UE: Gobierno con familias políticas mal avenidas
El proceso de conformación de la próxima Comisión Europea está por finalizar. La mayoría del organismo ha normalizado a la ultraderecha. Habrá que resistir las medidas de ajuste y antidemocráticas a través de huelgas y movilizaciones. Y poner el rumbo estratégico con destino a una Europa socialista y de los trabajadores.
Las instituciones y sus métodos
La Comisión Europea (CE), con sede en Bruselas, Bélgica, es el principal órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE). Está compuesto por el Colegio de Comisarios de veintisiete integrantes, uno por cada país miembro del Bloque, con una cartera cada uno y la presidencia en la cúspide. Esta institución complementa su labor con el Parlamento, el Consejo, el Tribunal de Justicia, el Banco Central y el Tribunal de Cuentas Europeos.
La presidencia se nombra a partir de que los dirigentes de cada país, reunidos en el Consejo Europeo, presentan al candidato en base a los resultados de las elecciones a la Eurocámara y su designación depende del apoyo mayoritario de los diputados electos. Una vez completado este requisito, el candidato a presidente elige a los posibles vicepresidentes y comisarios que proponen los países, que deben recibir la aprobación de los dirigentes nacionales reunidos en el Consejo Europeo. Después, cada candidato presenta sus propuestas al Parlamento que decide si acepta o no al equipo y por último, el Consejo Europeo lo designa por mayoría cualificada.
Los recambios comenzaron con las elecciones
El circuito superestructural para renovar el gobierno Comunitario del período 2024 a 2029 comenzó con las elecciones realizadas en junio, cuyo resultado volvió a darle la mayoría al sector en el que se ubican el Partido Popular Europeo (PPE) -centroderecha tradicional y democracia cristiana-; el Partido de los Socialistas Europeos (S&D) -socialdemocracia y progresismos- y Renovar Europa (RE) -liberales-.
El otro dato relevante fue el auge de la ultraderecha y los conservadores que ganaron en varios países y donde no lo lograron crecieron considerablemente. Es el reflejo de un fenómeno mundial analizado al detalle en la sexta edición de la revista Revolución Permanente, de la Liga Internacional Socialista (LIS), con título de portada “El ascenso de la ultraderecha. Las tareas de los revolucionarios”.
Después de los debates, fumata de paz
En julio las tres principales familias políticas europeas aprobaron sin sobresaltos el segundo mandato consecutivo de Úrsula von der Leyen (PPE). La aprobación de los comisarios no resultó tan tranquila por los choques entre el PP y el PSOE españoles por las responsabilidades ante la muerte de 221 personas durante el paso de la DANA por Valencia. El PP intentó vetar como comisaria europea a la actual vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica del gobierno, Teresa Ribera y el PSOE la defendió. Ha sido una polémica entre cínicos ya que ambos tienen graves responsabilidades que no asumen ni desde el gobierno autonómico ni el estadual.
Finalmente, después de una semana “de infarto” el miércoles 20 de noviembre el PPE, los socialdemócratas y los liberales evitaron el estallido con un acuerdo que desbloqueó los nombramientos de la futura Comisión y se comprometieron a “trabajar juntos con un enfoque constructivo”. Los pasos siguientes los darán la próxima semana con una votación en la Eurocámara y el 1º de diciembre con la asunción de las autoridades.
Normalizan a la ultraderecha
El acuerdo también incluye la continuidad en la vicepresidencia del italiano Raffaele Fitto, del partido Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni y la aceptación del Olivér Várhelyi, del partido de Viktor Orbán, como candidato a comisario de Salud y Bienestar, a quien le han reducido las competencias quitándole el control sobre derechos reproductivos y gestión de crisis sanitarias.
Las principales familias políticas siguen adoptando a ultraderechistas como si la integración a las “instituciones democráticas” de personajes provenientes de partidos con posiciones neo fascistas fuera algo normal. Los voceros de von der Leyen lo ha fundamentado así: “Como grupo del PPE, lo más importante es que la Comisión Europea entre en funciones el primero de diciembre. Europa necesita estabilidad”.
La socialdemocracia y los progresismos merecen un párrafo aparte, ya que, como es habitual, protestaron un poco pero dejaron de lado sus promesas de rechazo a la ultraderecha y la aceptaron como parte del acuerdo. Para salvar las formas, los “socialistas” firmaron un documento vago y ambiguo que no resalta la amenaza ultraderechista y le deja las manos libres al PPE para que siga aliándose a ella. Con sus desastrosas gestiones y claudicaciones abonan al avance de los más reaccionarios en las calles y en las instituciones.
Nada que esperar de la CE
La conformación de familias mal avenidas en el Ejecutivo Comunitario augura más concesiones a la presión de la ultraderecha para la adopción de medidas de austeridad, precariedad, salarios insuficientes y ganancias empresariales. Más políticas anti inmigración, limitación a los derechos de las mujeres y superficialidad en cuanto al accionar sobre el cambio climático. Los representantes del sistema capitalista intentarán que la crisis la paguen los trabajadores y el pueblo, incluso con limitaciones a las libertades democráticas por parte de los regímenes.
El compromiso con el imperialismo norteamericano, la OTAN y el Estado genocida de Israel mantendrá su impronta estratégica más allá de eventuales críticas tácticas a los ultraderechistas Donald Trump y Benjamín Netanyahu. Son los motivos por los cuales el pueblo trabajador no debería depositar expectativas en la nueva cúpula del Bloque.
Resistencia y nueva organización política
Las huelgas, movilizaciones y las acciones europeas han demostrado que hay fuerza para continuar y profundizar la resistencia. También es indispensable la construcción de fuertes partidos socialistas consecuentes para impulsar las reivindicaciones democráticas y sociales y el reagrupamiento internacional de los revolucionarios. Levantando bien en alto las banderas del gobierno de los trabajadores y el pueblo, con una libre Federación de Repúblicas Socialistas Europeas.