EE.UU.: «En el fondo, se trata del empoderamiento de la clase trabajadora»
Entrevista a Julia Salazar, candidata socialista para el Senado estatal de Nueva York. Tras la inesperada victoria de la socialista democrática Alexandria Ocacio-Cortez en la primaria demócrata del Bronx y Queens sobre un diputado nacional que llevaba diez mandatos en su cargo, la jefa del bloque demócrata Nancy Pelosi declaró que el socialismo no está en ascenso. Fue como un agente inmobiliario informándote que la casa no está embrujada; el único motivo para mencionarlo es que han habido visiones, las escaleras rechinan.
En septiembre, los neoyorquinos tendrán la posibilidad de nominar a otra miembro de los Socialistas Democráticos de América. En Brooklyn, Julia Salazar -de 26 años- se postula para el Senado de Nueva York, con una plataforma que propone un sistema de salud único estatal, la vivienda como un derecho humano, proteger la educación pública de la privatización, expandir el derecho a la negociación colectiva, y acabar con los encarcelamientos y las deportaciones en masa.
Meagan Day, de Jacobin, habló con Salazar sobre los fracasos del establishment del Partido Demócrata, la diferencia entre socialistas y progresistas, y cómo los candidatos socialistas democráticos deben rendirle cuentas a la clase trabajadora una vez que obtienen cargos.
MD: ¿Cómo te hiciste socialista?
JS: Mi familia emigró a los EE.UU. de Colombia cuando yo era bebé, y mi mamá nos terminó criando a mi hermano y a mi como madre soltera, trabajadora y sin título universitario. Mi familia no era políticamente activa y mi madre desarrolló ideas bastante conservadoras y reaccionarias, así que ese era mi entorno cuando crecí.
Empecé a trabajar en un supermercado a los catorce años, y trabajé durante la secundaria en el sector de servicios, y me fui dando cuenta progresivamente de cierta disonancia cognitiva que tenía entre la visión política que me rodeaba y mis propios intereses. Siendo una persona que sobrevivía gracias a la asistencia social, estas cosas me parecían cada vez más contradictorias.
Estudié en Columbia y trabajé como empleada doméstica, cuidando niños y limpiando departamentos. Fue a través de la educación política que recibí en la universidad, combinada con el desarrollo de mi propia conciencia de clase, que eventualmente llegué a identificarme como socialista.
MD: ¿Cuándo te involucraste en el activismo?
JS: Mi primera experiencia fue la de organizar a mi edificio. Vivía en un edificio en Harlem que era administrado por una empresa abusiva y negligente, que no calefaccionaba el edificio adecuadamente en invierno, y se negaba a hacer reparaciones urgentes para que las unidades fueran habitables para sus inquilinos. Yo tenía 21 años, no tenía formación legal, pero entré a la página web de la Ciudad y decidí que, legalmente, podíamos retener los alquileres. Entonces hablé con mis cohabitantes y vecinos y organizamos una huelga de inquilinos.
Retuvimos el alquiler durante tres meses. Finalmente, la administración judicializó el caso. Yo llegué a la corte de vivienda con un sobre lleno de documentación sobre las condiciones del edificio, y de hecho le arrancamos concesiones al dueño. Aunque, por supuesto, la empresa no me renovó el contrato, y el departamento no tenía control de alquiler, así que nos aumentaron el alquiler y nos obligaron a mudarnos. Para mi, sin embargo, la experiencia me ejemplificó y cementó la necesidad de un cambio sistémico.
MD: ¿Cómo definís el socialismo democrático?
JS: En términos generales, ser socialista democrático es sostener la visión de un mundo en el que se cumplen las necesidades de todos. Nosotros peleamos por una sociedad en la que se valora más a la gente que a la ganancia, en la que todos tengan acceso a las cosas que necesitan, no sólo para sobrevivir, sino para desarrollarse. En mi campaña esto se traduce en posiciones políticas específicas más inmediatas, incluyendo un sistema único estatal de salud, la expansión a todo el estado del sistema de estabilización de alquileres y la implementación de un control universal de alquileres, acabar con las fianzas en efectivo y políticas apuntadas a terminar con la encarcelación masiva.
MD: ¿Qué distingue a un socialista democrático de un progresista?
