Argentina: Hernan Camarero, entrevista completa
Compartimos la entrevista completa que realizó Alejandro Bodart con Hernan Camarero, historiador argentino, director de la revista Archivos y del Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas, para la última emisión de 2020 de Panorama Internacional.
Alejandro Bodart: Hernán, sos un estudioso de la historia del movimiento obrero de nuestro país. ¿Podés contarnos cuales fueron las principales tendencias políticas en la naciente clase obrera argentina?
Hernan Camarero: En la historia de la formación de la clase trabajadora en la Argentina y luego de la constitución del movimiento obrero, porque es importante diferenciar esos dos niveles, uno puede reconocer cuatro grandes tradiciones, identidades y culturas políticas. Precisamente eso es lo interesante cuando uno hace la historia de la clase trabajadora y del movimiento obrero en Argentina, que es su riqueza, su densidad, su complejidad y su diversidad. Que lo ubica, sin lugar a dudas, como el movimiento obrero que reunió, en el conjunto de la historia latinoamericana, un mayor capital de experiencias y de enseñanzas, que fueron muy útiles para los tiempos que siguieron, inclusive los son hoy cuando uno las examina.
En toda la primera etapa, vamos a identificar la primera etapa como el ciclo que se abre desde el proceso de formación hacia la década de 1.870 a 1.880, miren de cuán temprano estamos hablando. Uno podía identificar dos grandes tendencias, dos grandes corrientes, una era la de los militantes que se fueron agrupando en torno al programa marxista. El papel de algunos emigrados fue fundamental, inicialmente emigrados que provenían de lo que había sido la represión de la experiencia de La Comuna de París en 1.871 y posteriormente en los años ’80 una serie de migrados alemanes que escapaban de las leyes anti socialistas de Bismarck. Menciono estas dos experiencias, también las hubo desde otros lugares, un conjunto de militantes provenientes de la inmigración italiana y algunos cuadros que ya tenían una experiencia en el movimiento obrero español. Menciono este aspecto que ahora parece sobredimensionado, pero que es muy importante, el papel de los inmigrantes, el papel de cuadros formados en experiencias previas, que cumplieron una función realmente ejemplar en el proceso de formación del movimiento obrero como sujeto colectivo.
Decía entonces que inicialmente, producto sobre todo de la difusión de la obra de Marx en el Río de la Plata, se fue forjando una corriente socialista-marxista, que luego de diversos pasos terminó coagulando en la década de 1.880 la experiencia de un primer periódico, que cumplió un papel muy importante.
En ese momento la prensa, los periódicos cumplían un papel de forjador de grupos, forjador de movimientos y de partidos. Ese primer gran periódico fue el diario El Obrero, que salió en 1.890. Y muchos por ello creen que esa fecha, en 1.890, marca un momento germinal en la historia del movimiento obrero, que los años y las décadas anteriores son de algún modo una especie de proto desarrollo o prehistoria del movimiento obrero. Y que con la fundación del diario El Obrero, en 1.890, y también hacia fines de ese año y principios de 1.891 de la primera federación o intento de forjar una federación de trabajadores, surge el movimiento obrero en la Argentina como un actor. No diría de peso todavía, pero si que va marcando un perfil en el contexto social y político.
Recordemos que estamos hablando del periodo donde Argentina tenía un desarrollo económico fuerte con el modelo agroexportador, con un régimen oligárquico-conservador que, por cierto, no dejaba muchos resquicios para el desarrollo del movimiento obrero, es decir, tuvo que ser este un proceso a contracorriente. La fundación del periódico que menciono, de la primera federación y también de la conmemoración por primera vez del Primero de Mayo, como día internacional de los trabajadores. Todo eso nos ubica el año ’90, ’91, como un año fundamental.
Esa primera corriente posteriormente va ir dando pasos para la fundación de lo que se consideraba como algo imperioso y muy necesario que era la fundación de un partido obrero. Esto generó ciertas discusiones muy interesantes, discusiones que luego se reeditan en la historia del movimiento obrero de las izquierdas. La gran discusión en ese momento era, si había que fundar un partido, un partido que bregara por la independencia política de la clase obrera o había que insistir en la creación de una federación de sindicatos, es decir, había que priorizar la lucha sindical para galvanizar más a la clase y luego lanzarla en una forma de partido. Ese debate de partido o sindicato, de partido u organización sindical, fue algo que signó mucho el campo del movimiento socialista de esos años.
Finalmente, el grupo que se impuso fue el que planteó la idea de fundar un partido. Hubo un proceso que duró entre 1.892 y 1.896, en el medio se dio otro paso importante que fue, en abril de 1.894, fundar el periódico La Vanguardia y finalmente en 1.896 la fundación de lo que va a ser el Partido Socialista Obrero Internacional, que luego toma el nombre de Partido Socialista Obrero Argentino. Finalmente es conocido como Partido Socialista.
Este Partido Socialista, en el que inicialmente el que va a ser su futuro líder, Juan B. Justo, no tuvo un papel tan central, mas bien lo fue ganando en el segundo y tercer congreso e imponiendo sus posiciones y reformateando a ese Partido Socialista en un programa y una estrategia, que fueron las características de la Argentina que fueron convirtiendo al PS en un partido fuerte, y diría exitoso como empresa política, pero muy débil como dirección del movimiento obrero, lo hizo bajo un programa fuertemente reformista. Es decir, un programa de reformas, un programa que renunciaba a una estrategia revolucionaria y sobre todo que renunciaba a la dimensión de la lucha de clases entendida como prácticas de acción directa.
Juan B. Justo hablaba de la necesidad de la lucha de clases, pero un poco que la entendía como un debate público, un debate en el cual forzaba a que la burguesía también se estructurara como partido, que finalmente en la Argentina haya partidos en torno a ideas y a programas. Él decía que este es el partido de la clase trabajadora con su programa, más bien era un programa mínimo. Había un programa máximo que había sido votado en el congreso de 1.896, pero era un programa que se enunciaba sobre todo para los primeros de mayo o para los días de conmemoraciones, pero en la práctica el partido se comportaba con un programa mínimo.
Bueno he aquí nuestro partido y nuestro programa, y lanzaba el desafió de que también la burguesía forjara sus partidos. De algún modo en el debate y en la confrontación de ideas de los programas y sobre todo en el parlamento se iba ir avanzando en la extensión y profundización de una democracia política o de una democracia social. Es decir, es muy claro que el Partido Socialista acabó siendo uno de los primeros partidos de la Argentina, que tuvo su influencia en el movimiento obrero, que ayudó a la constitución también del movimiento obrero y el movimiento sindical, pero lo fue orientando a una alternativa claramente reformista, parlamentaria y muy integrado al sistema. Incluso en buena medida fue un partido que tuvo cierta deriva o cierta impronta, en su programa, democrática liberal. Es decir, combinaba ciertos rasgos muy característicos de la tradición del socialismo marxista, pero era un partido incompleto como partido marxista. El propio Justo negaba su condición de marxista en términos ortodoxos.
Si bien Justo tuvo una inserción en el movimiento socialista internacional, fue una figura de la segunda internacional, quizás su figura más destacada en América Latina durante unos cuantos años, fue un marxista bastante heterodoxo, muy poco clásico. En ese sentido, podría decirse muy creativo.
Tenemos esta primera gran corriente, que es la del Partido Socialista. Que ya marqué algo que es muy importante, fue fuerte como partido. Partido que empezó a sacar muchos votos ya entrados en el siglo XX y empezó a sacar parlamentarios, diputados y luego senadores. Después de que se abrió la Ley Sáenz Peña en 1.912 empezó a tener representación en el senado.
Fue fuerte en la instancia electoral, en la acción legislativa, en la acción cultural, en el movimiento cooperativo. Muy importante, fue una experiencia interesante, sobre todo el propio Justo la señalaba, esto de que los trabajadores se adiestraran en el manejo de lo social a través de la labor cooperativa, como prefigurando la sociedad por venir, el Socialismo le dio mucha fuerza a lo cooperativo. Pero fue muy débil, vuelvo a decirlo, como dirección del movimiento obrero.
Para decirlo de manera muy esquemática, fue en ese sentido, un partido, quizás tan reformista o en una impronta reformista como ya lo era la socialdemocracia almena, a fines del siglo XIX y principios del XX. Solo que el Partido Socialdemócrata alemán dirigía el movimiento obrero, mientras que el Partido Socialista argentino no logró dirigir ni organizar el movimiento obrero.
¿Si no lo hizo el socialismo, quién lo hizo? Lo hizo la segunda corriente que se empezó a formar en los años ’80 y sobre todo en los ’90, que fue la del anarquismo.
El anarquismo fue muy importante para la historia del movimiento obrero en la Argentina. Sobre todo, desde que en 1.897/98, se fortaleció la corriente de los llamados Anarquistas Organizadores, los que fundaron el diario La Protesta Humana, los que plantearon un anarquismo que rechazaba el planteo anti organizador y que bregaba por luchar, obviamente, por un planteo ácrata en contra del Estado, en contra de la burguesía, en contra de todas las formas de opresión y dominación. Pero que también le diera lugar a la lucha sindical y ese fue el gran mérito de los anarquistas organizadores, se lanzaron al movimiento obrero. Y por eso no es casual que, en 1.901, en un escenario en el que el socialismo, dejaba más bien un espacio vacío de representación, de organización, fueron los anarquistas los que acabaron fundando la primera gran organización del movimiento obrero, que fue la FOA, Federación Obrera Argentina, en 1.901. Que luego se transformó en la tan famosa FORA, Federación Obrera de la Región Argentina.
En esos años el anarquismo se convirtió en la gran dirección, convirtió a la FORA en una entidad de lucha, que llevo a agrupar, a movilizar entre 15.000 y 20.000 trabajadores, los lanzó en grandes luchas contra el Estado y contra la patronal, y varias huelgas generales. Incluso con eso que era tan característico del anarquismo, no solo haciendo lucha sindical, sino también otro tipo de combate. Por ejemplo, organizaron la Huelga de inquilinos en 1.907; organizaban las mujeres, fueron muy importantes en la lucha por la emancipación de la mujer. Uno señala al anarquismo a mitad de camino entre una lucha obrera y una lucha popular más amplia.
Lo cierto es que anarquistas y socialistas fueron la primera expresión masiva del movimiento obrero. A ellos se agregó una tercera corriente, ya a principios del siglo XX, fue el Sindicalismo Revolucionario. Era una corriente muy fuerte en Europa, sobre todo en Francia e Italia donde dirigían al movimiento obrero, con los planteos de Labriola, Sorell y otros. Que llegaron a las tierras del Río de La Plata con mucha fuerza, lograron ganar un sector del Partido Socialista y en 1904/1905 rompieron con el PS y se fundaron como una corriente autónoma.
¿Qué planteaba el sindicalismo revolucionario? Inicialmente era una corriente a la izquierda del PS. Cuestionaban el horizonte parlamentario, reformista del PS. Planteaba que el país había abandonado la lucha de clases y había que organizar a los trabajadores en sus luchas cotidianas y en sus luchas sobre todo revolucionarias, por eso el apelativo Sindicalismo Revolucionario.
Entonces terminaron formando una corriente propia, se hicieron fuerte en el movimiento obrero, desplazaron al socialismo y luego fueron por la dirección del movimiento obrero. En 1.915 lo consiguieron, cuando lograron la dirección de la FORA, en el famoso Noveno Congreso, en 1.915. Por eso esa FORA fue autodenominada FORA Noveno Congreso, es decir la FORA dirigida por el sindicalismo.
Lo interesante es que el sindicalismo comenzó como una corriente revolucionaria, pero luego se fue moderando en su programa y en su estrategia, se fue adaptando cada vez más al régimen, sobre todo bajo los gobiernos radicales. Y empezó a tornarse en una agrupación, en una corriente sobre todo negociadora, más pragmática, incluso con tendencias cada vez más burocráticas. Digamos que estaba definida por una orientación fuertemente economicista, que renunciaba al combate político.
