Comenzó la tregua entre Israel y Hamas

Israel finalmente acordó con Hamas el primer cese al fuego desde que comenzó su ofensiva genocida en Gaza y se inició el intercambio de prisioneros. El pueblo palestino celebró en las calles el fin de los bombardeos y un acuerdo que considera un triunfo de su heróica resistencia. Netanyahu enfrenta protestas y crisis política con sus socios más ultraderechistas que lo rechazan. Habrá que esperar para saber si el sionismo cumple todo lo acordado.

Por Coordinacion de la LIS

Tras 15 meses de incesantes bombardeos que han asesinado entre 50 y 100 mil palestinos, la mayoría de ellos niños y mujeres, destruido prácticamente la totalidad de la Franja de Gaza, dejado en la calle, hambreando, aterrorizando y humillando a sus 4 millones de habitantes, el cese al fuego fue celebrado con euforia. El respiro para intentar reencontrarse, despedir seres queridos y recuperar lo que se pueda de los escombros es bienvenido. Y el hecho de haber sobrevivido y seguir de pie es un logro invalorable.

En Israel no hubo festejos. Muchos interpretan el acuerdo como una derrota y realizaron manifestaciones en contra. Varios ministros renunciaron al gobierno. Para Netanyahu significa retroceder sin lograr la prometida “victoria total” ni el aniquilamiento de Hamas y la resistencia palestina. Son los familiares de los rehenes israelíes los que más expectativas tienen en reencontrarse con sus seres queridos.

Pero el cese al fuego es todavía precario. Este 19 de enero entró en vigor la primera de las tres fases anunciadas. Implica un alto en las hostilidades de seis semanas, durante las cuales Hamas liberará a 33 rehenes e Israel algunos cientos de detenidos palestinos. Israel debería retirar sus fuerzas parcialmente hacia el este y permitir el regreso de refugiados del sur al norte de Gaza y el ingreso de 600 camiones de ayuda humanitaria por día.

Sin embargo, es notoria la costumbre israelí de violar sistemáticamente los acuerdos que firma. El mismo día que se anunció el acuerdo intesificó sus bombardeos matando al menos 113 personas. El acuerdo reserva a Israel el derecho de reanudar acciones en casos no aclarados. También es ambiguo sobre la retirada parcial de las fuerzas sionistas y todo indica que mantendrían el control del Corredor Netzarim, que divide Gaza del sur y del norte, y de la frontera con Egipto. Esto dificultaría tanto el tránsito de refugiados del norte al sur, como del ingreso de ayuda humanitaria.

Las segunda y tercera fase, que implicarían el retiro total de Israel de la Franja y la liberación de todos los rehenes quedaron sujetas a posteriores negociaciones que se llevarían adelante en el transcurso de la primera fase.

Queda por verse cómo se desarrolla el cese al fuego en las próximas seis semanas, pero la lucha por hacerlo efectivo, juzgar a todos los responsables del genocidio, frenar a los colonos sionistas en Cisjordania y por derrotar completamente al enclave sionista sigue planteada.

El rol del imperialismo

Auspiciado por EE.UU., Qatar y Egipto, el acuerdo refleja el ultimatum que recibio Israel por parte de Trump, que quiere comenzar su mandato cumpliendo su promesa de acabar con el conflicto en Gaza. Su objetivo es evitar que la crisis en Medio Oriente, que ha tenido otro capítulo con la rebelión en Siria, se siga desmadrando y permitir que se restablezca la hoja de ruta de los entendimientos con Qatar que volaron por los aires el 7 de octubre. 

El imperialismo también es conciente del desgaste que ha sufrido el sionismo estos últimos 15 meses. Como no había sucedido en los 76 años de ocupación, el Estado de Israel se ha desenmascarado y desprestigiado ante franjas enormes de la población mundial. Esto lo debilita para cumplir el rol de gendarme para lo cual fue creado y ha sido un factor más para forzar a Netanyahu a terminar con la locura genocida.

El masivo movimiento contra los crímenes de lesa humanidad cometidos se ha desarrollado en todo el mundo, con epicentros en Estados Unidos, Europa y Australia, donde la simpatía de franjas de masas ha girado hacia Palestina por primera vez. Para muchos gobiernos, el apoyo que brindan a Israel comenzó a tener un costo molesto.

La presión ha sido tal que la Corte Penal Internacional ordenó el arresto de Netanyahu y otros funcionarios por crímenes de guerra. Ha llevado a decenas de países a denunciar el genocidio. El gobierno español ha declarado que reconocerá el Estado palestino, como han hecho también Noruega e Irlanda, y ha pedido que Europa frene el envío de armas a Israel. El presidente brasileño Lula comparó el genocidio actual con el de Hitler y retiró su embajador de Israel. Incluso el Papa condenó la “crueldad” de Israel con “características de genocidio” en Gaza.

