Bielorrusia: represión, malestar social y futuro incierto
Escribe Kazimierz Kryzhich
La dictadura reprime a la sociedad en general y a las organizaciones de los trabajadores en particular. El aparato represivo y propagandístico multiplica las falsas acusaciones de “terrorismo” y las causas penales. Lukashenko apoya a Putin y podría arrastrar al país a una intervención directa en la guerra contra Ucrania. La situación económica empeora día a día. Con el miedo por la persecución y el deterioro de las condiciones de vida, crece el descontento social, configurando un futuro incierto.
Está en curso otra horda de destrucción de las libertades democráticas a gran escala, con la liquidación de Sindicatos. Nos referimos al Sindicato Libre de Trabajadores Metalúrgicos, al Sindicato Independiente de Mineros, Químicos, Ingenieros Eléctricos, Trabajadores del Transporte, Constructores y otros Trabajadores de Bielorrusia, al Sindicato de Trabajadores de la Industria Radioelectrónica de Bielorrusia, al Sindicato Libre de Bielorrusia, como así también a la asociación de sindicatos «Congreso Bielorruso de Sindicatos Democráticos».
Ataque directo al movimiento obrero
El Tribunal Supremo dictaminó que «en lugar de proteger los derechos laborales y socioeconómicos» de los afiliados sindicales, los líderes y miembros de estas organizaciones “tomaron parte activa en actividades destructivas y eventos masivos que violan el orden público, con producción masiva de información con contenido extremista”. Las medidas tienen como objetivo prevenir “huelgas ilegales “, y una “escalada en la sociedad”. A los activistas sindicales que celebran reuniones de la conducción administrativa sindical, se les realizan causas penales.
La vida social es objeto de una represión total
Colectivos laborales de todos los medios de comunicación, teatros y museos, jardines de infancia, escuelas y universidades, policlínicos y hospitales, instituciones científicas, empresas industriales y agrícolas han sido purgados de disidentes y ciudadanos desleales a la dictadura. Hasta el 23 de agosto, se han identificado 1.301 personas y unas 7.000 personas están bajo custodia, en espera de juicio y sentencia.
Falsas acusaciones y persecución en las redes sociales
La maquinaria represiva no perdona a nadie: ni a los menores de edad, ni a los ancianos, ni a las madres de muchos niños, ni a los enfermos de cáncer. La gran mayoría de los juicios se llevan a cabo a puerta cerrada, se aplican a los acusados los artículos más severos del código penal, como «traición a la patria», «extremismo», «terrorismo» y otros. Por un simple “me gusta” en las redes sociales, se puede sufrir varios años en un campo de prisioneros, sin mencionar las publicaciones, los reenvíos, la participación en protestas y su organización.
Con la complicidad de los medios de comunicación
Una vez más, como en los días del estalinismo, el país está envuelto en una ola de denuncias políticas y terrorismo de Estado. Casi todos los días, los medios progubernamentales informan sobre nuevos arrestos. Los detenidos son sometidos a torturas físicas y abusos psicológicos, son obligados a arrepentirse públicamente ante una cámara de video, admitiendo su complicidad en delitos que no cometieron. Estos videos son difundidos por todos los canales de televisión, donde los propagandistas del régimen llaman abiertamente a la creación de campos de concentración y la destrucción física de los «enemigos del pueblo».
Represión para evitar acciones populares
Esta crueldad y sadismo inadecuados de las autoridades pueden explicarse principalmente por el temor a acciones populares por los crímenes más graves cometidos por la dictadura desde agosto de 2020 contra el pueblo bielorruso. Pero cuanto más fuerte y más despiadadamente opera el régimen represivo, más difícil es para el estado mantener los indicadores económicos reales en el nivel necesario para la paz de la población.
Se agrava la crisis económica
La ola permanente de despidos por motivos políticos y el éxodo masivo del país de los especialistas más competentes (obreros, ingenieros, científicos, médicos, profesores universitarios y otros) ya han provocado el trabajo defectuoso de muchas empresas del país, un fuerte deterioro de la calidad de la atención médica y la educación, la reducción de muchos proyectos sociales y el aumento de los precios de los alimentos, los medicamentos, los servicios públicos y la escasez de productos básicos. En el contexto de la agresión militar de Rusia contra Ucrania y las sanciones impuestas, la situación económica se está deteriorando rápidamente.
Un dictador títere y dependiente del Kremlin
Al mismo tiempo, crece la desconfianza de la población sobre la posibilidad de una participación directa de Bielorrusia en la guerra contra Ucrania. Por más que Lukashenko negara su complicidad en este derramamiento de sangre y jurara que el soldado bielorruso nunca cruzaría la frontera con Ucrania, sus palabras no tienen credibilidad. Hasta el momento, el ejército bielorruso no está involucrado en las hostilidades en el frente ucraniano, pero el dictador bielorruso proporciona al agresor ruso aeródromos, campos de entrenamiento, espacio aéreo y rutas de transporte. El riesgo de verse arrastrado a una agresión militar contra Ucrania sigue siendo bastante alto para Bielorrusia.
Descontento en crecimiento, futuro incierto
Es casi imposible predecir cómo se desarrollarán más los eventos. La sociedad sigue en estado de shock por lo que está pasando y prácticamente paralizada por las constantes acciones de intimidación del régimen dictatorial. Estas condiciones dificultan al extremo la lucha organizada, todos los centros legales de interacción civil han sido destruidos. Sin embargo, crece y crecerá el descontento general, que tarde o temprano, sin duda, dará lugar a un enfrentamiento violento y sepultará a la dictadura. Así ha sido siempre y así será.