Fue un grave problema para el movimiento obrero la corriente sindicalista, porque bloqueó, obturó la posibilidad de que la clase trabajadora en la Argentina se diera la batalla por un partido político propio, que adoptara un programa de características revolucionarias. Los sindicalistas inicialmente decían, lo único revolucionario es el sindicato, no el partido. No puede haber un partido obrero, todo partido es burgués, todo partido significa jugar en el terreno de la burguesía. Renunciaron a la lucha política, a la forma partido y finalmente terminaron como terminan todos los sindicalismos, adaptados. Yo siempre digo una frase un poco provocadora, “No hay finales felices en los sindicalismos revolucionarios”. Antonio Gramsci decía, “Sindicalismo revolucionario es una contradicción de términos”, porque nunca un sindicalismo puede ser revolucionario. Porque de lo se trata la lucha sindical, es de mejorar las condiciones de la venta de la fuerza de trabajo. Para que sea revolucionaria tiene que tomar un programa político.
Recordemos que la historia del sindicalismo revolucionario en Argentina fue después de ser una corriente muy a la izquierda, que cuestionaba el reformismo del PS, terminó negociando con los radicales, terminaron adaptándose al régimen en los años ’30 y finalmente se disolvieron en las filas del laborismo y del peronismo.
Hubo una cuarta corriente que fue el Partido Comunista, que también fue muy temprano. Fue el primer Partido Comunista de América Latina junto con el mexicano. Surge formalmente con el nombre de Partido Comunista sección Argentina Internacional, surge a fines de 1.920, cuando toma las 21 condiciones de Zinóviev de la Internacional y se funda como sección de la Comintern. Pero en realidad ya había surgido antes, en enero de 1.918, bajo el nombre de Partido Socialista Internacional.
¿Qué había sido el Partido Socialista Internacional? Había sido una ruptura del por izquierda, otra vez una ruptura por izquierda del PS. Cuestionando cosas parecidas a la del Sindicalismo Revolucionario de una década atrás; el horizonte reformista del partido, que le daba la espalda a la lucha de clases, que negaba la lucha gremial, que se olvidaba la lucha por elementos del programa máximo, el internacionalismo, el antimilitarismo, etc.
Surgió como una corriente interna del PS, a partir de 1.911/1.912, con una figura fuerte, que fue la de Jose Fernando Penelón. Dio la batalla dentro del partido, bregó porque el Partido Socialista tuviera una conducta internacionalista durante la Primer Guerra Mundial, estuvieron en contra de que los diputados del PS votaran o estuvieran dispuestos a votar la ruptura de relaciones con Alemania, violando lo que era la tradición y la postura de la Internacional. Finalmente fueron echados y fundaron ese pequeño PSI, que en el ’20 toma el nombre de Partido Comunista.
El PC fue en los primeros años un partido más bien débil en el movimiento obrero, tuvo cuadros obreros, pero no era la corriente definitoria. Mi planteo es que el Partido Comunista se empezó a hacer fuerte en el movimiento obrero a partir de la segunda mitad de los años ’20, cuando adoptaron la estructura celular. Rompieron con la tradición de organización del viejo PS y tomaron la forma de organización de células; células de fábricas, células de empresas. Es decir, agruparon los trabajadores de la misma empresa bajo una militancia clandestina, que la patronal no pudiera reconocerla y por la base, por abajo ir forjando organismos de control o de poder obrero.
Con la organización de las células, el PC empezó a penetrar fuertemente en la clase obrera y sobre todo en la facción más explotada y menos organizada de la clase obrera, que era la clase obrera industrial.
Recordemos que a fines de los ’20, a lo largo del ’30 y principios de los ’40 en Argentina se dio lo que se conoció como industrialización sustitutiva de importaciones. Creció mucho la industria, se multiplicó el número de obreros de la industria, de la carne, metalúrgicos, textiles, de la construcción. Y ese era un sector poco organizado.
Los socialistas más bien no lo atendían, los sindicalistas estaban muy cómodos en los gremios que manejaban: los marítimos, los ferroviarios. Los ferroviarios eran la gran organización obrera en Argentina. Los anarquistas estaban allí entre los obreros más explotados, pero eran muy débiles ya, habían sido derrotados. O sea, el anarquismo sufrió una derrota fuerte con las huelgas del Centenario, en 1910 y ahí empezó un declive.
Entonces ahí había un espació vacío, el PC ocupó ese espacio. Se lanzó, como digo en uno de mis libros, a la conquista de la clase obrera industrial y empezó a organizar por la base a esos trabajadores tan mal pagos, carentes de legislación laboral. En donde era muy difícil organizar la lucha sindical, porque el patrón te expulsaba a penas se daba cuenta que estabas ganado por una conciencia anticapitalista. Entonces el PC con esa lucha clandestina, blindada, con mucha disposición revolucionaria. Y esto hay que reconocerlo, inclusive, a pesar de que ya el PC se iba adaptando al proceso de estalinización de la Comintern, esto no tenemos que perderlo de vista. Ya sabemos que a mediados y fines de la década del ’20 el PC argentino se va adaptando a la deriva burocrática y estalinista de la Comintern. Sin embargo, a pesar de esta orientación histórica, la militancia práctica de los comunistas en las fábricas y en los talleres les abrió un espacio de inserción.
Y el PC entrado en los años ‘30 estaba muy bien implantado en la clase obrera industrial. De modo que fue la cuarta corriente en llegar, pero cuando llegó, llegó con mucha fuerza. Y a principios de los años ’40, ahí planteo una suerte de contra fáctico, bueno no soy el único, de no haberse producido el golpe del ’43, que hizo aparecer a Perón, es muy probable que la dinámica hubiera sido que el Partido Comunista no solo terminara de conquistar su influencia total sobre el proletariado industrial, ya dirigía. Miren les doy un dato que es impresionante. Para 1943, los 6 secretarios de los sindicatos industriales más grandes del país, metalúrgicos, carne, construcción, madera, textil y del vestido, eran miembros del Comité Central del PC. Es decir, ¿cuándo un partido de izquierda va a tardar en tener en su dirección, en su Comité Central 6 secretarios de los sindicatos industriales más fuertes?, ese era el Partido Comunista. Es decir, su influencia entre el proletariado industrial era muy fuerte.
Es probable que, pasado unos años, inclusive pudiera conquistar toda la dirección de la CGT, que se había fundado en el ’30, en la que todavía los socialistas y los sindicalistas tenían peso. Pero el PC era el partido que avanzaba más rápidamente.
Con esto cierro esta descripción. No es casual entonces que, uno de los elementos del golpe del ’43, del coronel Perón, sea precisamente una estrategia anticomunista. Es decir, evitar que la clase obrera quede completamente en manos del PC y por eso su acción anticomunista, por un lado, de perseguir y los persiguió muy duramente a los comunistas en el ’43 y ’44, llenó la cárcel con cuadros sindicales del PC. Pero al mismo tiempo con la otra mano ensayó esas medidas de atención de los reclamos obreros; aumentó salarios, aguinaldo, convenciones colectivas. Y ahí surgió un nuevo fenómeno político, la aparición del peronismo fue el fenómeno que cortó un desarrollo de 50, 60 o 70 años.
El peronismo siempre dice, “nosotros fundamos el movimiento obrero”. Cada tanto dice “fundamos la CGT”, como si la hubiesen fundado en el ’45, en realidad se fundó en el ’30 por dirigentes socialistas y sindicalistas, donde también había comunistas. El peronismo tiende a decir que ellos son el punto de constitución del movimiento obrero en Argentina, eso es falso.
El movimiento en Argentina tenía varias décadas de desarrollo en distintas variantes, reformistas, revolucionarias, de rechazo al Estado, de combate al Estado, de integración, de inserción en los trabajadores industriales, entre los ferroviarios. Con experiencias muy ricas, debates programáticos impresionantes sobre los que hay que aprender mucho, hay que volver sobre esos debates; de programas, de tácticas, de programa máximo, de lo que son luchas reivindicativas mínimas, de cómo hacer acción legislativa, que lugar tiene la labor cooperativa. La lucha cultural muy importante. Es muy importante la experiencia de la cultura obrera, partidos y corrientes que tenían bibliotecas, que le daban lugar a la lucha por la emancipación de la mujer.
En fin, es una experiencia que creo que se puede aprender mucho y que en el año ’45 tiene un corte, pero da lugar a otras experiencias que luego puedo reincorporar, en la que, por ejemplo, aparece el trotskismo. Que lógicamente en este primer periodo va a aparecer en el año ’29, ’30, pero como una corriente indudablemente muy marginal, muy pequeña.
AB: En uno de tus libros desarrollás cuál fue el impacto de la Revolución rusa por estas tierras, ¿nos podés contar un poco sobre esto?
HC: Bueno la Revolución rusa fue un proceso que tuvo una gran influencia en la clase obrera en la Argentina y en toda América Latina, incluso más allá de las propias filas del mundo de los trabajadores y de las trabajadoras.
Inicialmente la Revolución rusa, por supuesto en su capítulo de febrero tuvo un carácter casi universal. Es decir, cuando uno estudia cómo se leyó la Revolución de Febrero, cuyas noticias llegan en marzo. Inicialmente todo el mundo estaba a favor de la Revolución rusa, es decir, no solamente el campo de las izquierdas. No solamente saludaron el derrocamiento del zarismo, que era conocido el régimen zarista en el mundo como la representación de lo despótico, de la autocracia más despótica.
Entonces todo el mundo saludó la caída del Zar y la instauración de una república, en la cual rápidamente se empezó a conocer esa palabra nueva que se llamaba sóviet, que era un organismo, un consejo de delegados, de representantes, de soldados, de obreros y posteriormente también de campesinos.
Entonces la idea de una república, de una república con asamblea o consejo popular, eso hacia retratar la idea de una revolución muy profunda, de una revolución de masas. Que había logrado lo que aparecía como impensable, derrocar uno de los regímenes más despóticos y más fuertes, antiquísimo en el seno de Europa.
Inicialmente todo el mundo lo apoyó: los anarquistas, los que van a ser los socialistas internacionales que luego fundan el PC, los sindicalistas revolucionarios. Pero fuera de la izquierda todo el mundo apoyaba, inclusive, por ejemplo, el diario La Nación, yo escribo un libro sobre esto que se llama Tiempos Rojos, y ahí comento como el diario La Nación, el diario La Prensa saludaban, decían “Los liberales y los republicanos saludamos los eventos de Petrogrado, porque ahora Rusia se va a acercar al occidente europeo, a los valores de la república, de la división de poderes” y entonces hay un gran consenso.
Sin embargo, cuando el proceso se fue profundizando, inclusive quiero decir que ganó los titulares de los diarios, el tema de la Revolución rusa llegaba a los a los titulares. Todos los titulares de los diarios retrataban estos hechos. Pero luego cuando fueron avanzando los meses y se dio a conocer las disidencias internas, como así se las llamaba, en el seno del campo post zarista, campo que había abierto la Revolución de Febrero. Yo hablo como si fuera un acordeón que se abre en su máxima expresión desde febrero a marzo, todo el mundo a favor. Pero luego ese acordeón es como que se cierra. Se va cerrando ¿Por qué? Por que se van expresando opiniones cada vez más condenatorias, de una tendencia a la que inicialmente no se reconocen con mucha claridad, que es la tendencia de los maximalistas.
Se empieza a hablar de un Lenin que, vuelto del exilio, había trastocado su origen en las filas de la socialdemocracia para adoptar el programa bakuninista. Miren que curioso, se decía que lo que estaba planteando Lenin era una estrategia de tipo bakuninista. Es decir, la instauración inmediata del proyecto de una comuna revolucionaria, incluso en las propias filas de la vanguardia uno leía que Lenin ya había quedado por fuera de las filas de la Internacional, como que había virado hacia otro planteo. Además, la sospecha de que era un agente alemán, es decir, un agente pago por el imperialismo alemán. ¿Para qué? Para derrocar al gobierno provisional, sobre el que se destaca la figura de Kérensky. Entonces la caída, el eventual derrocamiento del gobierno de Kérensky y sacar a Rusia de la guerra, que era el planteo que tenían los bolcheviques, iba a ser un gol a la medida del Imperio alemán, por lo tanto, era un agente alemán.
