudio muestra como esa inversión se ha comportado a la baja en los últimos 50 años. Y esto no es extraño ya que la curva descendente sigue el mismo derrotero que la tasa de ganancia media del sistema. Es decir a menor tasa de ganancia menor inversión en tecnología y en activos fijos. El otro factor que explica el PBI real, la evolución de la fuerza de trabajo, también sufrió una brusca desaceleración pasando de aportar el 1,7 al porcentaje de crecimiento de la productividad al 0,5.
Ahora bien si no aumentan las horas trabajadas, es decir si se reduce la fuerza de trabajo lo que queda que pudiera hacer crecer la productividad es la inversión en capital fijo pero como vimos más arriba esto no está sucediendo. Esta situación en la economía real es uno de los factores que explica la Larga Depresión que lleva más diez años.
En la base de todo este proceso está la caída de los beneficios capitalistas en la economía real. En un estudio reciente, parte de su elaboración para el Grupo de Trabajo de CLACSO: Crisis y Economía Mundial, el economista marxista chileno Orlando Caputo presenta la evolución de los beneficios de las principales ramas en la economía estadounidense.
Afirma allí que las ganancias han caído entre 2014 y finales de 2018 de la manera que sigue[7]: para la industria que produce Maquinarias pasó de 36,3 miles de millones en el cuarto trimestre de 2014 a 18,3 miles de millones de dólares en el cuarto trimestre de 2018. En la producción de computadores y productos electrónicos las ganancias disminuyen de 70,9 a 39,3 miles de millones de dólares entre el segundo trimestre de 2015 y el cuarto trimestre de 2018. En la industria automotriz, las ganancias disminuyen de 36,4 miles de millones en el cuarto trimestre de 2014 a 8,9 miles de millones en el cuarto trimestre de 2018.El citado Michael Roberts, confirma en un artículo del 14 de xullo, la misma tendencia para los dos primeros trimestres de 2019[8].
Estas observaciones sobre rentabilidad empresarial medida por las ganancias corporativas en relación con el balance de activos no ha recuperado los niveles de 2008, de hecho la rentabilidad del capital está por debajo de los niveles de finales de la década de los ’90. Esto fue señalado en el Informe de Estabilidad Global del FMI, de abril de 2019.[9]
Así que las razones que hacen preveer una nueva recesión hay que buscarlas en una productividad y una inversión productiva en declive, una fuerza de trabajo que no crece, todo esto alimentado por la permanencia de la tendencia a la caída de la tasa de ganancias.
Deuda y crecimiento del capital ficticio…
En sus últimos informes el FMI viene señalando el peligro creciente de que se provoqué una nueva crisis de las Deudas. Cristin Lagarde afirmó en la reunión del G20 en Japón, poco antes de ser nombrada como presidenta del Banco Central Europeo, que la deuda de Estados Unidos se podría volver insostenible. Lo cierto es que desde 2018 varias de las principales economías llamadas emergentes están en recesión o muy cerca de estarlo[10] comprometiendo la sostenibilidad de sus deuda soberanas.
Por su parte crece el nivel de deuda de una parte de las corporaciones, y aumenta el número de las llamadas empresas zombis. Al mismo tiempo también la deuda de los ciudadanos, de los hogares está volviendo a niveles similares a los del 2007 antes del estallido de la crisis. De la misma manera que alertó sobre las deudas soberanas, el FMI, también viene señalando desde fines del año pasado una preocupación creciente por la evolución de la deuda de las corporaciones. Un informe que aparece en el blog de FMI en noviembre de ese año tiene el sugestivo título de Hacer sonar la alarma en préstamos apalancados[11] [12].
Estos préstamos representaban para el momento de ese informe unos 1.1 billones de dólares, representando el doble que en 2007 antes de la crisis. Mientras que los principales inversores en ellos es la llamada banca en las sombras, porque no es regulada por los bancos centrales, sector en el que se inició la crisis en 2008. O 70% de estos créditos esta en Estados Unidos. Y los principales prestamistas son los ahorristas comunes que hasta 2007 fueron incentivados a invertir en las hipotecas basura que desataron la crisis. Es decir que mientras la deuda de los ciudadanos crece para impulsar el consumo, sus ahorros corren el riesgo de evaporarse, porque están atados a esta operatoria financiera.
Estados ahogados por la deuda soberana, corporaciones que utilizan préstamos por encima de sus posibilidades de repago para la especulación financiera y no para la inversión productiva, ciudadanos endeudados y con sus ahorros comprometidos, son el coctel explosivo que explica la posibilidad de una crisis de las deudas que puede tener las mismas consecuencias o superiores al crack de 2008.
La tregua alcanzada entre Estados Unidos y China no resuelve las fragilidades del sistema capitalista hoy. Porque en el fondo se encuentra que, la clave del funcionamiento económico del capitalismo radica en la obtención de beneficios en la economía real, y la tasa de ganancia no se está recuperando. Por eso y aunque cada crisis tiene un disparador diferente y la recesión internacional de 1974-5 fue provocada por un fuerte aumento de los precios del petróleo y el abandono de los EE.UU. del patrón dólar-oro.
La crisis de 1980-1982 fue provocada por una burbuja inmobiliaria en Europa y una crisis industrial en las principales economías. La recesión de 1990-2 fue provocada por los precios del petróleo. La leve recesión de 2001 fue el resultado de la explosión de la burbuja dot.com. Y la Gran Recesión se inició con el colapso de la burbuja inmobiliaria en los EE.UU. Siempre detrás de cada una de ellas se encuentra el movimiento a la baja en la ganancia del capital productivo y, outros e outros, una desaceleración o disminución de la masa global de ganancias.
Carlos Carcione