Pandemia

Un virus con dos caras: el Covid-19 y la crisis capitalista.

La cepa Covid-19 se sigue extendiendo, con miles de víctimas mortales y contagiadas que se actualizan por hora en diferentes países. Se trata de una grave amenaza a escala planetaria: por su nivel de expansión con origen en la ciudad china de Wuhan, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha declarado pandemia.  

En la actualidad la burocracia china afirma que el pico de contagio ya ha pasado; pero no se puede confiar sin más en lo que dicen ya que censuraron a las redes sociales y a Li Wenliang, el médico que detectó el virus y murió al contagiarse, por divulgar supuestas «fake news». La difusión de la espectacular construcción de dos hospitales en pocos días, demuestra una actitud más propagandística que eficaz. El virus ha desnudado el deficiente sistema de salud chino, la opresión y la pobreza que sufren cientos de millones de habitantes de la segunda potencia mundial capitalista y los métodos de su casta burocrática gobernante.

A su vez, el imperialismo yanqui aprovecha todo lo que está a su alcance para debilitar a su competidor. Desde el comienzo del Covid-19 hubo eventos internacionales suspendidos, como el Congreso Internacional de Móviles de Barcelona, bajo la excusa del coronavirus cuando en realidad fue determinante la presentación de avanzada tecnología china cuya expansión quiere evitar EE. UU. que posiblemente se encuentre al borde de una nueva catástrofe económica. Mientras tanto, la UE evalúa el cierre de fronteras, actúa en forma descoordinada y lenta, ante lo cual cada país se arregla como puede. El bloque imperialista europeo va de crisis en crisis y vuelve a demostrar su inutilidad para responder a ellas. El miedo ha llegado a tal punto que el Banco Central Europeo ha anunciado que comprará bonos de deuda adicionales e inyectará liquidez, aunque no modificará los tipos de interés.

La pandemia, sus consecuencias sobre la segunda potencia mundial y lo que esto pesa sobre el conjunto de la economía mundo, están actuando como la gota que rebalsa el vaso de una crisis muy profunda.

En el Estado español todo se sigue complicando: Madrid, Galicia, Catalunya, el País Vasco, Murcia y La Rioja han cerrado los centros educativos, como preludio de eventuales medidas más severas. El Congreso ha suspendido sus actividades. La ministra Irene Montero ha dado positivo de Coronavirus al igual que otros funcionarios, el ejecutivo está expuesto y en situación de excepción. Las medidas anunciadas por el “gobierno de coalición progresista” son parciales y depositan una excesiva exigencia en la población civil, cuando la responsabilidad central está en el accionar de las autoridades. Hay preocupación por las personas en situación de riesgo y una incertidumbre que se ha manifestado, por ejemplo en Madrid, con una inusitada afluencia a los mercados para adquirir productos de primera necesidad e insumos para la emergencia. El ejecutivo ha declarado el Estado de Alarma por decreto, que le da poderes excepcionales para actuar, algo en lo que no depositamos confianza. Sí apelaran a la experiencia de los especialistas y trabajadores de la salud pública y a otras instancias sociales como base para la elaboración y ejecución de un plan de emergencia, las medidas serían más eficaces, brindarían más confianza que la que generan los mentirosos políticos del régimen y más tranquilidad de la que irradian los medios de comunicación sensacionalistas.

En esta como en otras situaciones de crisis, es muy difícil confiar en las instituciones internacionales y en los gobiernos: son irresponsables y avaros cuando se trata de proteger la salud pública. A la par, son generosos para garantizar las ganancias empresariales. Responden a los intereses imperialistas, a los grandes monopolios de los laboratorios y de la salud privada. Lo que gobiernan están más preocupados por la salud de la economía capitalista que por la vida de las personas. Una muestra es el repudiable acuerdo alcanzado entre la patronal y las centrales sindicales españolas mediante el cual quieren agilizar los despidos temporales por la alerta sanitaria. El gobierno PSOE-Podemos debería rechazarlo, garantizar el empleo y cuidar la salud de trabajadoras y trabajadores, sin precariedad laboral y con plenos derechos. Que la crisis la paguen los patrones y los ricos, no los trabajadores y el pueblo.

