Reino Unido: El Partido Laborista debe deshacerse de los saboteadores blairistas*
El Gobierno Tory (Partido Conservador) ha vuelto de sus vacaciones y una vez más se encuentra en crisis. Los millones de personas que padecen bajos salarios, quita de beneficios y pobreza esperan ver la pronta salida de este gobierno para multimillonarios. Lo que se espera es un gobierno liderado por Jeremy Corbyn, con un salario mínimo de £10 la hora, la construcción masiva de viviendas, el control de alquileres, educación gratuita y más.
Obviamente, los Tories tratarán de sostenerse, incluso mientras se pelean entre ellos, para que Corbyn permanezca fuera del cargo. Lo hacen en beneficio de la clase capitalista, la que le teme al hecho de que un gobierno liderado por Corbyn amenace sus gigantescas ganancias. Sin embargo, la clase capitalista cuenta con otro aliado que está dando todo de si para impedir que Corbyn sea Primer Ministro, los blairistas (sector laborista ligado al ex primer ministro Tony Blair).
Claramente, los miembros parlamentarios laboristas procapitalistas harán lo que esté a su alcance para sabotear el liderazgo de Corbyn. Necesitamos, con urgencia, un Partido Laborista que se una en torno a un programa que defienda los intereses de los trabajadores y la clase media, en vez de un partido en el cual varios miembros parlamentarios luchan por los intereses de los multimillonarios.
Los blairistas que se encargan de sabotear en el Partido Laborista han pasado todo el verano elevando sus falsas declaraciones antisemitas hasta el extremo, apoyados por los líderes anti Corbyn de algunas organizaciones judías. Este furor ignora la evidencia de que, mientras que el antisemitismo existe en nuestra sociedad y debe ser combatido, prevalece entre las personas con perspectivas de derecha más que de izquierda.
La última ha sido la absurda afirmación del ex Gran Rabino Jonathan Sacks, quien sostuvo que Jeremy Corbyn es un antisemita que habría, supuestamente, hecho comentarios peores que aquellos de Enoch Powell en su discurso viciosamente racista en el cual menciona los “ríos de sangre”.
De hecho, la visión de Jonathan Sacks es particularmente intolerante y pertenece al judaísmo ortodoxo; al punto de rehusarse a asistir al funeral de un rabino reformista, sobreviviente de Auschwitz, sosteniendo que “era uno de esos que destruyen la fe”.
Sin embargo, el veterano miembro parlamentario laborista de derecha Frank Field afirmó que estaba tan de acuerdo con Sacks que tenía la responsabilidad de renunciar al liderazgo del Partido Laborista. La amenaza de que Field fuera deseleccionado por el Partido Laborista local fue el verdadero disparador. De hecho, en el 2012, Field escribió para un libro sobre Enoch Powell, que comentaba el “afectó y admiración” que le tenía a Powell.
Imagínense como los medios capitalistas hubieran alzado el grito al cielo si Corbyn hubiera escrito semejantes declaraciones. Pero casi no se comentó a la hora de cubrir la decisión de Field. Y por supuesto, Corbyn, quien tiene un largo historial de oponerse a todas las formas de racismo, no lo habría hecho, mientras que Field tiene una larga trayectoria agitando el prejuicio contra los solicitantes de asilo. La reunión del Comité Nacional Ejecutivo (NEC) del Partido Laborista del 4 de septiembre se empeñó por presionar y adoptar los principios de La Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA por sus siglas en inglés), con todos sus ejemplos.
La motivación original para no adoptar su modelo por completo era asegurarse de que no fueran usados como pretexto para intentar prevenir críticas del gobierno israelí, algo que incluso el Comité Parlamentario de Asuntos Domésticos concluyó era un riesgo en 2016. La blairista Chuka Umunna, quien ahora lidera cínicamente el furor antisemita en el partido Laborista, fue parte de ese comité.