Esas cosas se reprodujeron con mucha claridad. Cuando uno lee los diarios de julio o agosto del ’17 y se reproducen en Argentina, me refiero en Bueno Aires y se reproduce en la Vanguarda.
Lo cierto es que sabemos el desenlace. Finalmente, el desenlace es la insurrección de octubre; la conquista de los bolcheviques por parte de la mayoría de los sóviets, la instauración de un gobierno soviético y el inicio de las grandes transformaciones.
Cuando eso ocurre se genera una polarización impresionante. No solo la derecha tradicional, la derecha liberal, la derecha conservadora, por supuesto la iglesia; que tenía una influencia enorme en su momento, por ejemplo, uno de los grandes diarios se llamaba El Pueblo, era de tendencia católica. Alguno puede ver la Nación, La Prensa, La Razón, pero también la Vanguardia de los socialistas, condenando lo que se definía como el golpe de Estado de los maximalistas.
Un golpe de Estado contra la república, un golpe de Estado contra el resto de la izquierda, inclusive contra los mencheviques. Un golpe de Estado al servicio del imperialismo alemán, porque inmediatamente retiró a Rusia de la guerra y le permitió a Alemania desalojar su frente oriental y concentrarse en el frente occidental. Esas eran las diatribas que ocurrían hacia fines del ’17 y principios del ’18.
¿Dónde perduró el apoyo a la Revolución de Octubre? En las filas del movimiento obrero, allí el naciente Partido Socialista Internacional. El Partido Socialista quedó muy confundido, oficialmente la dirección del Partido Socialista; Juan B. Justo, Antonio de Tomasso, Repetto, condenaron el golpe de Lenin y condenaron la idea de una dictadura del proletariado. Decían, Los socialistas no apoyamos ninguna dictadura y además va a ser una dictadura sobre el proletariado.
Desde allí en más el Partido Socialista conforma su programa reformista y decían que lo que están haciendo es una locura. ¿Pero qué ocurrió? Que en el seno del PS hubo muchos sectores que se pronunciaron a favor de la revolución. Entre ellos, por el ejemplo, una figura histórica, el senador Enrique del Valle Iberlucea. Que había estado en posiciones siempre discutiendo con Justo, pero no era precisamente un referente del ala izquierda. Sin embargo, el senador del Valle Iberlucea empezó a apoyar muchas de las transformaciones y se pronunció a favor de la Revolución rusa. Y el, como era senador, miren el clima reaccionario y hasta donde puede sostener la burguesía la bandera de la república, que en el Senado un juez le inició un juicio por sus posiciones a favor de la revolución y se inició la discusión por el desafuero. Y fue desaforado, es decir, fue expulsado del parlamento, solo por expresar su posición de apoyo a la Revolución rusa.
Como del Valle Iberlucea hubo otras figuras. Un intelectual, vinculado al partido como José Ingenieros, también se inició a favor. Es decir, las filas del socialismo quedaron conmovidas. Incluso un tiempo después se formó una corriente, una corriente llamada Tercerista. Toda una corriente muy importante, sobre todo juvenil, que planteo directamente que el Partido Socialista apoyara la revolución y se afiliara a la Tercera Internacional, cosa que Juan B. Justo rechazó completamente. Pero fueron expulsado, esa corriente tercerista entró y fortaleció al Partido Comunista a partir del año 1.921.
En las filas del anarquismo fue complejo. Los anarquistas apoyaron inicialmente, incluso el fenómeno de octubre, la idea de derrocar el gobierno de la burguesía, instaurar un gobierno de los soviets. Pero rápidamente empezaron a plantear que eso no era un gobierno de los sóviets, si no un gobierno de un partido. Y entonces rápidamente diarios como La Protesta y luego La Antorcha se replegaron.
Pero hubo una corriente anarquista, conocida como Anarco bolchevique, que mantuvo el apoyo a la revolución. Planteando que los bolcheviques no eran el elemento central, que lo central era el proceso de revolución objetiva que estaba ocurriendo y que ese era un proceso que había que apoyar. El periódico Bandera Roja expresó esa posición del campo libertario, que mantuvo la posición a favor de la revolución, por lo menos hasta el año ’21. Luego de lo de Kronstadt, obviamente, y otros hechos hicieron replegarlos.
En las filas del sindicalismo revolucionario hubo otra corriente también, se llamaron sindicalistas rojos. Tuvieron un periódico, La Batalla Sindicalista. Eran tipos que decían, somo sindicalistas, pero reconocemos que los bolcheviques han protagonizado una revolución como nadie lo ha hecho. Reconocían que se les trastocaba el programa, no habían sido los sindicatos los que habían tomado el poder, habían sido los sóviets dirigidos por un partido. Decían es una revolución hay que apoyarla, confiando en que luego se van a sacar de encima el partido.
Muestro la diversidad de posiciones que hubo, lógicamente las noticias que llegaban desde Petrogrado y Moscú eran bastantes conmovedoras. Era la revolución que permitía cosas como la distribución de la tierra, el control obrero de la producción, avanzaban en medidas por la emancipación de la mujer; en contra de la esclavización del trabajo doméstico, el divorcio, el aborto; la transformación total del arte, la cultura y las vanguardias estéticas. Eran cosas que durante el año ’18, ’19 y ’20 mantuvieron en vilo al campo del movimiento obrero, de las izquierdas. Yo diría que, de manera mayoritaria, aplastantemente mayoritaria hubo apoyo a la revolución.
Y en las filas del enemigo de clase, la burguesía, los grandes diarios y la iglesia, hubo obviamente una persecución, un combate a las ideas de la revolución. Yo lo que veo es que, si en los primeros 3 o 4 años muchos apoyan a la Revolución rusa desde perspectivas distintas, yo diría que para mediados de los años ’20, el apoyo a la Revolución rusa queda más identificado con la corriente que se referencia explícitamente en el régimen soviético, en el partido y en la Comintern. Y ese fue el Partido Comunista.
No se si entiende. Inicialmente el apoyo es muy amplio, muy diverso, pero para mediados de los años ’20 ese apoyo queda más referenciado en un PC, que de algún modo asume el lugar de embajador del proceso de la Revolución rusa.
La Revolución rusa siguió impactando después de los ’20, lógicamente y en los ’30, pero ya todo quedo más mediatizado con la referencia local, que eran los Partidos comunistas. Quiero decir que el apoyo excedió al campo de las filas de los trabajadores. Por ejemplo, su impacto en el mundo de la cultura, de la intelectualidad fue enorme. Decenas de escritores, de artistas y pintores, lo más avanzado de la vanguardia adhirieron a la revolución.
Cuando uno ve el mundo de los escritores de Bueno Aires de los años ’20, el grupo de Boedo, el grupo de Florida, en los dos, la mayor parte de los escritores adhirieron a la revolución. Todos, incluyendo un joven, del cual luego uno lo creería muy poco, que fue Jorge Luis Borges. Que era un fanático, defensor y admirador de la Revolución rusa, allí entre los años ’17, ’21 y ’22. El lo declaró, lo afirmó en sus cartas y escribió unos poemas llamados Guardia Roja y no recuerdo los otros títulos. Iba a proyectar un libro, que iba a publicar bajo el título de Los Salmos Rojos, en donde homenajeaba a la revolución. Pero después de los años ’21 y ’22 Borges se mostró decepcionado con el curso de la revolución y fue virando hacia otras posiciones. Luego abandonó y trató de tapar ese periodo juvenil, no adherente al bolchevismo, sino adherente a la causa de la revolución desde una perspectiva comunista libertaria, ese fue un camino que siguieron muchos.
El concepto de comunismo libertario, es decir, gente que provenía de una tradición libertaria, ácrata y confluyeron con la revolución. Pensemos que ese fue un trayecto que recorrieron muchos. Por ejemplo, en la Argentina, el grupo de la revista Insurrexit de Mika Feldman, Hipólito Etchebehere, etc. Lo comento porque luego fueron algunos de los primeros trotskistas que hubo en Argentina. Fue esa generación de libertarios que adhirieron a la revolución y llevaron más allá a su apoyo, entrando a las filas del Partido Comunista.
Entonces, como digo, la influencia de la Revolución rusa se hizo sentir en varios terrenos de los trabajadores. Bueno, el mundo estudiantil. No mencioné algo tan obvio como la Reforma Universitaria del ’18, surgida en Córdoba, pero que luego se difunde por todos lados, incluso en América Latina.
El movimiento de la reforma del ’18, obviamente fue un movimiento también que se referenció en la Revolución rusa. ¿Por qué? Porque la Revolución rusa era vista como una revolución hecha sobre todo por una nueva generación. Se la veía como una revolución hecha, en donde el papel de los estudiantes intelectuales, fusionados con los obreros que, a su vez lideraban un movimiento campesino de masas, era vista como una ecuación muy eficaz. Entonces el lugar de los jóvenes, de los estudiantes aparecía potenciado por la revolución. Entonces todo el ideal de la reforma del ’18 también se inspiró en la Revolución rusa.
Así que como podemos ver, son muchos los fenómenos de la lucha de clases, de la lucha sindical, de la lucha estudiantil y cultural, que tuvo en la Revolución rusa un faro de inspiración muy profunda. Que se mantuvo por lo menos durante toda la primera década. Luego lamentablemente, el proceso de degeneración y burocratización del régimen de la revolución, del proceso reaccionario, termidoriano que va a acabar dirigiendo Stalin, hizo que el apoyo a la revolución tomara otro carácter y se enfriara muy notablemente.
AB: Hernan, hace muy poco publicaste un trabajo sobre el surgimiento de la Oposición de Izquierda en la Tercera Internacional en la región y en nuestro país. ¿Nos podés desarrollar un poco esto?
HC: Si yo empecé a estudiar, hacía un tiempo lo había analizado. Pero ahora volví nuevamente sobre las bases de unas nuevas fuentes, que no habían sido tan examinadas, que son los papeles que el propio Trotsky había depositado después de su exilio en México, los había depositado en la Universidad de Harvard. Eran los papeles de la oposición de izquierda.
En los últimos años se pudieron conocer más esos materiales, y son muy ricos para entender el proceso de germinación y primer desarrollo de la Oposición de Izquierda y luego de la Cuarta Internacional.
Estuve estudiando ese fenómeno. La Oposición de Izquierda surgió en América Latina, yo diría en 3 o 4 países principales. Estoy hablando de muy pequeños focos, es decir, de un grupo muy acotados de militantes, y ahora voy a analizar un poco el contexto.
Hubo un grupo pequeño en México. Por supuesto, que luego se va ir desarrollando en los años ’30 y va a ser muy importante para darle apoyatura a Trotsky cuando llega a México, como lugar de exilio.
Hay otro foco importante en Brasil. Yo diría que ese fue bien interesante. Afortunadamente ahora se están haciendo muchos trabajos sobre esa primera Oposición de Izquierda y de ese primer trotskismo brasilero. Yo lo destaco mucho y en el artículo lo utilizo para compararlo con el caso argentino, y así entonces entender el caso argentino, al compararlo con el brasilero.
El brasilero tuvo la particularidad de que surgió una corriente de oposición dentro del PCB, formada por cuadros obreros importantes y por cuadros intelectuales muy importantes. Entre los cuales se destacó la figura de Mário Pedrosa.
Mário Pedrosa fue un gran crítico de arte, filosofo. Un tipo que era una referencia en el campo intelectual de Brasil, mas allá y mucho más importante que su identificación con el Trotskismo. Recordemos que Mário Pedrosa fue el único latinoamericano que asistió al congreso de fundación de la Cuarta Internacional, en 1.938.