JS: Un socialista democrático reconoce que el sistema capitalista es inherentemente opresivo y trabaja activamente para desmantelarlo y empoderar a la clase trabajadora y a los marginados de la sociedad. Los socialistas reconocen que en el capitalismo los ricos, a través del control privado de la industria y de los bienes que deberían ser públicos, acumulan riqueza explotando a la clase trabajadora y los sectores marginados. Esto perpetúa y exacerba la desigualdad estructuralmente.
Un progresista se queda corto al proponer reformas que ayudan a la gente pero no necesariamente transforman el sistema. Pero, si no propones el control universal de alquileres y, francamente, eventualmente la abolición de la propiedad privada -aunque esa no es mi plataforma electoral porque no es muy realista- lo único que haces es patear los problemas hacia adelante.
Lo que significa ser un legislador socialista democrático es pelear por cambios que tengan un efecto material positivo en la vida de la gente, pero que también nos acerquen a un sistema económico verdaderamente socialista.
MD: Me suena a que un progresista y un socialista democrático pueden coincidir en algunas propuestas políticas claves, pero, para un socialista democrático, el objetivo es empoderar a la clase trabajadora para ganar más batallas contra el capitalismo; mientras para los progresistas es más paliativo.
JS: Sí, es como reducción de daños. Así lo describiría.
MD: ¿Cuáles han sido los principales fracasos del establishment del Partido Demócrata, y qué intereses representa en la actualidad?
JS: Fijate las declaraciones que hemos visto en la última semana, desde que Alexandria Ocacio-Cortez le ganó a Joe Crowley en la primaria demócrata de su distrito congresal en Nueva York. El ala dominante, centrista liberal, del Partido Demócrata, está completamente divorciada de lo que la mayoría de los afiliados -que son trabajadores- quieren, y las políticas con las que se identifican. Creo que lo que estamos viendo es que la base del Partido Demócrata tiene una imaginación política mucho más grande que el establishment del partido, tanto a nivel federal como en la política local.
Entonces el principal problema es la ausencia de imaginación política, de encarar cada disputa desde una posición de compromiso en vez de una posición de disposición a luchar por la clase trabajadora y los sectores marginados.
MD: ¿Qué posibilidades crees que tienen los socialistas de transformar al Partido Demócrata en una fuerza que luche por los trabajadores? Se puede reorientar, o es meramente una herramienta para desarrollar políticas socialistas independientes?
JS: Creo que definitivamente lo segundo. Mi sensación es que la reorientación del Partido Demócrata es, en el mejor de los casos, un objetivo secundario, no central. En última instancia, el sistema bipartidista limita, de facto, los derechos de la gente. Y no puedo ver al Partido Demócrata como un vehículo para la revolución democrática socialista, entonces sería absurdo y miope que los socialistas democráticos le pongamos muchos esfuerzos y recursos a ese proyecto.
MD: A su vez, otros dicen que los socialistas sólo deberían postular candidatos por fuera del Partido Demócrata. Qué les contestarías?
JS: Le tendrían que decir eso a las más de 150.000 personas de mi distrito, que viven cada día con el miedo de ser desalojadas de sus viviendas, y que están afiliadas al Partido Demócrata en un estado con primarias cerradas. Es indudablemente estratégico acá en Nueva York -aunque no en todos lados, vale aclarar- postularte como demócrata si querés llegar al poder como izquierdista. Para movilizar gente en torno a políticas socialista, tenés que interpelar a los votantes demócratas. Y no podés hacer eso de ninguna manera significante sin competir el la primaria demócrata en mi distrito.
Yo recientemente apoyé al miembro de DSA (Socialistas Democráticas de América) Jabari Brisport, que se presentó como candidato del Partido Verde. Su distrito es distinto al mio. Creo que sería genial que todos pudiéramos evitar la candidatura demócrata, y creo que es una cuestión importante para compañeros que se presentan bajo distintas circunstancias. Pero si intentáramos eso en este distrito, realmente dudo que la gente identifique, ni mucho menos que vote, a un candidato de un tercer partido en la elección general.
MD: El objetivo principal de una campaña socialista es obtener cargos y legislar, o es construir un movimiento y diseminar un mensaje? Si es lo segundo, de qué manera aporta la política electoral a ese objetivo?