Por otro lado, ha quedado claro que Netanyahu no logró, pese a las toneladas de bombas, la sangrienta ocupación de Gaza y el apoyo financiero y militar de EE.UU., el objetivo central que le prometió a la sociedad israelí de acabar con Hamas definitivamente. Ni siquiera pudo liberar a los rehenes y de seguir no se vislumbraba un mejor panorama.

Aunque notablemente debilitado, Hamas es con quien Israel ha tenido que acordar este cese al fuego y el intercambio de rehenes, demostrando que sigue controlando la Franja de Gaza.

Al hecho de no haber logrado los objetivos declarados en más de un año de ofensiva brutal y las presiones internacionales se suma que al interior de Israel amplios sectores opinan que el gobierno sacrificó a los rehenes en pos de otros objetivos.

Todo esto ha debilitado a Netanyahu al punto de tener que aceptar un acuerdo que nunca quiso y lo ha puesto al borde de perder la mayoría parlamentaria que lo viene sosteniendo en el poder.

Que detrás del acuerdo está la exigencia del principal patrocinador del sionismo se puede ver también con la fecha elegida para comenzarlo, un día antes de la asunción de Trump como presidente. Estados Unidos necesita evitar que se siga extendiendo la inestabilidad en la región e intentar “normalizar” Medio Oriente con la ayuda de Qatar y el resto de las burguesías árabes, que le exigen que se frene a Netanyahu y termine la matanza indiscriminada de palestinos, sin lo cual es inviable cualquier entendimiento serio.

Washington, parece decidido a que el cese al fuego se mantenga y termine la “guerra” abierta, visible y a gran escala, lo que no implica prohibirle a Israel que continúe con su plan colonial de limpieza étnica, pero a una escala y ritmo más solapado.

Pero la presión de los sectores ultraderechistas dentro de Israel tensiona en dirección contraria. En medio de movilizaciones y cortes de calle de derecha en contra del acuerdo, el gabinete lo aprobó, pero con fuerte oposición de sus sectores más fascistas. El ministro de Seguridad Nacional Ben-Gvir y los ministros de su partido se retiraron del gabinete, dejando al gobierno a tan solo 2 diputados de perder la mayoría parlamentaria y tener que dimitir. También hay reportes de que Netanyahu prometió que volvería a una guerra intensa en Gaza al final de la primera fase del acuerdo para impedir que el ministro de Finanzas Smotrich renuncie.

La resistencia palestina

Hamas presenta el acuerdo como un gran triunfo. Evidentemente resistir durante 15 meses el asedio sionista demuestra el heroísmo de las masas palestinas y los lazos que las unen a las organizaciones que han llevado adelante la resistencia. Sin embargo esto no puede hacer perder de vista que Hamas sale muy debilitado, habiendo perdido a sus principales dirigentes y parte importante de su estructura en Gaza.

Su confianza en el apoyo de Irán para enfrentar a Israel resultó ser utópica y por primera vez ha perdido una parte de su apoyo social en Gaza. En el mejor de los casos, si este acuerdo avanza hacia la retirada completa de las fuerzas sionistas, se vuelve a la situación previa el 7 de octubre. Pero con 50 a 100 mil muertos, una destrucción devastadora y muy probablemente un gobierno controlado por fuerzas extranjeras enemigas de la autodeterminación palestina.

Como saldo de estos meses también hay que contar los enormes golpes que el sionismo le ha ocasionado a Hezbollah, el único apoyo concreto de Hamas en la región. Y el enorme debilitamiento que significó para Irán perder al gobierno amigo de Al Assad en Siria.

Todo esto plantea la necesidad de abrir un debate con los luchadores palestinos y en todo Medio Oriente sobre la estrategia a seguir en el próximo período para enfrentar al monstruo sionista, que intentará recuperar la iniciativa y seguir alimentando la colonización.

Redoblar la resistencia

Mientras Qatar y otros regímenes árabes de la región acompañan la estrategia de Estados Unidos, están ansiosos de que cierta calma les permita volver a sus negocios capitalistas. Otra es la situacion de las masas trabajadoras que oprimen de manera autoritaria. Son ellas las que tienen la llave fundamental para abrir el camino de la paz, que solo es posible con la derrota del Estado genocida de Israel. Porque solo una revolución de las masas árabes tendría la fuerza necesaria para derrotar a este monstruo.

Llamamos a reagrupar las fuerzas socialistas y de izquierda en la región y luchar detrás del único programa que puede liberar de una vez y para siempre a las masas árabes: el de la revolución socialista para lograr una Palestina única, laica, democrática y socialista, integrante de una federación libre de repúblicas socialistas de todo Medio Oriente.

En síntesis, la estrategia genocida del Estado de Israel recibe un golpe y las masas palestinas ganan un respiro más que necesario con este cese al fuego. Pero la precariedad del mismo hace muy incierto el futuro.

Mientras esto se esclarece, debemos redoblar la movilización en apoyo al pueblo palestino en todo el mundo.