Fue un tipo muy importante para la posición en el trotskismo en los ’30. El en su exilio en Alemania va a conocer las posiciones de Trotsky, de la oposición y se va a vincular con cuadros de la oposición en Brasil. Algunos cuadros obreros, intelectuales, Rodolfo Coutinho, Mário Xavier y otros. Y van a formar un grupo, que no es que sean tan numerosos, no eran mas numerosos que el que existía en la Argentina en los primeros años ’30, pero si tenían una ubicación estructural muy relevante. Tenían cuadros obreros de sindicatos mas o menos importantes e intelectuales con mucha proyección. Ellos formaron una tendencia de oposición, que fue expulsada rápidamente del PC brasilero y formaron el primer grupo que se llamó Grupo Comunista Lenin, que posteriormente tomó el nombre de Liga Comunista.
Tiempo después, ya para después de los años ’30, van a tomar el nombre de Partido Obrero Leninista y se van a convertir en una sección de la Cuarta con cierto peso.
Lo interesante es que el grupo de Pedrosa, Coutinho, Arístides Lobo y otros, eventualmente pudo llegar a ser una alternativa a la dirección del PCB en manos de Octávio Brandão y Astrojildo Pereira, porque eran una dirección débil. Es decir, hipotéticamente uno puede pensar que la oposición de izquierda le pudo disputar la dirección al partido brasilero. Y entonces Brasil es un caso relevante.
En comparación el de Argentina fue más débil. Quizás técnicamente es el primer grupo. También los argentinos podemos reclamar ahí, esa obsesión argentina de ser los primeros. El primer gran partido socialista de América Latina, el primer Partido Comunista y algunos dicen que es el primer grupo de la Oposición de Izquierda en Sudamérica. Ya para entre mediados y fines del ’29 se funda lo que va a ser el primer brote de Oposición de Izquierda en el país, que se llamó Comité Comunista de Oposición.
Lo que pasa que ese Comité Comunista de Oposición es un grupo muy pequeño y muy débil. Es más, ni siquiera surge dentro del PC argentino.
Lo que había ocurrido es que el PC argentino había tenido un lugar muy importante en el conjunto de los PC latinoamericanos, sudamericanos, sobre todo, porque había sido la sección mas confiable para Moscú. El PC argentino era un PC relativamente grande para mediados de los años ’20, con cierta inserción creciente en el movimiento obrero. Pero además por las propias características de la clase obrera argentina y del propio PC, en donde se hablaban todo tipo de lenguas, estamos hablando de una clase obrera multinacional y plurilingüística. Y por las propias características de la Argentina, que era un país más posible de ser conocido o entendido desde Europa, que los países que aparecían con una identidad más plenamente latinoamericana.
No se si se entiende. Argentina aparecía con una estructura urbana muy fuerte, una clase obrera muy fuerte, con ciertos parámetros que los europeos podían comprender un poco más. Por distintas características y por que el propio PC era mas o menos fuerte, Buenos Aires se convirtió del algún modo en la capital de la Comintern y acá se forjó el Secretariado Sudamericano de la Comintern. Que tuvo inicialmente en Penelón a su dirigente.
Entonces, Buenos Aires operó como la capital cominterniana. Y los dirigentes del PC argentino se fueron convirtiendo, con el paso del tiempo en dirigentes, algunos de ellos, “apparátchik” latinoamericanos. Tipos que iban a los PC casi como interventores.
El caso de Victorio Codovilla es el más conocido. El gran aparato moscovita, estalinista, no solo de Argentina, sino de América Latina, incluso más allá, porque todos recordamos el papel que desempeñó en España. Muy importante el papel de Codovilla en España, estuvo en Cuba, estuvo en Chile, estuvo en Brasil. Es decir, el PC argentino aparecía como un partido que, de algún modo, algunos tienden a comparar con lo que fue la socialdemocracia alemana para la Segunda Internacional, es decir, un polo de referencia.
Con un PC tan fuerte, con una dirección que empieza a ser tan fuerte, la de Codivilla y Rodolfo Ghioldi, a la oposición de izquierda le costó mucho más. Es decir, la dirección del PC brasilero era comparativamente más débil. El PC argentino tenía al frente una dirección con muchos vínculos con Moscú.
Entonces fue una oposición difícil que, incluso no salió del seno del PC, surgió del seno de un PC disidente. El PC argentino tuvo varias disidencias, varias rupturas en esos años.
En el ’22 había surgido una corriente llamada frentista, que era una corriente, uno puede decir a la derecha. Planteaba la idea del Frente Único, en eso había acuerdo, el Frente Único propiciado por Lenin en el ’21. Pero quería llevar el acuerdo con el Partido Socialista casi de manera permanente. Es decir, casi liquidar la autonomía del PC en el acuerdo con el socialismo.
Fue expulsada y creó un pequeño grupo que luego. Lo menciono porque algunos cuadros que luego van a ser de la oposición de izquierda y el trotskismo, por ejemplo, habían tenido su militancia en el frentismo. Uno de ellos fue Pedro Milesi, quien fue un cuadro sindical importante, había tenido una experiencia frentista.
La otra ruptura fue en el ´25, la del Partido Comunista Obrero “Chispista”, que sacó el periódico obrero “La Chispa”. Esta fue una ruptura por izquierda, un ala izquierda del PC que cuestionó la dirección de Codovilla, Ghioldi y Penelón, planteando la lucha por el programa máximo. Fueron echados y conocidos como “los chispistas”. Ahí hubo varios cuadros que luego fueron trotskistas. El PC Obrero Chispista no fue oficialmente trotskista, al contrario, se reivindicó contrario a Trotsky, pero muchos de sus cuadros luego sí fueron trotskistas, entre ellos Héctor Raurich o como los que mencionaba, Hipólito Etchebéhère, Mika Feldman y otros.
El 27 se produjo la última ruptura, que es la de Penelón. Hubo una ruptura en donde la troika dirigente del PC, en donde Penelón fue expulsado y armó un partido propio en el ´27 y ´28. Acá vuelvo al relato de la Oposición de Izquierda. El primero grupo de Oposición de Izquierda no surgió en el PC de Codovilla-Ghioldi, el PC oficial digamos, el que Moscú reconoció, ni en el PC “Chispista”, si no en el PC de Penelón. Entonces, yo lo que veo y un poco lo planteo, no sé si recordás Alejandro, en mi artículo utilizo el concepto de campo comunista. Es decir, lo que está ocurriendo en los años ´20, sobre todo en la segunda mitad de los ´20, es que hay varios PC. Está el PC de Codovilla-Ghioldi, el PC oficial; el PC de Penelón; el PC Chispista y la vieja Tendencia Frentista. Es un partido dividido, en donde además hay pasajes entre uno y otro.
Entonces la Oposición de Izquierda surge formalmente del PC de Penelón, pero empieza a captar a algunos militantes que están en el PC oficial, en donde el pase entre militantes es bastante importante, y en donde además la Oposición de Izquierda no está planteando la idea de crear otro Partido Comunista. ¿Cuál es la bandera que señala la Oposición de Izquierda?, esto es muy interesante. Plantea con mucha fuerza la idea de Frente Único, plantea la idea de que ellos no quieren crear otro Partido Comunista, sino que lo que quieren es regenerar a los partidos comunistas y a la Internacional Comunista de su degradación estalinista y de su deriva centrista. Dicen, a lo que estamos asistiendo es a una coagulación de una burocracia, en manos de Stalin, de Bujarin y otros, en donde se abandona la lucha de los cuatro primeros congresos de la Internacional. Y esa orientación centrista de la Internacional está cometiendo todo tipo de desastres, como por ejemplo el desastre en China, en donde hicieron acuerdo con Chiang Kai-shek.
Pero, además ahora a partir del ´28 ¿qué desastre nuevo sumaba la Comintern? La famosa línea de clase contra clase, la famosa línea del tercer período, fue del ´28 al ´35. Una línea delirante, una línea sectaria, ultraizquierdista, en donde el PC empezaba a plantear que el mundo había quedado polarizado entre solo dos alternativas: fascismo y comunismo. En el medio no quedaba nada, es decir lo que era auténticamente revolucionario iba a ir al comunismo y lo que quedaba en el medio, por ejemplo, la Socialdemocracia, iba a terminar jugando a favor del fascismo. De ahí vino la teoría del social fascismo.
Obviamente con esta línea lo que estaba haciendo Stalin y su corriente, era pulverizar en los hechos el Frente Único, no había posibilidad de acuerdo de los partidos comunistas con las bases obreras de las corrientes socialdemócratas, reformistas. El Frente Único era imposible, tanto es así que los partidos comunistas se lanzan a formar sindicatos rojos, rompen los sindicatos. Eso se ve en Argentina. Por ejemplo, se funda la CGT y el PC no entra en la CGT, porque dice que la CGT es una organización podrida, amarilla, burocrática y nosotros no entramos. Porque el único sindicalismo, es un sindicalismo rojo, clasista, separado. Entonces el PC queda afuera de la CGT hasta el ´35. Esa línea la Oposición de Izquierda la combate, dice que es una línea sectaria, que niega el Frente Único, de políticas derechistas. Por ejemplo, el PC argentino adoptaba un programa, como el programa que empieza a tomar el ´28 – ´29, que es un programa de carácter etapista. Así el PC argentino empieza a tener un modelo de revolución por etapas. Empieza a decir: primero vendrá la etapa de revolución democrática, agraria y antiimperialista, en la cual la clase obrera puede jugar con la burguesía nacional y luego vendrá para otra etapa la Revolución Socialista. Esta es una definición muy importante, que toma el PC a partir del ’28 en su congreso y en el ’29 hace una conferencia de partidos comunistas latinoamericanos y lo termina imponiendo en Buenos Aires. Incluso viene la delegación peruana mariateguista y Codovilla aplasta las tesis mariateguistas e impone las linea de la revolución por etapas.
Miren que paradójico, es el planteo de una revolución por etapas, que le da un lugar en una alianza de clases con la burguesía nacional, pero combinado con una línea sectaria y ultraizquierdista.
Con esa deriva el PC hace desastres bastante importantes. Por ejemplo, no se pronuncia en contra del golpe del ’30, no tiene línea para enfrentar al golpe de 1930. Queda por fuera de la CGT y de los organismos sindicales existentes. Combate al Partido Socialista como si fuera un partido fascista, se niega a cualquier tipo de acuerdo con la base obrera del Partido Socialista.
La Oposición de Izquierda, esto es bien interesante, a pesar de que era un grupo muy pequeño, dio cátedra en ese sentido. En contra del aventurerismo, del sectarismo, planteando la línea del Frente Único, planteando la idea de intervenir en los sindicatos y en las organizaciones reales y existentes. Y sobre todo un planteo muy interno, esta pequeña Oposición de Izquierda planteaba: impera un espíritu totalmente burocrático, que asfixia todo tipo de debate, que expulsa, el partido y la Internacional se está convirtiendo en aparato en donde no hay posibilidad de ningún tipo de disidencias, entonces planteaba la reincorporación de los expulsados.
Pero mira que interesante, yo lo planteo en mi artículo. El líder de ese pequeño grupo, Roberto Guinney, que era un inmigrante inglés, como tantos militantes de la izquierda en esos años. En el grupo eran todos extranjeros prácticamente: Guinney era de origen inglés, Camilo López era un inmigrante español y el hijo de Guinney, Manuel.
Guinney planteaba la idea, hoy uno ve esos primeros pronunciamientos del Comité Comunista de Oposición y los ve bastante ingenuos. Decían, “si se reestablece la libertad de crítica, la libertad de tendencias, la reincorporación de Trotsky y se autocritican de las expulsiones, nosotros no tenemos ningún problema en reinsertarnos en ese partido. Nosotros no luchamos por otro partido, luchamos por la regeneración de los partidos comunistas”. Esa fue la primera línea.