Ante la emergencia, tomamos como referencias válidas las propuestas formuladas por la CUP para Catalunya: Reforzar el sistema de Atención Primaria con un plan de presupuesto y recursos necesarios para poder garantizar la universalidad de la atención 100% pública necesaria. Dar las herramientas necesarias para resolver las dudas y las consultas sobre el Covid-19, en este sentido, habilitar, de forma indefinida y sin compensación la gratuidad de la atención telefónica a través del 061. Poner a disposición pública la totalidad de los recursos sanitarios: La administración pública se reservará el derecho de habilitar para el sistema público de salud, de forma indefinida y sin compensación, todas las plazas de sanidad privada que sean necesarias para la gestión de esta crisis. Paralelamente, resulta indispensable la suspensión de la libre compraventa de material sanitario sensible tal como mascarillas o gel desinfectante y el traspaso de todo el stock y producción en manos públicas para su distribución bajo criterios de interés común y no en base al interés privado, que subordina las necesidades a la capacidad adquisitiva. Asegurar el mantenimiento de los cuidados con dignidad: En caso de que la gestión del virus acabe comportando el cierre de centros destinados al trabajo de cuidados tales como los dirigidos a la atención a la tercera edad o los centros educativos, la administración pública debe impedir que ello suponga la desatención de ninguna persona dependiente. Recursos sociosanitarios privados a disposición de la administración pública en el mismo sentido que el anterior. Facilitar alternativas a todas las trabajadoras que vean afectada su normalidad laboral y a las familias que se vean afectadas si las escuelas cierran o los centros de atención a la tercera edad. Garantizar que las becas comedor se sigan dando para asegurar una buena alimentación a todos los alumnos. Garantizar las condiciones laborales de aquellas personas que se vean obligadas a estar confinadas y no hacer recaer en las personas trabajadoras ni el sistema de Salud competencias que emanan de situaciones excepcionales de prevención en riesgos laborales. Por ello, es necesario revisar las recomendaciones firmadas por el Consejo de Relaciones Laborales de Catalunya que plantean el teletrabajo como medida alternativa a la IT o despido. Apostar y reforzar la I + D + I pública de manera inmediata. Asegurar que con posterioridad a la crisis no se revertirá el aumento de recursos a la atención primaria pública ni en general, el aumento de recursos al sistema sanitario 100% público. Y que, por tanto, no se utilizarán recursos públicos para rescatar la sanidad privada.

En esta como en otras situaciones de crisis, es muy difícil confiar en las instituciones internacionales y en los gobiernos…

Para actuar con determinación, se deben poner en forma inmediata todos los recursos económicos y científicos al servicio de encontrar los remedios para el virus. Los grandes sanatorios privados y los laboratorios que se nieguen a colaborar y entregar los insumos necesarios ante la crisis pública, deben ser expropiados y colocados bajo control obrero y de los usuarios, la salud de la población está primero que todo. Al mismo tiempo, hay que señalar que el sistema de salud mundial dominado por la ganancia capitalista no está preparado para enfrentar el virus. Pese al avance de los tratamientos, de las vacunas, antibióticos y retrovirales que redujeron durante el siglo XX sustancialmente la mortandad de las epidemias, la debacle del sistema capitalista, los recortes de los presupuestos de salud, la pobreza y el desastre ambiental -todo agravado por la falta de información y prevención-, hacen que las recomendaciones de la OMS sean “papel mojado”.

La pandemia, sus consecuencias sobre la segunda potencia mundial y lo que esto pesa sobre el conjunto de la economía mundo, están actuando como la gota que rebalsa el vaso de una crisis muy profunda. Ya saltaron varias veces las bolsas mundiales, entre ellas la de Estados Unidos por el temor a que la pandemia de coronavirus termine por desatar la recesión mundial que los economistas anuncian. La crisis capitalista es un verdadero caldo de cultivo para la eclosión de enfermedades emergentes. Confluyen la crisis social, la pauperización creciente de franjas enteras, las migraciones, la depredación ambiental. Pero también la falta de dispositivos de respuesta. la crisis terminal de los sistemas de salud, ahogados por la coexistencia o por la preeminencia de los «subsectores» privados y la transferencia de recursos hacia estos. Consecuencia también de la implementación de políticas de ajuste estructural y liquidación de todo vestigio de estado de bienestar, de reducción del salario social y los presupuestos sanitarios, así como la baja inversión en ciencia y tecnología, y la hipertrofia asimétrica del complejo médico industrial, de lucro para las corporaciones farmacéuticas. Como integrantes de la Liga Internacional Socialista denunciamos que con el capitalismo se multiplicarán las desigualdades sociales, la pobreza, las guerras y las enfermedades, por eso, sigue habiendo una disyuntiva de hierro: socialismo o barbarie.