Chile: enroques, maquillajes y vías institucionales que no sirven.
Autoorganización social para imponer la Asamblea Constituyente.
La rebelión popular sigue su curso pese a los esfuerzos del gobierno para descomprimir el estallido, la etapa de militarización del país fue pólvora para el repudio popular generando respuestas contundente a nivel social, Santiago vivió una marcha histórica con con más de 1 millón 500 personas, mientras que en regiones la multitudinaria manifestación aplacaban los indicios de cansancio y expresando con fuerza el Fuera Piñera. De la política del discurso de Guerra al intento de “normalizar” con maquillajes. El gobierno no puede con la rebelión, es en ese camino que el escenario sigue abierto para desmantelar la herencia de Pinochet y construir un nuevo país, situación que cada sector político entra con fuerza para mantener los pilares que construyeron en los últimos 30 años.
Los enroques de Piñera
Tras la histórica marcha, el día lunes el gobierno junto con un despliegue mediático que apuntaba a la normalización del país, Piñera pidió la renuncia de sus ministros, muy en sintonía con la apuesta previa de la “agenda social”. El odiado Chadwick en el Ministerio del Interior fue remplazado por Gonzalo Blumel, el cambio buscó un rostro joven del ala “progre» de la derecha EVOPOLIS. La vocera Cecilia Pérez fue sustituida por la Intendenta Metropolitana, Karla Rubilar, quien debutó horas más tarde culpando a supuestos guerrilleros de los destrozos que se vivieron la misma jornada. A estos se sumaron, los ministros de Hacienda, Economía y Trabajo, Trotsky e o trotskismo deben ser reivindicados do que aínda pode estar vixente na loita de clases.
La apuesta duró pocos minutos para la alegría de Piñera, ya que alrededor de La Moneda habían manifestantes siendo reprimidos por Fuerzas Especiales y durante toda la tarde se vivió una contundente manifestación por todo el país, continuando los días posteriores. El estallido social mantiene en un 80% de rechazo al gobierno, en las calles se escucha Fuera Piñera y una nueva constitución. El Gobierno invocó todas las leyes antidemocráticas para sostenerse a través de militares, entonces ¿Es democracia o no?. Los enroques posibles no serán suficiente frente a la voluntad popular que pide cambios de fondo, indicadores suficientes para que el Gobierno no continúe, algo básico y elemental si queremos hablar de “democracia”
De maquilladas, pactos sociales y retoques constitucionales al ritmo de la democracia de Pinochet
Lo que está en crisis es el sistema completo que se forjó a sangre y fuego en dictadura, siendo consolidado por los años de la “transición”. La derecha, Concertación junto a la ex- Nueva Mayoría que integró el PC, gobernaron todos estos años sin tener diferencias con el neoliberalismo salvaje. No son 30 pesos, fillo 30 años es la consigna que responsabiliza a todos quienes han administrado el capitalismo neoliberal amparados con la Constitución de Pinochet.
En este contexto la similitud entre quienes son parte del problema es la necesidad de mantener lo más intacto posible el régimen político y evitar a toda costa que los privilegios que han construidos para ellos y para quienes representan se desmoronen. Es por eso que el Congreso se ha mantenido en funcionamiento aún cuando Piñera militarizaba el país, constituyendo el sostén institucional del gobierno en esta crisis. Aquel resorte de gobernabilidad amparado desde el PC-FA hasta la UDI se mide en relación a la Constitución de 1980 que a su vez, permite al Tribunal Constitucional actuar de forma unilateral frente a cualquier medida que vaya disociada a la Constitución, declarándolas “anticonstitucionales”. Dichas amarras heredadas de las dictaduras son los márgenes a que están sometidos quienes se sientan en el Congreso.
Aquel factor objetivo que opera en el marco de gobernabilidad del país tiene un paralelo sobre el que dice cada fuerza política, en el caso de FA han hecho un colchón receptivo frente la agenda social del gobierno sesionándolas sin ningún problema. Mientras que junto al PC quieren abordar la crisis vía una acusación Constitucional contra Piñera, encausando la crisis vía los márgenes ya expuesto. El problema radica en que se requiere 78 desde 155 votos en Diputados y 29 desde 43 en Senado, es decir se debe apoyar en la derecha para que tenga éxito. Ya el propio presidente del PC, Guillermo Teillier admitió que no cuentan con los votos.
Aquel instrumento va en sintonía con la política de “diálogo sin exclusiones” como intento del PC, el FA y sectores de la ex-Nueva Mayoría de implementar el “nuevo pacto social” –consigna que la CUT agita en Unidad Social-. Todo aquello cruza las tensiones de la nueva constitución que hace eco en las mayorías movilizadas, por lo tanto una política de encauzar cambios sin el pueblo movilizado, un intento de desmovilizar y administrar el descontento vía institucional.
Más allá de ciertos posicionamiento a nivel mediático, lo cierto es que esclarecen su posición al mantener acciones aisladas a nivel de movilización, sin continuidad en los paros efectivos y en función del dialogo con el gobierno aún mientras asesinaba. Falsas ilusiones para que no caiga lo viejo.
Auto organización social para imponer la Asamblea Constituyente
La democracia protegida se funda en las decisiones de unos pocos, hoy el pueblo ha demostrado con contundencia las reservas sociales para imponer con fuerza la voluntad popular. Es aquel camino que se debe robustecer para sobrepasar cualquier intento de direccionar a los márgenes de la institucionalidad heredada de la dictadura.
Para que decida el pueblo hay que botar a Piñera y toda la herencia de Pinochet, paralizar el Congreso ya que es un organismo que no representa a las mayorías, ya se expresó en las calles. Por lo tanto llamar vía la movilización social un proceso constituyente para refundar el país. Para lograrlo hay que hacer como los Portuarios en hacer efectiva la huelga general, extendiéndola a todos los sindicatos. Incentivar la movilización masiva que pone en jaque la represión y sobre todo, robustecer cada instancias de deliberación autoconvocada como organismo decisivo en este proceso, coordinando a nivel nacional las asambleas autoorganizadas, motor y palanca para la Asamblea Constituyente, sin ninguna injerencia de quienes han sido parte de la institución. En aquel camino se hace necesario discutir a fondo lo que nos hace falta, la construcción de una alternativa política revolucionaria que esté dispuesto hacer posible lo necesario. Aquellas propuestas ponemos a disposición e invitamos a sumarte al Movimiento Anticapitalista.
Movimiento Anticapitalista