¿Esa línea hasta cuándo va a durar? Hasta 1.933, cuando Trotsky empieza a plantear que ya la línea de regeneración, que ya no hay margen de lucha en el seno de la Comintern y sobre todo la responsabilidad que tiene la dirección de la Comintern de Stalin en la catástrofe de Alemania. Es decir, cuando la línea delirante del tercer periodo lleva al triunfo de Hitler en Alemania, es decir, porque el KPD, el Partido Comunista de Alemania, se niega a cualquier forma de Frente Único con la base obrera socialdemócrata. Recordemos lo que decía el KPD, el principal enemigo es la socialdemocracia, porque es un freno al giro del comunismo, es mas peligrosa la socialdemocracia que Hitler. Entonces ahí es cuando Trotsky dice, esto es una traición histórica, esto es un crimen irrecuperable, el KPD nunca más se va a recuperar. Quizás la principal sección de la Comintern, fuera de la rusa, se va a recuperar de esta tragedia y por lo tanto el PC alemán es irrecuperable, y entonces también empieza a ser irrecuperable toda la Comintern.
Ahí la línea empieza a plasmarse en las distintas secciones de la oposición, entonces empieza a plantearse que, ya no se puede luchar más por la regeneración de los partidos comunistas, hay que plantear organizaciones propias.
Hasta el ’33, yo lo comento en mi artículo, habían surgido grupos que se consideraban como precarios, en espera de una reinserción. Objetivamente no iban a poder ser, pero en la presentación pública, viste que yo lo planteo como una situación identitaria difícil, porque los tipos no se definían trotskistas.
El termino trotskista en el ’29, en el ’30 era un término peyorativo, lo decían los estalinistas como una manera de desacreditarlos. Ellos no se decían trotskistas por mas que, obviamente su referente era Trotsky, ellos se decían Oposición de Izquierda. Somos el ala obrera, internacionalista, revolucionaria, de oposición a la degeneración y burocratización del partido. Pero somos una corriente genuina, la continuidad del bolchevismo-leninismo, así se denominaban, Bolcheviques-Leninistas.
El término trotskista va aparecer asumido, más plenamente, cuando estas organizaciones formen entidades totalmente autónomas y eso surge después del ’33. Los primeros grupos, yo decía, es el Comité Comunista de Oposición, que después toma el nombre de ICA en 1.930, Izquierda Comunista Argentina. Logran sacar un primer periódico, que se llama La Verdad. Bueno, siempre las referencias son las más tradicionales. La Verdad era obviamente por El Pravda soviético, y porque La Verdad empezaba a ser el título del primer gran periódico trotskista en Francia, La Vérité. Entonces ellos sacan La Verdad, pero sale dos números, es muy precario, estamos hablando de un grupo pequeño, el grupo de Guinney y López.
Luego se agrega un sector interesante que fueron ganados para las ideas de la Oposición de Izquierda en España, Héctor Raurich y Antonio Gallo. En España se había formado una sección de la oposición bastante fuerte, lo que va a ser la izquierda comunista española y ahí fueron ganados Gallo y Raurich. Volvieron a Buenos Aires entre el ’30 y el ’31.
Ahí hay un problema que es interesante explorar. El que lea ese artículo cuestiones que son importantes, que son, por ejemplo: cuando Gallo y Raurich vienen no logran incorporarse a la ICA. Son 6 o 7 de un lado y ellos son otros 5 o 6, pero no logran crear un partido común, por más que la indicación de los españoles es entren al grupo de Guinney. Sin embargo, no entran y forman otro grupo llamado Liga Comunista y entonces durante dos años hay dos grupos, son 6 o 7 de un lado y 7 u 8 del otro y no logran empalmar y hay procesos de discusión.
Es interesante porque desde París y desde Berlín, donde está la dirección de la oposición, las cartas son, no vemos diferencias de principios. Esta bien, hay discusiones sobre el carácter del programa, pero hagan una experiencia en común, y luego vemos si en la lucha común podrá surgir una experiencia de conformación de una dirección y un programa. Yo lo coloqué en mi artículo, hay una definición bastante clara, sin embargo, no se pudo y los dos grupos quedaron separados.
Luego vinieron otras etapas, irrumpió en las filas de la oposición una figura que fue importante, que fue Pedro Milesi. Un tipo destacado, que fue un cuadro sindical del gremio de los municipales. El se quedó con la dirección de la ICA, la desarrolló en los años siguientes. La transformó después del ’33 en Liga Comunista Internacionalista, que fue el nombre que adoptaron las secciones de la oposición. El grupo de Gallo y Raurich también siguió actuando.
Y bueno, yo diría que el trotskismo empezó a tener mayor vigor, mayor cantidad de adherentes hacia fines de los años ’30 y principios de los ’40. Pero en el momento en que logró fusionar casi todas sus fuerzas en un solo partido, que fue el PORS, Partido Obrero de la Revolución Socialista. Ese PORS duró muy poco tiempo. De la implosión del PORS, de la desestructuración del PORS, surgió desde los años ’43 y ’44 los nuevos grupos que van a empezar a marcar la historia del trotskismo en la década que sigue.
Esto es interesante. Prácticamente todos los militantes de la Oposición de Izquierda en la Argentina y del primer trotskismo, del ’29 al ’43, la mayor parte de los cuadros dirigentes no continuaron luego en las filas del trotskismo. Salieron del trotskismo o del movimiento revolucionario.
Guinney se murió, su hijo Manuel abandonó la lucha, lo mismo Camilo López. Raurich y Gallo se metieron en el Partido Socialista, un tiempo después. Milesi también abandonó el movimiento. Entonces por eso uno encuentra como un punto de inflexión, para los años ’44, cuando emerge el peronismo, que plantea el desafío de interpretar que es esa cosa nueva que emerge, ya encontró un movimiento trotskista con nuevos actores, donde cambian los apellidos. Ya es el trotskismo sin Milesi, sin Gallo, sin Raurich. Sin Liborio Justo, una figura clave que entra en el ’35, que ocupa toda la escena, que funda su propia corriente, que va a ser la LOR. En la que milita por algún tiempo, muy rápidamente, un joven estudiante llamado Hugo Bressano. Que va a tomar el nombre, impulsado por el propio Liborio Justo de Nahuel Moreno.
Ahora ese ciclo se cierra y lo que se abre a partir del ’44 y ’45 es otra etapa del trotskismo. Uno si la puede mirar en perspectiva puede encontrar muy claramente el corte. Es decir, a partir del ’44 y el ’45, la perspectiva del trotskismo se referencia en dos o tres grupos nuevos. El grupo que va impulsar Nahuel Moreno, el grupo de Posadas y un muy pequeño grupo, que la historia se lo trago la historia, la UOR, la Unión Obrera Revolucionaria de Posse. Y bueno, yo diría el grupo que luego se dispersó en la corriente de la izquierda nacional, Abelardo Ramos y algunos otros.
Es una etapa distinta en la historia del trotskismo. La anterior está signada por este impulso de la oposición y de un trotskismo que yo diría, con esto cierro esta parte, tuvo un gran debate programático ese trotskismo de la segunda mitad de los ’30. El debate fue de cómo afrontar la situación de la llamada cuestión nacional.
Es decir, los que planteaban en el trotskismo, que la lucha programática tenía que incorporar la lucha por la liberación nacional. La lucha antiimperialista y el programa de la liberación nacional articulado como parte del programa de la revolución socialista, en eso estaba fuertemente orientado Liborio Justo. Y el grupo de Gallo y Raurich, que más bien tendían a negar o a subestimar la bandera de la liberación nacional, planteando que Argentina era un país capitalista pleno y la lucha debía ser por el programa de la Revolución Socialista, es decir, una alternativa bastante falsa entre liberación nacional o revolución socialista.
Ese fue un debate que signó mucho el primer desarrollo del trotskismo, y que en mi artículo si se ve con cierto detalle, uno puede advertir que ya a principios del ’30 aparecen elementos. Porque antes que Antonio Gallo enuncie esta idea de negar la liberación nacional, un joven estudiante rosarino de la FJC, que es expulsado del partido, llamado David Siburu, había empezado a plantear estas ideas.
Había cuestionado la idea de que la burguesía nacional pudiera cumplir un rol en la bandera de la liberación nacional, que era una bandera relativamente falsa, cuestionándoles el etapismo del PC. Entonces uno encuentra que, en esas ideas de Siburu, que luego empalman con las de Gallo y expresan toda una corriente del primer trotskismo. Que confrontó con la interpretación de Liborio Justo.
Yo creo que lo que se viene después del ’44 al ’45, es un trotskismo que ha saldado ese debate. Planteando que la lucha contra el imperialismo, la lucha por la liberación nacional es una lucha que la clase obrera debe dar. Pero debe dar, no en alianza con alguna fracción progresiva de la burguesía, debe dar como caudillo de las masas explotadas y lo debe dar bajo el programa de la Revolución Permanente. Sucintamente esas son las cuestiones que están planteadas ahí.
AB: Tengo dos preguntas, pero no sé cuál va primero, eso te lo dejo a vos. Una es: ¿como ves vos al segundo trotskismo y cómo evoluciona el trotskismo a partir de ese momento? Se mezcla esto con el peronismo y la política de la izquierda hacia el peronismo, por eso no sé cuál va primero porque tienen mucha relación una con la otra.
HC: Tienen mucha relación, podemos hablar de un posicionamiento general de la izquierda dentro del peronismo y ahí meternos un poco en el trotskismo.
La aparición del peronismo fue un desafío enorme para la izquierda, obviamente, fue un desafío muy complejo, pensemos que de un modo u otro la izquierda venia en sus distintas variantes, más reformistas, más revolucionarias, más ácratas, menos ácratas, articulando partido y clase, no articulándolo, desarticulando la lucha sindical, la lucha política. Es decir, la izquierda venía de una experiencia muy densa, muy rica de 60, 70 años y el peronismo en un sentido implicó una nueva etapa.
Fue muy complejo posicionarse frente al nuevo fenómeno, tenemos varios elementos: está muy claro que la forma en cómo se posicionaron frente a la irrupción del peronismo el Partido Socialista y el Partido Comunista fue muy torpe, muy necio. Es decir, en buena medida negando un hecho de la realidad, lo más grave que puede ocurrir cuando uno hace política es negar la realidad y confundírsela. La movida de Perón era muy compleja de interpretar y posicionarse, en la movida de una élite militar que desde el Estado al mismo tiempo que reprimía a la izquierda llenaba las cárceles de dirigentes sindicales comunistas y socialistas y perseguía al sindicalismo autónomo, etc. con la otra posibilitaba el aguinaldo, los aumentos de salario, las convenciones, grandes conquistas por las que había luchado siempre el movimiento obrero. Lo quería hacer obviamente Perón con la estrategia de integración y de cooptación y además anticomunista, como lo dijo tantas veces. El famoso discurso de Perón en la bolsa de comercio en el ’44 cuando reunía a todas las cámaras patronales: dijo “por favor no me critiquen, no me ataquen, que yo lo que quiero hacer es salvar al capitalismo argentino”, o sea es conveniente dar unas mejoras para evitar que la clase obrera tome la postura de la lucha de clases.
Entonces era muy complejo, además por la propia trayectoria que traía Perón, un tipo vinculado a lo peor de la política, simpatizante del Eje, un tipo que en su curriculum vitae no tenía posiciones a favor a la defensa de la clase obrera. Había participado de la represión de la semana trágica del ‘19, había participado del golpe del ‘30, había sido delegado de la embajada alemana en Italia, había conocido la experiencia de Mussolini y había simpatizado con la idea del fascismo social-europeo, es decir era un tipo en buena medida indefendible para un cuadro obrero, lo veía a Perón en el ’43 y per-se no sentía ninguna atracción por su pasado. Sin embargo, Perón apareció como redimiéndose de ese pasado y de ese presente, porque inicialmente la represión al comunismo y a la izquierda fue muy fuerte, pero lo fue tapando con concesiones muy claras, entonces fue forjando una alianza impensada o quizás no tan impensada, porque la idea de desde el estado vincularse con el movimiento obrero no era nueva, lo había hecho Irigoyen, los radicales lo habían hecho y habían encontrado en el movimiento obrero quien aceptara ese convite. Había sido el sindicalismo revolucionario, que tenía grandes sindicatos como los marítimos o los ferroviarios, habían ido al acuerdo con Irigoyen.
