Los más vulnerables V: jornaleras/os del campo
El Covid-19 acentúa las injusticias y desigualdades sociales existentes en la cadena de producción agroalimentaria.
Por Conchi Martínez
En el contexto de la actual crisis mundial del COVID-19 nos encontramos ante un panorama duramente complicado, como perfectamente explican mis compañeras en notas anteriores. No, no vamos todos a una, aunque desde el gobierno de coalición, es lo que intenten hacernos creer. Las grandes empresas y fortunas del país, así como el gobierno no se encuentran en el mismo barco que la mayoría de la población. Unos están arriba y otros estamos abajo. Diferentes sectores, y al decir sectores nos referimos a personas, no están siendo protegidas para afrontar el peligro de un virus, del que parece que unos tienen prioridad ante otros. Hablamos de sectores ya mencionados, como las trabajadoras de ayuda a domicilio y el hogar, inmigrantes, mujeres, ancianos, y entre otros los y las trabajadoras del campo.
Hace apenas unas semanas se produjo a nivel nacional una serie de masivas manifestaciones lideradas en las calles por los y las jornaleras del campo, que aunque no fueran convocadas desde sus propios colectivos, fueron la mayoría de las personas que salieron a las calles. Reivindicando precios justos en los productos y sus derechos para poder continuar con la labor agraria, que desde hace décadas y cada vez más se encuentra al borde del colapso. Donde los pequeños agricultores, cooperativas y los emprendimientos familiares terminan cada campaña a pérdidas, teniendo que recurrir al negocio de los seguros agrícolas o los préstamos bancarios usuarios. Mientras tanto, los terratenientes y grandes productores reciben subsidios de la UE y, con distribuidores y comercializadores de la cadena alimentaria, se apropian de las ganancias que produce el sector.
En este contexto insostenible, que explotó hace apenas un mes en la mayoría de provincias del Estado Español, ha llegado el COVID-19, sin ser resuelta esta problemática, a la que ahora sumamos la pandemia. Teniendo claro que sin el sector agrícola no podríamos sobrevivir, literalmente ¿qué tipos de ayudas están recibiendo estos trabajadores para no contagiarse, cuidar su salud y asegurar la producción de alimentos?
En las provincias, los agricultores no solo necesitan las mascarillas para no contagiarse, para trabajar con diferentes productos son imprescindibles, bien, pues encontramos que el coste de estas mascarillas específicas casi cuadruplicaron los precios en unos días pasando de costar 6€ a 22€. Este dinero no saldrá de las arcas del Estado, ya que corre a cuenta de los propios jornaleros que deben decidir si protegerse ante posibles enfermedades o pagar estos precios desorbitados.
A la hora de trasladarse a los lugares de trabajo, cualquiera que conozca algo del sector sabrá que trabajan en cuadrillas, donde se trasladan en un solo vehículo, obviamente con las medidas tomadas con el Estado de Alarma esto se les hace imposible. Diferentes sindicatos de pequeños agricultores llevan días reclamando soluciones y medidas, entienden que se prohíba compartir coche pero, ¿alguna alternativa real? Los sindicatos han tenido que negociar con el gobierno consiguiendo poder ir dos personas en vehículos de 4 y hasta 4 en vehículos de 9. pero ¿dónde quedan las familias enteras que trabajan en las mismas tierras y solo disponen de un vehículo?
Y por último, aún permitiendo este traslado, necesitan llevar encima su documentación y permiso de trabajo actualizado que les certifique que están dados de alta en la Seguridad Social. De sobra sabemos que un elevado porcentaje de los y las trabajadoras no se encuentran dados de alta y que otro gran número son inmigrantes sin tener en regla la documentación. Estas personas deberán arriesgarse diariamente al ir a trabajar para poder comer, a pesar de las multas que obviamente correrán de sus bolsillos. Y pensémoslo, se arriesgarán para poder comer ellos, pero la consecuencia es, que podamos comer nosotras también.
Entendemos que esta crisis no es solo sanitaria, ni sus consecuencias podrán ser simplemente contabilizadas en los hospitales. Entendemos que si un sistema no funciona en sus bases, es muy fácil que en cualquier momento, se inestabilice totalmente, ya que pende de un hilo muy fino. Por ello, es tan importante analizar esta situación teniendo en cuenta la realidad de la que parte este sector, una realidad precaria.
Y por supuesto, nos planteamos que, ¿Como podemos creer que un sector que hasta hace unas semanas se encontraba en una situación desesperada, donde en la mayoría de los casos el sustento de familias enteras proviene de este trabajo, podrá asumir los gastos económicos que conllevará esta crisis? Por más alimentos agrícolas que se vendan durante estas semanas, en todos los supermercados nacionales, los jornaleros y las jornaleras al igual que los pequeños agricultores, no verán resueltos ni por asomo sus problemas financieros, y no solo eso, sino que además son ellos y ellas, el pueblo trabajador, los que van a volver a tener que pagar esta crisis. Incluso todas estas situaciones mencionadas, empeorarán, debido a los mencionados problemas que les están surgiendo para poder realizar su labor.
Entendemos que existen numerosos problemas dentro de cada sector, de cada persona y núcleo familiar y que esta crisis mundial los agravará, pero para conocerlos y poder encontrar soluciones hay que estar a su lado y no por encima. Desde el Ministerio de Agricultura no se pueden dar por contentos poniendo parches económicos que seguramente volverán a recibir las mismas empresas que reciben las ayudas agrarias europeas, no pueden hacer la vista gorda mientras el campo no se sostiene, y no pueden seguir exprimiendo porque ya casi no queda nada, y cuando nada quede, que vengan a decirnos qué comeremos. Desde (SOL) Socialismo y Libertad, mandamos nuestro apoyo incondicional al pequeño agricultor y a todos los jornaleros y jornaleras del campo, apoyamos su lucha y la tenemos presente.