A 50 años de la rebelión de Stonewall

Al cumplirse medio siglo de luchas LGBTI, quedan muchas conquistas por conseguir.   El bar Stonewall Inn sigue estando en el Greenwich Village, el barrio gay de Manhattan. Por aquella época lo frecuentaban trans, drag-queens, maricas y taxi boys. La policía vivía hostigando y haciendo razzias, hasta que la madrugada del 28 de junio la gente se hartó. Un par de travestis al frente se rebelaron y cientos se fueron sumando al grito de gay power (poder gay). Los choques en la calle duraron varios días y la policía tuvo que retroceder.

A partir de allí, el movimiento LGBTI se organizó, creció y se extendió por los EE. UU. y por casi todo el mundo. Al año siguiente una movilización inauguró las Marchas del Orgullo, que combinan festejo por los triunfos obtenidos y lucha por los reclamos pendientes.

Desde Stonewall hubo avances en materia de derechos para la diversidad sexual y de género. Según un informe de ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales. Homofobia de Estado 2019), los países que bajo distintas formas legales persiguen y castigan la disidencia sexo-genérica pasaron de 138 en 1969 a 70. Y como entre los países que despenalizaron están China e India, en medio siglo la población mundial LGBTI susceptible de criminalización legal se ha reducido del 74% al 27%.

No obstante, en países como Nigeria, Sudán, Somalia, Yemen, Arabia saudita o Irán la homosexualidad masculina (entre adultos y consentida) puede ser castigada con la pena de muerte, según la versión fundamentalista de la ley islámica (sharía). Lo mismo ocurre en regiones de Afganistán, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Mauritania y Pakistán. Decenas de otros países castigan la homosexualidad masculina y femenina con prisión.

Incluso en los países donde se obtuvieron avances jurídicos la vida real presenta problemas. En la Argentina donde la lucha colectiva logró leyes de vanguardia a nivel mundial, como las de matrimonio igualitario (2010) e identidad de género (2012), todas las semanas aparece alguna noticia sobre una paliza a un joven gay, una discriminación a una pareja de lesbianas o un travesticidio¹.

Es que el sistema vigente en el mundo sigue siendo patriarcal y capitalista, que son dos caras de una misma moneda. A la explotación de la clase trabajadora se suma la opresión de género contra las mujeres y las disidencias². Los capitalistas se benefician económicamente de esa opresión a través del trabajo doméstico gratuito de la mujer y por eso todas las instituciones sostienen esa desigualdad de poder, que es fuente permanente de prejuicios y de violencia machista. Una de esas instituciones, bajo el amparo del Estado, es la Iglesia Católica Apostólica Romana: su rol anti-derechos es similar al de la sharía.

“Varón y hembra los creó”…

Con ese título medieval, hace pocos días se publicó un documento de la Congregación del Vaticano para la Educación Católica. Habla de “respetar a cada persona” y dice que “la sociedad está en deuda con las mujeres” (vaya novedad), pero su eje es atacar la llamada ideología de género porque según ellos “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer”. “El clima cultural de nuestro tiempo ha contribuido ciertamente a desestructurar la familia, con la tendencia a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural”.

El Papa y la Iglesia niegan que el género es una construcción (y deconstrucción) social y reafirman el modelo familiar heteronormativo binario funcional al sistema capitalista. Mientras condenan la disidencia, la educación sexual integral, la anticoncepción, el aborto legal y demás derechos, hipócritamente siguen encubriendo a sus curas pedófilos, como los del Instituto Próvolo, en donde abusaban sexualmente de niñas y niños sordos.

Algunos reclamos inmediatos

Actividades en Barcelona.

En el Estado español los fachas de VOX son los abanderados de quitarnos conquistas y evitar que avancemos, enfrentarlos es ponerle un freno a la discriminación. Por otra parte, hay colectivos que formulan reclamos muy justos, tales como: terminar con la discriminación laboral, facilitar el acceso a mejores condiciones materiales de vida, aprobar el presupuesto necesarios para una aplicación efectiva de leyes progresivas vigentes, readaptar el espacio público con perspectiva feminista y en beneficio de las personas LGBT, erradicar de las escuelas y los centros educativos el acoso por razones de orientación sexual, expresión o identidad de género.

Además, introducir la figura del especialista en género y diversidad sexual entre los trabajadores educativos y los organismos, avanzar en la planificación de políticas progresivas, formar a los profesionales de la sanidad con relación a la salud de las mujeres lesbianas, bisexuales, trans, exigir la elaboración de un protocolo de prevención a las agresiones machistas y LGBT fóbicas en las fiestas populares y eventos sociales, etc. Las reivindicaciones transicionales por las cuales luchar  son muchas, en el camino de pelear por soluciones de fondo.

Asimilación versus revolución

Tal como ocurre con otros movimientos sociales, si no los pueden derrotar, el sistema capitalista, sus instituciones y gobiernos buscan desviar y asimilar todo fenómeno sociopolítico progresivo a fin de neutralizar sus cuestionamientos. Así lo hacen con el feminismo, los derechos humanos o el ecologismo.

De ese modo, apoyándose en sectores de clase alta de la comunidad, cooptan a algunos referentes y aplican políticas gay friendly para disimular la persistencia de la opresión patriarcal. Otro gran ejemplo de pinkwashing (lavado rosa) es el del Estado de Israel, que publicita en todo el mundo su tolerancia hacia el colectivo LGBTI para ocultar su histórica y violenta opresión a la población árabe en general y palestina en particular.

Ante el cincuentenario de Stonewall, la policía de Nueva York acaba de pedir “disculpas” por su actuación represiva de hace medio siglo, la alcaidía organiza festejos oficiales subvencionados por grandes empresas y hasta el propio dinosaurio misógino y homo-odiante Trump “celebra” la “extraordinaria contribución” de la comunidad LGBTI.

Nosotres no buscamos ninguna adaptación a este sistema ni nos conformamos con reformas. Vamos por una verdadera y total liberación sexual y de género, que sólo será posible cuando junto a la clase trabajadora derrotemos en forma revolucionaria este sistema capitalista y patriarcal y lo reemplacemos por la construcción de una sociedad igualitaria y libre de toda explotación y opresión, es decir el socialismo. Es la pelea que en el Estado español dan les compañeres de SOL-Juntas y a la Izquierda, integrantes de la Liga Internacional Socialista.

Colaboración de Pablo Vasco, Libre Diversidad-MST (Argentina)

1. En Argentina se consiguió que la justicia considere como travesticidio el asesinato de Diana Sacayán. En Río Gallegos se logró el cambio de carátula a homicidio agravado por odio a la identidad de género en el asesinato de Marcela Chocobar.
2. A veces coexisten también otras opresiones, como las del imperialismo o el racismo.