JS: El objetivo es construir un movimiento. De otra forma, a la larga, sólo seríamos reformistas. Una parte de esa construcción es demostrar nuestro poder, demostrarle a la gente que queremos sumar, que el movimiento está creciendo y es viable. También tenemos que transmitir que, para construir este movimiento, debemos desafiar radicalmente a los intentos sistemáticos de alienar y aislarnos los unos de los otros. Comunicar esto es uno de los componentes más importantes de una campaña como la mía.
Además, es importante efectivamente elegir candidatos que puedan llegar a la legislatura y pelear por políticas que efectivamente transformen la vida de los trabajadores. La elección es un objetivo a corto plazo, mientras que el objetivo a largo plazo es la construcción de un movimiento. Pero los dos no son excluyentes. La manera en que la gente responde a estas campañas -por ejemplo la de Alexandria Ocacio-Cortez, la manera en que la gente a respondido a que una trabajadora latina, socialista democrática, fuera electa en el Bronx para el Congreso federal- puede tener un impacto gigantesco sobre el movimiento, a escala nacional.
Las campañas electorales de socialistas democráticos entusiasman a la gente para involucrarse en el movimiento socialista en Estados Unidos. Y, aunque creo que Alexandria Ocacio-Cortez está a la izquierda de Bernie Sanders, y que yo estoy a la izquierda de Bernie, no hay duda de que su campaña generó un increíble nivel de interés en el socialismo. Cuando hago campaña y menciono el socialismo democrático, la gente se identifica, en primer lugar, con Bernie, porque él popularizó el concepto en su campaña electoral.
MD: ¿Cuál es el carácter de tu involucramiento en DSA? Qué tan integrada está la organización en tu campaña?
JS: DSA es absolutamente integral a mi campaña, particularmente en la calle. Yo he estado involucrada activamente en DSA-NYC hace casi dos años. Estoy en el comité de organización del Grupo de Trabajo Feminista Socialista de nuestra regional, antes manejaba la agenda de la regional, hago mucho trabajo administrativo y he participado de muchas campañas regionales.
Fueron, en gran medida, compañeros de DSA -uno de los cuales es ahora jefe de mi campaña- que me convencieron de postularme. La estrategia electoral nacional de DSA ha influido en la estrategia de nuestra campaña, y los compañeros de DSA vienen militando la campaña desde que lanzamos en abril. Entonces DSA ha jugado un papel fundamental en esta campaña desde el comienzo.
MD: ¿Qué opinas de la oleada de huelgas docentes? Se trata de un nuevo amanecer de la militancia sindical? Y, si es así, qué lo ha generado? Y cuál es el rol del movimiento obrero organizado en la lucha por un mundo socialista?
JS: La huelga es la herramienta más poderosa que tienen los trabajadores organizados contra la patronal. Así que, ver a trabajadores parando en masa, y en estados que ya tenían leyes que defienden el “derecho-a-trabajar” desde antes de Janus,1 es profundamente inspirador. El movimiento socialista tiene que ser dirigido por la clase trabajadora, entonces cuando vemos trabajadores agrupándose en solidaridad para parar, es significante para el movimiento socialista. Además, los problemas laborales están relacionados a todos los problemas que enfrenta la clase trabajadora, como la salud, y fue tremendo ver eso resaltado durante las huelgas docentes.
Un verdadero movimiento socialista solo se hará realidad con la clase trabajadora tomando el poder, y ejerciendo el poder que actualmente tenemos. En el estado de Nueva York, los trabajadores estatales no tienen el derecho a la huelga por la Ley Taylor. Parte de mi plataforma, sobre la que he hablado con gente del movimiento sindical a lo largo de mi campaña, es que tenemos que reformar la Ley Taylor para permitir que paren los estatales, especialmente ahora. En el país pos-Janus, la huelga va a ser la herramienta más potente de los trabajadores.