Es decir, Perón no fue el primero que desde el estado se lanzó a tratar de interactuar y a vincularse con sectores del aparato sindical. Perón lo va a hacer, se va a acercar a todo un sector que en general estaba fuera del PC y fuera de la dinámica del Partido Socialista, muchos eran gremialistas afiliados al PS, pero en la práctica no les daban mucha relevancia a las directivas del PS. Yo siempre digo que la tragedia del Partido Socialista en argentina, lo comente antes, es que había escindido la lucha sindical de la lucha política y en la práctica había privilegiado la lucha política entendida como lucha parlamentaria y había abandonado la lucha sindical. Entonces ¿que tenían los cuadros gremiales del PS? Tenían un partido que les servía para el momento de la acción parlamentaria, pero luego el partido los abandonaba en la lucha gremial, ellos se comportaban como gremialistas autónomos, es decir en la práctica quedan los gremialistas del PS, sindicalistas puros.
Lógicamente cuando Perón interpelo al movimiento obrero ellos fueron, aceptaron, porque empezaron a conquistar ventajas muy claras, entonces se forjo una alianza en la que esos cuadros sindicales como dice un sociólogo e historiador Juan Carlos Torres, “la vieja guardia sindical” empezó a darse cuenta que sacaba provecho en ese vínculo con el coronel que estaba frente a la Secretaria de Trabajo y Previsión y sabemos ya el desenlace. Perón fue expulsado del gobierno en el ’45, defenestrado e inesperadamente para todos, esa vieja guardia, esos cuadros sindicales de tradiciones tan distintas que habían obtenido ventajas concretas de su acuerdo con Perón, lanzaron la convocatoria del 17 de octubre y protagonizaron una movilización obrera muy impresionante que dio vuelta la realidad política. Le permitió rescatarlo a Perón del ostracismo y catapultarlo a la escena política y lanzarlo a la campaña electoral del 45-46, en la que inicialmente se pensaba que Perón no podía ganar porque no tenía ningún aparato político.
Porque ¿en qué estaban los partidos? Y ahí entra la izquierda, la necedad y la torpeza del Partido Comunista, del Partido Socialista fue leerlo a Perón como un militar demagogo, fascistizante, que quería cooptar y comprar a los cuadros sindicales y por lo tanto había que combatirlo completamente detrás de una línea de acuerdo democrático amplio, de Frente Popular. El PC venia planteando la línea del Frente Popular, democrático antifascista que va a encontrar en Perón un enemigo y va a encontrar un aliado en la Unión Cívica Radical, en la derecha liberal conservadora y en la propia embajada norteamericana, que se acopló con su referente Braden a la línea del frente democrático.
Por ejemplo, en diciembre del 45 el PC argentino hizo un enorme acto en el Luna Park festejando que se le levantaba la ilegalidad y lo hizo bajo las banderas de Stalin, de Roosevelt y de Churchill. Eso era el PC argentino, su línea de frente popular, de acuerdo con las alas democráticas, liberales, republicanas de la burguesía, ellos confiaban en que iban a ganar, que Perón era un accidente en la historia, un militar demagogo, autoritario, fascistizante que había intentado una maniobra de baja estofa, de comprar a los cuadros sindicales, pero no iba a tener éxito. Por ejemplo, dijeron que el 17 de octubre no fue una movilización obrera relevante, sino que había sido más bien un grupo de obreros comprados o lumpen proletariado y Perón iba a ser derrotado en la elección de febrero del 46.
Lo grave, uno puede equivocarse en una caracterización, lo grave es el programa, la estrategia, las líneas que tenían los socialistas y los comunistas, de unión con una fracción de la burguesía. Esa es la tragedia de la izquierda en Argentina, dilapidando años y años de construcción, esa es la tragedia. Cuadros obreros que sufrieron la tortura, la persecución, que habían sido torturados varias veces. El caso de José Peter que era un obrero extraordinario, dirigente obrero de la carne, lo habían torturado hasta el hartazgo varias veces, miembro del comité central del PC, dirigente de los trabajadores de la carne que en las asambleas terminó por ejemplo impulsando el levantamiento de la huelga de la carne, porque había que abastecer a la Unión Soviética, una línea de dirigente sindical combativo pero detrás de una línea política de frente popular. Entonces el PC dilapidó todos esos avances, el socialismo lo mismo, ya se había convertido en un partido de centroizquierda, con una línea muy moderada, que no lograba interactuar con las demandas de los trabajadores y el comportamiento de esa izquierda fue muy compleja, apostaron al triunfo de la Unión Democrática pero la Unión Democrática fue derrotada.
Con la asunción de Perón desde junio de ‘46 empieza otra etapa, otra etapa en la cual ya sabemos cómo jugo uno y otro. El Partido Socialista en buena medida nunca más supero eso, perdió toda la base obrera, se quedó convertido en un partido de clase media con muy poca presencia en la clase obrera. El Partido Comunista perdió gran parte de la base obrera, pero mantuvo sus militantes obreros y entonces siguió siendo una corriente importante, por supuesto absolutamente minoritario, la clase obrera se hizo mayoritariamente peronistas, a eso ya lo sabemos. Pero uno puede decir que quizá la segunda identidad dentro de la clase obrera que uno podía encontrar era la comunista, el PC mantuvo posiciones.
En ese terreno ya empieza uno a considerar, a contemplar, lo que era la corriente del trotskismo, ahí aparecen actores nuevos. Se había cerrado esa etapa fundadora, esa década, década y media de los Raurich, de los Gallo, de los Milesi. Empezaron a haber actores nuevos. Muy complicada por una cuestión por la cual por ejemplo Nahuel Moreno reflexiono mucho, que fue un desarrollo en el cual se hizo, que, él decía que era un trotskismo bárbaro, en buena medida porque la desvinculación con la IV internacional era muy importante. La IV se había fundado en el ‘38, había tenido su congreso, recién va a tener congreso en el ‘48 al cual Moreno va a tratar de asistir igual que Posadas y lo cierto es que ese desarrollo era de grupos, no solo que estaban fragmentados, divididos, sino que no tenían un sólido apoyo ni un punto de referencia en la IV internacional. Se encontraron realmente bastante, no desorientados, sino que bastante desprovistos de un arsenal teórico y político. Sobre todo, muy complejo para caracterizar un fenómeno tan difícil de caracterizar como era por ejemplo el peronismo. El peronismo y los movimientos nacionalistas, nacional populares, nacionalistas burguesas de masas antiimperialistas, que hubo en América Latina, que empezaron a haber cada vez más en los años ‘30 y los años ‘40.
Yo diría que el grupo que funda Moreno inicialmente en el ‘43 con el nombre Grupo Obrero Marxista, el GOM, que unos años después lo identifica con el nombre de POR, Partido Obrero Revolucionario, va a tener ahí yo creo que dos puntos fuertes, que me parecen importantes.
El primero es la caracterización que hace Moreno de distinguir que esta primera etapa, esa primera década de la oposición de izquierda del trotskismo había sido una etapa heroica, de mucha heroicidad, pero había tenido un defecto fundamental, había encarado sus debates, sus discusiones, sus conformaciones como grupos, subordinando la inserción y la lucha en la clase obrera. Era una caracterización, hoy uno podría decir: bueno quizás se ha hecho demasiado hincapié en esta definición que luego se decía que era un trotskismo de café, es decir un trotskismo que hacia sus debates en el Café Tortoni. Algo de esto hubo efectivamente, fue un trotskismo que tuvo una impronta pequeñoburguesa importante y alguno de esos debates explica eso. También había tenido unos cuadros sindicales de valor, entre ellos no los mencione todavía, fue por ejemplo Mateo Fosa, que fue un cuadro del PC, un tipo que había estado en el chispismo, luego en el PC, fue echado, había hecho entrismo en el PS, un gran dirigente de la madera. Los primeros años de la oposición de izquierda hubo varios cuadros obreros, pero es cierto que el peso del sector intelectual fue demasiado importante y el planteo entonces que va a hacer Moreno en el documento “El partido” del ’43 que tiene tanta cita de Hegel y tiene una impronta todavía muy filosófica, medio abstracta, sin embargo marca una línea que es que el modo como el trotskismo argentino podía salvarse, es si se hacía carne y uña de la clase obrera, de las luchas de la clase obrera. Entonces que el proceso de estructuración en la clase obrera pasaba a ser fundamental, dicho de otro modo, había que proletarizar al trotskismo argentino.
Esa creo que fue una línea estratégica fundamental, y creo que es uno de los elementos más fuertes que signó al grupo y a la corriente, la idea de interactuar, de meterse en la lucha de los trabajadores. Ir a la fábrica, escuchar las demandas de los obreros y construir la organización política sin desviarse un milímetro de las necesidades generales de la clase obrera, ese creo que es un punto central. El otro elemento fue que el grupo, el GOM-POR, tuvo una caracterización del peronismo distinta a la del PC y a la del PS, por supuesto repudiaron la formación de la Unión Democrática, era un grupo pequeño, no llamaron a votar a la Unión Democrática, consideraban que era una línea catastrófica, de supeditación al imperialismo yanqui, a la burguesía liberal, impugnaron la línea del frente popular, plantearon que había que interpretar a ese nuevo movimiento que surgía del peronismo con el bagaje de la propia IV Internacional, de la línea en la revolución permanente e interpretar la realidad local a partir de esos elementos, pero inicialmente hicieron una lectura que yo creo que fue meritoria, muy meritoria en un sentido, aunque un poco sectaria respecto del peronismo.
La lectura que va a ir desenvolviendo Moreno y un militante que ingresa a las filas del GOM en el ‘46 junto con un grupo grande de estudiantes que se llamó Milcíades Peña, que se va a convertir en un estrecho colaborador de Moreno en los primeros años, la caracterización que ellos van a hacer es que Perón va a aparecer al frente de un movimiento nacionalista burgués que resistía la penetración del imperialismo yanqui pero se recostaba sobre la estructura más tradicional del país y sobre todo del imperialismo británico. De ahí derivó casi en una definición de Perón como agente británico. Claro, había elementos de las propias acciones de Perón en los primeros años, por ejemplo toda la línea de nacionalización de los ferrocarriles y las empresas, que fueron por el peronismo presentadas como grandes epopeyas antiimperialistas, sabemos, y en eso algunos textos y caracterizaciones de Moreno y de Peña son impresionantes por la claridad demostrando que eso no era ningún tipo de expropiación ni ningún tipo de combate antiimperialista, al contrario, más bien eran maneras de acordar negociaciones con los intereses británicos, desprendiéndose de chatarra vieja, de empresas que estaban ya a punto de vencer sus contratos y eran negocios en realidad muy convenientes para el capital británico, para el imperialismo británico.