El peligro de que este furor se utilice para amordazar las críticas al Gobierno israelí fue resaltado en una carta publicada en The Guardian de los miembros del parlamento israelí representantes de “los ciudadanos palestinos árabes del Estado de Israel y los judíos por la paz y la democracia”. Escribieron para expresar su “solidaridad con Jeremy Corbyn” y dejar por escrito “nuestra repugnancia por todos los intentos recientes de completar nuestra invisibilización al prohibirle al Partido Laborista del Reino Unido cualquier mención de los nombres de las fuerzas aliadas contra la lucha Palestina”.
Concluyeron: “nos posicionamos en solidaridad con Jeremy Corbyn y lo reconocemos como un líder de izquierda con principios, que aspira la paz y la justica y se opone a todas las formas de racismo, ya sean dirigidas a judíos, palestinos, o cualquier otro grupo”.
Cualquier esperanza de que la reunión del NEC acabe con las falsas acusaciones de la derecha laborista son completamente utópicas. Margaret Hodge, miembro parlamentario, lo dejó en claro la semana pasada cuando dijo que estar de acuerdo con la adopción completa de IHRA ya no era suficiente y que continuaría acusando a la conducción laborista de antisemita hasta que Corbyn se mueva a un lado porque “él es el problema”.
No podría ser más evidente que los agentes del capitalismo dentro del Partido Laborista están determinados a impedir que un gobierno laborista llegue al poder e introduzca políticas radicales a favor de los intereses de la clase trabajadora.
Sólo detendrán su sabotaje si logran derrotar a la izquierda laborista y recuperar el Partido Laborista de los días del “nuevo laborismo”, el que apoya la privatización, las guerras y la austeridad. Esto lo comprenden muchos de aquellos que se han unido al Partido Laborista para apoyar a Corbyn, como indica la creciente demanda de que se deseleccionen los miembros parlamentarios de derecha, y la victoria de la lista de izquierda en las elecciones NEC.
Una advertencia
Desafortunadamente, en la cima del Partido Laborista no hay una clara comprensión de que Hodge, Field y otros agentes procapitalistas no tienen lugar en un partido que represente los intereses de la clase trabajadora.
John McDonnell, por ejemplo, respondió a la renuncia de Field pidiéndole a los blairistas que no se separen del partido. Detrás de esto, se expresa el temor a que una separación del ala derecha podría hacer más difícil que el Partido Laborista gane la elección general.
Sin embargo, como hemos advertido, el lado procapitalista del Partido Laborista está trabajando activamente para prevenir que Corbyn dirija la victoria laborista. Están debatiendo abiertamente como hacerlo de manera más efectiva, si romper y formar un nuevo partido de centro, separarse después de la elección general para evitar que Corbyn sea primer ministro, o seguir presionando para forzar que Corbyn se retire antes de la elección.
Un partido sin estos evidentes saboteadores sería mucho más fuerte en cuanto capacidad para actuar en defensa de la clase trabajadora. Es de extrema urgencia que se tome acción. Algunas de las medidas fundamentales que se necesitan son la restauración de la re-selección obligatoria de miembros parlamentarios y la democratización de la selección de consejeros del Partido Laborista.
La restauración de los derechos sindicales en el Partido Laborista bajo control democrático de los miembros del sindicato también es esencial. Sería parte de transformar al Partido Laborista en una versión moderna de sus estructuras federales fundacionales. Esto permitiría a todas las fuerzas socialistas y de la clase trabajadora unirse para construir un partido poderoso y 100% anti-austeridad.
Si se hace un claro llamado para dichas medidas, motivaría a todos aquellos que apoyan las políticas anti-austeridad de Corbyn, pero que todavía se sienten desorientados por la falta de un mensaje claro sobre cómo combatir a aquellos que están determinados a regresar al Partido Laborista a ser otro partido pro-austeridad y pro capitalista.
Hannah Sell, Partido Socialista (CWI en Inglaterra y Gales)
* Originalmente publicado en socialistworld.net
Reproducido desde anticapitalistasenred.org