UE: la farsa humanitaria del imperialismo europeo con Palestina
Expresan formalmente “preocupación” porque Israel viola los derechos humanos. Pero, hipócritamente, no lo sancionan ni rompen relaciones.
La brutalidad israelí ha alcanzado niveles de barbarie
A tal extremo que incluso la diplomacia europea se ha visto obligada a volver a decir algo. O 20 de xuño, el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), brazo diplomático de la UE, presentó a los 27 Estados miembros del Bloque un informe sobre el accionar israelí.
El documento concluyó que el Estado de Israel no cumple con sus obligaciones en materia de derechos humanos, tal como lo establece el Artículo 2 del Acuerdo de Asociación con la UE, que exige que las relaciones bilaterales se basen “en el respeto de los derechos humanos y los principios democráticos”.

La UE no hace prácticamente nada
O 23 de xuño, la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, anunció que por el momento no hay medidas y que la cuestión se volverá a tratar en julio. Mentres tanto, se contactarán con Netanyahu para contarle los resultados del informe y esperar que “tome medidas para mejorar la situación humanitaria” en Gaza. Como si el genocida no supiera lo que está haciendo. Como si los miles de palestinos asediados tuvieran tiempo para esperar.
Lógica cínica en estado puro
La UE admite que hay crímenes masivos, pero no actúa en consecuencia. Los cancilleres de Alemania e Italia confesaron la causa: "Necesitamos buenas relaciones con Israel”.
Las críticas del imperialismo europeo no se deben a una sincera preocupación por la vida de los palestinos, sino a la presión que ejercen las sostenidas acciones de repudio al genocidio. Las movilizaciones masivas, las huelgas portuarias, las tomas de facultades y los boicots desde abajo son reflejo de una indignación social que interpela a los gobiernos. Intentan mostrar sensibilidad “humanitaria” para no aislarse de la base social, pero igualmente, siempre se les cae la careta.
Su verdadero rostro se deja ver cuando no mencionan ni por asomo la verdadera raíz del problema: la existencia del Estado fascista de Israel, enclave gendarme del imperialismo occidental en Medio Oriente.
El doble discurso de una herencia retrógrada
Con relación al humanitarismo el doble discurso comenzó en el siglo XIX, cuando el colonialismo europeo se disfrazó de “misión civilizadora” y se consolidó en la fase imperialista del capitalismo, cuando la “ayuda humanitaria” se convirtió en fachada para lavarle la cara a intervenciones, bloqueos, guerras y regímenes amigos.
“Cuando los imperialistas hablan de humanidad, lo hacen como los ladrones que hablan de moral; es sólo para encubrir sus crímenes con frases grandilocuentes.” León Trotsky, La guerra y la Internacional, 1914.
Al priorizar el consenso del Bloque y las relaciones comerciales con los sionistas por encima del genocidio y la hambruna de millones de palestinos; el escandaloso accionar de la UE ni siquiera llega a reeditar su herencia retrograda en torno al humanitarismo.
Las direcciones políticas y sindicales merecen un párrafo aparte.Aunque existe un genuino y masivo repudio del pueblo trabajador, las conducciones evitan, salvando honrosas excepciones que no controlan, que se canalice a través de una intervención clasista, con huelgas y acciones obreras directas contra los intereses israelíes y los gobiernos cómplices, lo cual les brinda a éstos cierta cobertura para maniobrar sin cambiar nada.
Por más solidaridad movilizada
Llamamos a profundizar la más amplia unidad de acción en la movilización, exigimos el inmediato levantamiento del bloqueo de ayuda humanitaria a Gaza, el cese de los bombardeos sionistas y la rompendo de tratados, relaciones políticas, comerciales y militares con Israel.
El humanitarismo consecuente también se expresa en la lucha contra el sistema que genera genocidios, ocupación, hambre y limpieza étnica y sus principales sostenedores regionales: Israel y EE. UU. Para obtener una paz justa y duradera, dereitos humanos, democráticos y sociales, es necesario derrotarlos y lograr una Palestina única, secular, no racista, democrático e socialista, en el marco de la Revolución Socialista en Medio Oriente.