Entonces creo que hubo ahí una serie de caracterizaciones que fueron muy lúcidas de análisis de la estructura económico-social del país, increíblemente lúcidas. Yo tengo un artículo en la revista Archivos sobre esto, la figura de Milcíades Peña, un poco destacando frente a ciertas visiones que hacen de Peña una suerte de intelectual crítico como si hubiera sido una mente lúcida que fue más allá, rompiendo la constricción del partido y sobre todo de Moreno y que el Peña más genial es el Peña que rompe con Moreno y con el trotskismo, planteando que en realidad lo más valioso de la interpretación de Peña se forja al calor de los debates y su militancia en el GOM y el POR. Entonces uno ve los primeros escritos de Peña son muy contundentes, trabaja con Moreno por ejemplo interpretando la estructura económico-social del país, la idea tan sofisticada que tienen de la burguesía, en contra del nacional populismo de izquierda y en contra de lo que decía el PC y tantos, la mayor parte de la izquierda, ellos decían: no hay ningún interés de oposición entre la burguesía industrial y la burguesía agraria, en realidad es la misma clase casi con intereses diversificados, entonces no busquemos un aliado en la burguesía industrial, como decían los Abelardo Ramos y otros, no busquemos un aliado en la burguesía industrial nacional porque en realidad es una clase que está directamente vinculada con los intereses agrarios.
Entonces por ejemplo ese estudio que hacen Peña y Moreno de mostrar los grandes consorcios burgueses, la familia Tornquist y otros, fíjense, tiene intereses en el agro, en la industria, en las finanzas, en el comercio, son la misma clase, entonces no va por ahí, entonces no hay ninguna posibilidad de una revolución por etapas, que aclaro que cualquier programa de transformación, de democratización, de liberación nacional, de reforma agraria de cualquier línea progresiva que modifique la estructura económico social del país, tiene que tener en la clase obrera al caudillo de las masas explotadas, pero ninguna confianza a la burguesía. Esos planteos fueron muy importantes, pero en los primeros años hubo una conducta que yo creo que era bastante sectaria respecto del peronismo, de interpretación del peronismo que sobre todo creo que se modifica en los años 50 y de esa modificación va a surgir una línea distinta. Esa línea distinta tiene un punto yo creo que muy fuerte, nos metemos acá en un tema que es enormemente polémico e interesante para analizar, una línea muy clara que ubica muy correctamente al POR en el golpe del ’55, en contra del golpe.
Ese capítulo del POR denunciando el carácter del golpe del ’55. Un golpe anti obrero, clerical, imperialista y había que luchar contra el golpe. Creo que es un acierto estratégico fundamental.
De ahí deriva un paso más que va a dar la corriente, obviamente, de la cual tanto se viene discutiendo y se sigue discutiendo, que es la línea del entrismo. Es decir, derrocado Perón e iniciado el proceso de la resistencia peronista, en la cual la clase obrera se reperoniza como nunca, en contra del deseo de la Libertadora y de los gorilas, es decir, no es solo que no se hace menos peronista, sino que se hace más peronista. El modo casi exclusivo, único de poder militar en la clase obrera era adoptar formalmente la identidad peronista, para poder obtener algún tipo de dialogo con los trabajadores en sus luchas. De ahí surge la idea de hacer el entrismo, el entrismo orgánico en las filas del peronismo.
Sobre eso ya hay muchos años de discusión, de debates. Yo tengo un balance muy matizado. Creo que esa experiencia del entrismo tuvo algunos puntos fuertes, sobre todo porque convirtió a esa corriente, que ya para ese entonces tomaba el nombre de Palabra Obrera por su periódico. La convirtió en un referente de vanguardia de esos sectores de obreros combativos, que lucharon contra la Libertadora, contra el Frondizismo, contra la patronal, contra la burocracia. Le permitió tener a la corriente esa inserción, pero que tuvo concesiones importantes, es decir, la adopción de la identidad peronista tuvo concesiones importantes desde el punto de vista programático, incluso práctico. Que resulto un negocio, incluso apareciendo de forma muy brutal, un negocio político, negocio en el sentido de cálculos. Igualmente, lo que se buscaba fortalecer era una organización revolucionaria.
Finalmente fue un resultado bastante pobre, porque Palabra Obrera pudo influenciar los plenarios de las 62 organizaciones, la estructura sindical, pero no logró capitalizarla políticamente. Entonces, salió de la experiencia de la resistencia políticamente muy débil. Incluso en un periodo, en el año ’63 por ejemplo, donde casi Palabra Obrera queda disuelto en la Juventud Peronista. El entrismo es finalmente levantado en el ’64, lo que había quedado en el ’64, después de casi 10 años de entrismo, de reacercamiento, de militancia en el seno de la clase obrera peronista era poco. Y entonces vino la línea de la fusión con el grupo de Santucho, para dar vida a lo que sería el PRT.
El balance del entrismo, yo creo que tiene que se un balance que demuestre estos claros oscuros, estos puntos fuertes y estos puntos más débiles. Que incluyeron algunas concesiones que hoy a la distancia uno las ve y las ve… Bueno, yo siempre a eso jamás no le doy ningun lugar de relevancia, cuestiones identificadas. Por ejemplo, el subtitulo que tuvo Palabra Obrera, en un período inicialmente en el ’55 y más delante de: “Bajo el comando superior del consejo peronista”. Cuestiones que, dichas en el 2020, viendo en que terminó el peronismo, uno puede decir que son concesiones inaceptables, parecen inaceptables, pero en el contexto histórico tenían otro carácter.
Así que, es un tema bien interesante el del entrismo, que tiene que ver con como colocarse, vuelvo a decir, con el peronismo de aquella época. Esa es la manía que tenemos un poco los historiadores, que buscamos siempre los debates, los análisis y sus contextos históricos, es decir, hisotirizamos los procesos. No es lo mismo una discusión de algo que ocurrió en la década del’30, del ’40, del ‘50 con las categorías de hoy. Hay que hacer un esfuerzo por contextualizar históricamente, ver que alternativas existían en ese momento, es decir, tratar de reconstruir y eso es un ejercicio histórico. No se puede hacer revoleando una consigna, diciendo tal corriente hizo esto, tal corriente hizo lo otro. Bueno hay que restaurar la historicidad de los procesos, por eso yo creo que es una contribución importante que tiene en la historia, en la lucha de la formación de los partidos y las corrientes.
La historia, no es que estoy haciendo una apología de mi profesión, pero me parece que brinda elementos que son bastante útiles para la lucha política.
AB: Ya entraste en algunos aspectos en relación al trotskismo y dentro de eso al morenismo. ¿Me podés decir qué opinión tenés globalmente del Morenismo como corriente?
HC: Y bueno, ese balance de la corriente fundada por Moreno allá en los años en los años ‘40. Yo creo que un poco como señalaba antes, tiene que reconstruirse meticulosamente en sus contextos histórico distintos. Terminó siendo una corriente, que a su vez luego se fue fragmentando. Hoy es un árbol con un ramaje, del cual se desprendieron muchas corrientes. Muy extensa, ya son más de casi 80 años. Entonces el esfuerzo por historizar cada etapa me parece que es muy importante. El papel que cumplió en cada periodo histórico es distinto.
Yo señalaba antes que, hay aspectos de esa tradición que fueron fundamentales, que creo que son las que definitivamente estructuraron el Trotskismo en Argentina. Es decir, globalmente analizado el Trotskismo, estamos hablando de una corriente que ya tiene cerca de 90 años. Yo no tengo dudas al respecto. Si a mí, rápidamente, sin repetir y sin soplar, me preguntan cuál fue el cuadro histórico más relevante del Trotskismo en Argentina. No dudo que fue Nahuel Moreno. Eso ese indudable, indudable.
A pesar de que, llega casi 15 años, diez, quince años después al movimiento. No protagoniza sus primeros momentos, es el cuadro que logra enraizar al trotskismo en la realidad argentina. Si, lo coloca en los socavones de la clase obrera, hay decisiones que son muy fuertes. La idea de esa idea de irse a vivir a Avellaneda, de meter a un pequeño grupo en Villa pobladora, meterlo en los frigoríficos, mentarlo en la lucha de fábricas, es una decisión estratégica y que sigue con el paso del tiempo, uno ve esa coherencia, no. Esa idea de, no puede haber la construcción de un partido revolucionario de clase obrera, que no se meta en la clase obrera.
Luego hay una serie de, yo creo que, de cierta caracterización, una vocación que yo creo que fue más o menos coherente, pero que tuvo modulaciones distintas de estudiar la realidad, estudiarla, analizar los cambios de la estructura económica y social, los cambios que había en la clase obrera o en la izquierda, o en el propio enemigo de clase, el Estado. Una idea de estudiar la realidad que se plasmó en una serie de trabajos que hoy uno los puede, mucho tiempo después, leer y entender que había ahí un esfuerzo por nunca dejar de hacer lo que es más básico para una corriente política que es entender dónde está parada.
Es decir, más allá de intentar aplicar un programa histórico. El primer desafío, además de hacer el rescate a ese programa histórico y hacer todas las reelaboraciones de ese programa que deban hacerse, eso debe hacerse al mismo tiempo, con un estudio de la realidad y las modificaciones de la realidad. Yo creo que eso fue como el abecé del método de construcción de Moreno, que me parece que son muy importantes. También, la idea respecto del modelo de partido, como tantos, hay quizás distintos a lo largo de la historia, puedo reconocer como distintos modelos de partido en Moreno, pero siempre hay una obsesión, me parece bastante importante, por como parte ese fenómeno de entender la realidad, y qué puede ofrecer la realidad, buscar puntos de acuerdo con grupos que van emergiendo, que van apareciendo en la lucha de clases.
Esa apuesta es una apuesta muy arriesgada, lo fue, vemos que hubo distintos procesos de confluencia, algunos fueron muy buenos, fueron permanentes, otros resultaron muy malos. Uno podría decir que el acuerdo con Santucho en el ‘65 fue un acuerdo muy arriesgado, yo creo que se hizo sobre bases programáticas un poco endebles y es lo que explica el estallido de ese partido, tres años después. Un estallido que fue bastante destructivo para la organización, porque muy claro que cuando uno ve las razones que llevaron al momento previo a la confluencia y lo que salió de eso, finalmente, Santucho logró ganar, incluso un sector que venía de la tradición morenista se lo llevó a posiciones, las posiciones desastrosas del Combatiente.
Pero bueno, otra vez el historiador dice, hay que ver el contexto histórico y el contexto histórico nos marca presiones muy importantes que habría que ver, cómo poder resistir uno en ese momento, en ese momento de la historia, las presiones fueron tremendas. Es decir, la corriente impulsada por Moreno, tuvo que, en primer lugar, subsistir, hacerla subsistir, podría haber desaparecido. Con la ola peronista podría haber desaparecido el trotskismo, vamos a decirlo. La clase obrera se hizo rabiosamente peronista. Y la otra alternativa era hacerse gorila, contreras. Hubo que resistir e interpretar lo que fue el peronismo, la marea, la ola peronista y la peronización de la clase trabajadora.
La otra fue, por supuesto, el desafío planteado por la Revolución Cubana, que también fue muy complejo posicionarse frente a ese fenómeno. Con lo que trajo la Revolución Cubana, sobre todo con el enorme prestigio que tuvo la dirección castrista y guevarista. Y bueno, otra vez, la corriente la alternativa que tenía era o rechazarla como un fenómeno que no se amoldaba a los planteos programáticos de la Cuarta, o comprender en su dinámica más progresiva y poder incidir para que el movimiento avanzara en la línea más correcta.
Yo creo que ahí el balance, también es un balance de claroscuros hubo posición de planteos de Moreno que son muy interesantes, pero hoy leídos a la distancia, hay algunos documentos que uno los lee y los ve muy, como se pueden decir, muy impresionista. Es decir, muy atados al momento de la coyuntura. Caracterizaciones de, por ejemplo, respecto de Castro o respecto de lo que podría ser la estrategia de la lucha armada. Pero bueno, otra vez hay que ver el contexto histórico, lo que implicaba el fenómeno de la lucha armada en esos años y sobre todo los primeros años de los 60, la presión que ejercía sobre sector de la vanguardia. Es decir, cómo hacer una experiencia con la vanguardia, que sorteará el peligro de la tentación guerrillerista, que las tuvo y fue una presión importante y que llevó a la fila de la organización a destruirla o amenazarla con destruirla varias veces.