MD: Volviendo a lo que hablamos antes, se me ocurre que un buen ejemplo de la distinción entre un candidato progresista y uno socialista democrático, puede ser que el progresista no necesariamente pelearía tanto para reformar la Ley Taylor, porque los progresistas, en gran medida, piensan que los funcionarios pueden encargarse de las cosas. Por ejemplo, pueden ofrecerle mejoras a los trabajadores aumentando el salario mínimo. Un socialista no sólo quiere aprobar leyes en nombre de la clase trabajadora, sino quitar los obstáculos de la auto-organización militante de la clase trabajadora.
JS: Es correcto. En el fondo, se trata del empoderamiento de la clase trabajadora, y eso implica mucho más que reformas favorables. No cabe duda que necesitamos expandir e integralmente financiar la red de seguridad social. Pero si hacemos eso sin alterar las estructuras básicas que oprimen a la gente y la mantienen en la esclavitud salarial, jamás veremos un cambio social duradero.
MD: Sabemos que el aparato partidario es poderoso en Albany (la capital estatal de Nueva York). Al mismo tiempo, los capitalistas en todos lados ejercen poder sobre el proceso político, directamente, financiando campañas, e indirectamente, con la amenaza del paro patronal y la desinversión. Entonces, si ganás, qué presiones y obstáculos esperas encontrar como diputada impulsora de un programa socialista democrático? Y qué estrategias tendrás para enfrentar esos desafíos sin comprometer los principios socialistas?
JS: Anticipo que trabajar dentro de la legislatura estatal de Nueva York va a ser difícil, cuando hay diferentes intereses siempre intentando comprometer la integridad de los legisladores. Hace poco vimos en Nueva York a un grupo de llamados progresistas en el Senado estatal que, en cuánto ocuparon sus bancas, entraron en un acuerdo para compartir el poder con el Partido Republicano. Te imaginás que no me interesa tanto que hayan traicionado al Partido Demócrata, pero traicionaron a la clase trabajadora. Hicieron eso, no sólo al formar un bloque con los republicanos, sino al entregar el poder que el proceso electoral les había encomendado y confiado. No creo que lo hicieron porque fueran todos secretamente republicanos; lo hicieron porque negociaron un acuerdo que les sería beneficioso, que resultaría en más financiamiento para sus distritos en el Presupuesto y en mejores perspectivas para sus carreras. Ese compromiso estaría, a fin de cuentas, al servicio de sus propios intereses.
Yo creo que siempre van a haber intereses privados compitiendo por el favor de los legisladores y ejerciendo distintas presiones, y la mejor manera de rendirle cuentas a los trabajadores -es decir, de la gente que votaría a una socialista- es mantenerse materialmente comprometida a ellos, por ejemplo no aceptando donaciones de corporaciones. La importancia de realizar una campaña de bases, no es sólo un principio. En la práctica, significa que si sos electa en una campaña financiada enteramente por el movimiento, hay una mayor probabilidad de que te mantengas comprometida al movimiento.
MD: En California, Gayle McLaughlin realizo una campaña socialista democrática como candidata a la vicegobernación. No ganó, pero una de sus ideas -además de estar comprometida financieramente a la clase trabajadora- fue formar un “gabinete en las sombras” de militantes de izquierda comprometidos al movimiento para ayudarla a tomar decisiones y mantenerla equilibrada. Los funcionarios tienen voces del establishment encima suyo todo el tiempo; su objetivo con esta idea era crear un contrapeso explícitamente rodeándose de gente que, invariablemente, le brindaría un análisis distinto. Qué opinas?
JS: Tiene mucho sentido. Un legislador socialista democrático tiene que ser impulsado, en primer lugar, por una política de clase y un análisis materialista. Para ese fin es importante rodearse desde el comienzo de gente que esté comprometida a esa visión.
Por ejemplo, en mi campaña no estamos contratando a ningún consultor. No es que los consultores sean malos por principio, pero mi staff socialista y yo somos profundamente reacios a sumar gente que nos vaya a decir que comprometamos nuestros valores socialistas fundamentales. Hay que mantener esa misma norma a la hora de crear un staff como legisladora electa. Los integrantes no necesariamente tienen que ser miembros cotizantes de DSA, pero sí hay que asegurarse que la gente que nos este aconsejando no esté arraigada en el sistema que nos oprime.
1. Janus v. AFSCME: dictamen del 27 de junio de 2018 de la Corte Suprema que le quitó a los sindicatos la potestad de cobrar aportes de no-afiliados.