De la educación formal al trabajo digno: “entre la espada y la pared”

Costear los estudios, conseguir empleo e independizarse se hace cada vez más difícil.

Por Diego Fernández

La mayoría de la juventud en el Estado español se ve continuamente “entre la espada y la pared” una vez que va surcando el final de su periodo educativo obligatorio. El cual está situado en la educación secundaria y/o en los 16 años de edad, se enfrenta a un debate continuo de incrementar sus estudios y capacidades académicas y entrar en el mercado de trabajo de una manera que le permita una independencia social y económica.

La precarización de las condiciones laborales con las últimas reformas laborales y el auge del paupérrimo sector servicios, que atacan directamente a la clase trabajadora y al empleo juvenil y femenino, convierten en una trampa el acceso al mercado laboral de la juventud. Puestos de trabajo inestables, precarios, con condiciones pésimas y en jornadas laborales eternas que incluyen fines de semana y festivos, es lo que suele acompañar a la juventud que busca su emancipación antes de los 22/23 años de edad, media en la que se titulan la mayoría de graduades universitaries.

…no siendo posible una emancipación del ente familiar con garantías hasta los 25, 30 y más de la treintena de años para una juventud vilipendiada.

Además, si les jóvenes desean tener una formación académica que les permita alguna posibilidad de poseer un empleo digno, se necesita continuamente de estudios de másteres y doctorados universitarios cada vez más imprescindibles para llegar a optar por dichos puestos, a lo cual, por condiciones económicas no es ni mucho menos alcanzable para la mayoría de la población española.

Por lo tanto, estamos en unas condiciones en las que para acceder a un puesto de empleo curiosamente digno, se hace falta tener una amplia cobertura económica, (ya sea familiar o mediante trabajos de explotación compaginados con los estudios) que permitan una independencia económica y vital real, no siendo posible una emancipación del ente familiar con garantías hasta los 25, 30 y más de la treintena de años para una juventud vilipendiada.

Esto origina a su vez, una escasa participación de la juventud en las organizaciones sindicales obreras, debido tanto a la tardía entrada en el mercado laboral, como a la deficitaria precarización de los primeros empleos y al anquilosamiento de dichas organizaciones dirigidas por auténticos dinosaurios. Todo esto lo podemos recopilar para concluir como un debilitamiento más ocasionado por el capitalismo global y las estructuras del estado en contra de la acción política y de movilización social de la juventud en el Estado español. Hay que dar vuelta todo para que el capitalismo no liquide nuestro futuro.