Recordemos que la experiencia con el Vasco Bengochea fue tremenda en el sentido del Vasco. Probablemente en uno de los cuadros de dirección más importantes que tenía el Morenismo. Fue parte de esa dirección histórica de Palabra obrera.
Y los hechos de la voladura del departamento Posada fue la voladura de buena parte de la mejor dirección que había formado Moreno. Esto es así. Y luego también la intervención en Perú, en el ‘62. Y luego el acuerdo en Santucho y la discusión también, respecto de una definición respecto de la lucha armada, que por momentos pareció no marcar una diferencia tan clara y estratégica con los planteos que luego van a derivar en el desastre santuchista.
Entonces, bueno, es un balance muy largo, es una corriente que tuvo una historia muy rica. En primer lugar, fue una corriente que ganó autoridad, por haber existido, por haber levantado la bandera a la revolución permanente, el programa trotskista, de la militancia en la clase obrera y en los lugares de lucha. Que tuvo derivas sectarias, tuvo torpeza programática por momentos.
Pero hoy que aparece e incluso tan planteado el problema, por ejemplo, de la deriva del entrismo. Yo siempre digo bueno, la experiencia del entrismo si uno no lo ve en términos globales y finalmente es un período muy acotado del desarrollo, si hubiera sido una línea estratégica, bueno, hubiera significado la disolución en el movimiento peronista. Y claro que fue una táctica, a mi modo de ver, excesivamente larga, que por momentos pareció que significaba una estrategia. Pero bueno, finalmente es un capítulo, en una larga historia que muestra la voluntad por construir un partido revolucionario.
Entonces así hay que leer la experiencia del entrismo. Porque estamos hablando de una corriente que siguió existiendo, incluso recuperándose de la deriva del entrismo y ensayando otras alternativas.
Yo creo que, como en tantas cosas, el trotskismo en la Argentina requeriría de una buena historia. De la historia construida con mucha paciencia, con mucho tiempo que haga una labor que debería ser colectiva y debería de ser no sectaria y debería ser equilibrada. Tenemos experiencias que no sirven. Ya sabemos, en ese sentido, balances, que son balances totalmente desequilibrados, no sirven. Hay que construir un balance que contemple todas estas situaciones, los contextos, esto es fundamental.
No tiene sentido con el dedo y decir bueno «pero mira lo que dijo, mira lo que escribió, mira lo que hizo sin ver el contexto». Y, sobre todo, debería ser una historia que al mismo tiempo no sea concesiva, tiene que ser una historia que tenga una perspectiva crítica, es decir, una perspectiva crítica implica las revalorizaciones que hay que hacer y al mismo tiempo marcar los elementos que uno a la distancia sigue viendo como problemáticos. Como cosas que podrían ayudar para evitar repetir errores.
Entonces, me parece que esa es una tarea estratégica, una tarea que deberían… Es muy difícil hacer esa tarea desde las organizaciones partidarias. Yo, eso es cierto, eso es bastante obvio, porque existe eso que se llama patriotismo de partido, es lógico. Y me parece que debe ser una tarea en la cual compañeros y compañeras que forman parte de estas mismas convicciones, que no han renunciado, porque ha habido un proceso de disolución de muchos intelectuales que forman parte de las filas revolucionarias, que se fueron comportando como renegados o fueron cambiaron su identidad.
De ir intentando un proceso de balance histórico, que no sea sectario, que sea profundo, que no sea consolador, pero que sea al mismo tiempo no sea destructivo. Que no sea destructivo, porque ese tipo de balance se están, ¡ojo! destructivos también. Dentro y fuera del trotskismo, uno tiene que dirimir, en el mundo intelectual, académico, cultural, hay balance que plantean que no, que la lucha del trotskismo no sirvió para nada, que no hay nada para rescatar de esa experiencia.
Yo me planteo en una posición de confrontación con esas posiciones, y creo que es una contribución a la lucha que viene. Que siempre la misma, la idea de un movimiento revolucionario que con claridad programática impulse la lucha, impulse y dirija la lucha de la clase obrera y de los sectores explotados en una dirección clara.
La lucha de los explotados sola por pura espontaneidad, no va a ningún lado. Eso siempre lo tuve claro y los sigo teniendo claro. Si no hay articulación en esa lucha de los explotados en el plano que sea, sindical, de la lucha territorial, etcétera, en articulación, en un movimiento político. Que a su vez tiene que tener instancias de centralización y debe reconocer lo que son, lo que es la idea de la vanguardia, un concepto demasiado importante para subestimarlo y la idea de una vanguardia… Bueno, si eso no existe, no hay transformación, eso quedó claro.
Todas las derivas de tipo autonomistas, anti políticas, bueno, no hablemos de las más conocidas que suelen ocurrir, las sindicalistas, las salidas puramente sindicalistas, no tienen. No tienen perspectiva.
AB: Por último Hernan, podrías desarrollar qué es el CEHTI, el Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas, y el proyecto de la revista Archivos?
HC: La experiencia del CEHTI y la revista Archivo viene existiendo de hace unos años. La revista Archivos se funda en el 2011, 2012. Es una revista pensada, es una revista de carácter académico, hecha por intelectuales que tenemos, digamos, inserción en el mundo académico. Son profesores de la UBA, fundamentalmente, o investigadores del CONICET, etcétera. Que nos proponemos aportar a una reconstrucción de la historia de la clase trabajadora, del movimiento obrero y de las izquierdas.
No en un contexto puramente nacional, sino en este contexto continental y mundial. Es decir, hacer una historia internacional, precisamente para estos actores que siempre lo fueron.
Y bueno, y aportar a una historia social, política, cultural de la clase y de las izquierdas. De manera plural, eso es algo de lo que me siento muy orgulloso de haber armado en torno a la revista. Primero a la revista Archivos, que sacó su primer número el 2012. Luego dimos vida a un segundo proyecto que fue una colección de libros de investigaciones profundas sobre distintas problemáticas de la historia de la clase obrera, de las izquierdas o de la teoría marxista, de la teoría social.
Ya llevamos publicados 12 volúmenes, 12 libros. Y en el 2016 dimos un paso más, que fue fundar un centro. Un centro de estudios, un centro de reflexión que se llama CEHTI (Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas), que lo convertimos en un lugar de discusiones, debates. Bueno, este año, obviamente por la cuestión de la pandemia y la cuarentena se tuvieron que suspender las actividades, las reuniones físicas, pero hasta el año pasado, desde la Fundación en el 2016, llegamos a hacer cerca de 50 actividades, conferencias, charlas, mesa debate, presentaciones de libros. En donde se debaten estas cuestiones de la historia, de las izquierdas, del anarquismo, socialismo y comunismo, el trotskismo, de la guerrilla, de feminismo. Al calor de las publicaciones mismas de la revista o de los libros, o de otros compañeros que presentan.
Lo hacemos con un espíritu muy abierto, muy plural. En donde un elemento que siempre me gusta señalar, es que la gente que viene por primera vez al CEHTI dice «qué buen clima que hay acá, qué buen clima de debate». Porque no es concesivo, se va al nudo, al hueso de las discusiones, pero se hace un clima muy fraternal, y eso es algo que yo quiero destacar mucho. Es el clima que está presente en el CEHTI.
Yo creo que, es lo mejor de la cultura socialista, que es el ambiente fraterno, donde uno puede tener diferencias o pueden ser diferencias que luego de una discusión, un estudio, el otro lo convenza de modificar una posición. Y además con compañeros que vienen de, bueno, mi historia es bastante conocida y nunca me siento orgulloso de esa de esa historia, no, no hay nada para ocultar, soy un tipo que estudié toda mi vida, que me dediqué a la historia de la clase obrera, el movimiento obrero, a las izquierdas, durante 30 años.
Que tengo un lugar en el campo de historiografía como docente titular de la historia argentina, Yo sé todo el desafío que implica eso, el ser responsable de la cátedra que forma a los futuros historiadores en el campo de la Historia Argentina y soy investigador del CONICET.
Esa carrera académica la hice como, buena parte mi vida fue una vida militante, si eso lo conoce todo el mundo y no tengo ningún problema en plantearlo. Yo fui militante cerca de 20 años, así que, fue decisivo para mi formación como intelectual. Impensable mi formación como intelectual y como historiador social, político, de las izquierdas, sin esa militancia. Y mi consustanciación con la tradición del trotskismo. Eso es así. Mi impulso, mi sistema, mi visión del mundo está permeada por esa tradición, que enlaza con la tradición del marxismo o con la tradición del movimiento obrero.
Y bueno, este de algún modo, después de tantos años de militancia y estudio y publicaciones, sentía que tenía que dar ese paso, que era una contribución, que podía ser una modesta contribución, muy modesta, a la formación de algunos conocimientos.
Yo me siento muy contento de que, en el CEHTI, por ejemplo, han llegado a pasar en nuestras actividades centenares y centenares. Muchos estudiantes, muchos intelectuales, y muchos ex militantes y militantes. Y militantes de distintas organizaciones, que, otra vez, se sienten muy cómodos escuchando e interviniendo. En algunos casos interviniendo al propio también. Buscamos muy claramente en nuestras actividades, no identificarnos, además no lo tenemos, no lo hacemos con ninguna organización puntual, precisamente ocupamos otro lugar no más alto o mejor, distinto. Es decir, intervenimos en el campo intelectual y cultural. Y aportamos desde ese lugar, construyendo el mejor conocimiento que podemos o sabemos hacer. Es decir, artículos de investigación, con un relevamiento empírico sólido. Nuestras afirmaciones son a base de estudios muy meticulosos que plasmamos en la revista, en los libros, en las actividades que realizamos, hacemos talleres, hacemos grupo de estudio. Tratamos de innovar en temática nuevas.
El año pasado hicimos un curso totalmente hermoso sobre teoría de la reproducción social y debatimos los más recientes avances sobre las luchas feministas y la articulación entre la lucha de clases y la lucha de género. Por supuesto, habrán temáticas en que estamos quizás más retrasados, pero en conjunto tratamos de ir acompañando el avance que está teniendo la teoría social, la teoría marxista y hacemos también Las Jornadas, que es un gran evento.
Las Jornadas que ahora son internacionales de historia del movimiento de la izquierda. En la última jornada hubo centenares de participantes. La próxima que vamos a hacer el año que viene también. Ya tenemos 29 mesas armadas, van a haber cerca de 350, 400 ponencias. Es un evento muy relevante. Y bueno, ese es el posicionamiento, medio raro, particular que tiene este espacio. Que además cultivamos mucho la forma de funcionamiento. La forma de funcionamiento, que es abierta, que es muy cuidada e intenta ser muy respetuosa del punto de vista de distintos, pero que al mismo tiempo tiene horizonte claro, que es inamovible. Inamovible en sentido de hay cosas que no ponemos en cuestión. Este, la idea de la ineluctabilidad de la lucha de clases, que defendemos nuestros intereses de la clase obrera, de los explotados, que el socialismo es el horizonte, que el capitalismo es irreformable. Hoy diríamos también que la lucha por la emancipación de la mujer es inescindible de la lucha por el socialismo, bueno, son convicciones generales.
Y bueno, en eso estamos. Es un proceso, es un proyecto este que nos cuesta mucho, porque además es auto sostenido. Es decir, limitamos el financiamiento de alguna universidad o del estado o de un partido, de la iglesia o de cualquier cosa. Entonces un proyecto auto financiado y nos sentimos orgullosos. Cada cosa está sostenida por su propia inercia, por su propia conquista.
La revista, por ejemplo, la sacamos en papel y desde el primer número la autofinanciamos por propia venta o material que evidentemente resultó relevante para el que lo quiso comprar. Y así los libros y luego también el CEHTI. Y tenemos una modesta oficina en el centro y es sostenida con ese modo, con aportes voluntarios. Fuimos montando una biblioteca que es abierta a la consulta pública, todas con donaciones y así vamos manteniéndonos. Como un espacio pensado para largo plazo. No es de coyuntura, es una perspectiva larga, de larga duración. Bueno, eso.