España: Ante la crisis institucional, movilización popular

Autor: Rubén Tzanoff

El PSOE, el PP y los jueces intercambian fuego cruzado. La caducidad del régimen del ’78 se expresa con crudeza. En una situación tensa política y socialmente, hacen falta dos requisitos: la irrupción de la movilización callejera y la construcción de una nueva alternativa política de izquierda radical.

Sumergidos en un oscuro abismo

En una votación de seis contra cinco, el Tribunal Constitucional (TC) ha decidido impedir que el Senado legisle sobre la renovación del organismo judicial, en el que dos de sus miembros tienen el mandato vencido. El nudo reaccionario del conflicto desatado radica en el hecho de que las reformas se decidan en distintos órganos judiciales y no en el Congreso. Es decir, que sean los jueces designados por el Rey y los partidos del régimen los que resuelvan en reemplazo de los diputados y senadores, electos mediante el voto popular. Se ha abierto una grave crisis que ha vuelto a sumergir a la institucionalidad del capitalismo español en un oscuro abismo de contradicciones.

El próximo episodio

En esta dirección, la siguiente instancia para definir el nombramiento de magistrados del TC, está agendada para el martes 27, con la reunión del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Según se anticipa, el “sector conservador” pondrá dos nombres sobre la mesa: César Tolosa y María Luisa Segoviano. Mientras que el “sector progresista” postularía sus propios candidatos. ¿Hasta dónde llegará el diferendo? La descomposición hace difícil predecirlo. Lo que sí es seguro, es que las crisis se repetirán y que sólo cambios de gran calado podrán romper el antidemocrático circulo vicioso que contornea al Estado español.

PSOE-PP: “se aman, se pelean, se vuelven a amar…”

Los hechos son contundentes. Fue el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, quien permitió reforzar la mayoría conservadora del TC pactando con el PP las candidaturas de Enrique Arnaldo y Concepción Espejel. Esta es la razón por la cual tanto Bolaños, como la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y el presidente del Senado, Ander Gil (todos del PSOE) llamaron a respetar la decisión del TC. Así transcurre el desastre de la superestructura española: entre el “amor y el odio” que en cada momento se prodigan el PSOE y el PP.

Fuego cruzado desde trincheras institucionales

Pedro Sánchez y sus aliados se atrincheran en el Gobierno y en el Senado. La derecha y la ultraderecha abren fuego camuflados bajo las togas de los magistrados más conservadores del TC, quienes aceptaron tomar las medidas cautelarísimas solicitadas por el PP y Vox. A los dirigentes socialistas, a los populares y a los jueces no los mueven las intenciones democráticas sino sus propias ambiciones de poder y los cálculos electorales.

Reforma radical del sistema judicial

Es un contrasentido que sea la propia institucionalidad la que elija a los jueces, que los cargos sean intocables y que la justicia funcione como anexo del poder político. Hacen falta propuestas que superen el alcance de los parches circunstanciales. Los jueces deben ser electos por el voto popular. Hay que instaurar la revocabilidad de los cargos, la autoridad de Jurados Populares y la validez de Comisiones Investigadoras Independientes. Los magistrados han de cobrar el mismo salario que un obrero calificado y rendir cuentas ante representaciones populares de control. La adopción de medidas transicionales de este tipo solo puede imponerse con la realización de grandes movilizaciones. Al mismo tiempo, es vital atacar los problemas de fondo.

Abajo el régimen del ’78 y la monarquía

Las limitaciones democráticas se replican sin solución de continuidad en todos los poderes del Estado. Esto se debe a que la dictadura franquista primero y la transición después impusieron instituciones y postulados reaccionarios, en cuya cúspide se encuentra la restauración de la monarquía. Para garantizar un futuro distinto, es indispensable saldar cuentas con el pasado, impulsando un movimiento unitario ordenado por acciones orientadas a terminar con el régimen del ’78 y con la monarquía. Que abra el camino hacia procesos constituyentes en los que el pueblo decida todo, entre otras cosas: la autodeterminación de los pueblos oprimidos, la disolución del Senado y su reemplazo por una Cámara Única con representantes electos por voto proporcional.  

Que irrumpa la movilización popular

La población no sólo está hastiada del “espectáculo” en las alturas, también lo está de la inflación que desvaloriza el salario y encarece el costo de vida. La crisis de la economía capitalista, la pandemia, la guerra de invasión a Ucrania y la corrupción en la Unión Europea agudizan el malestar social y la incertidumbre. El mejor canal para expresar el descontento que se percibe aún en medio del clima festivo, es la movilización de los trabajadores y el pueblo. Con un programa de reclamos democráticos y sociales de aplicación inmediata. Con la exigencia para que CC. OO. y UGT convoquen a la huelga general. Es el camino que comenzaron a transitar la masiva manifestación madrileña en defensa de la sanidad pública, las huelgas en Francia y en el Reino Unido

Hay que terminar con la vieja política de “las castas”

El gobierno de “coalición progresista” PSOE-Unidas Podemos, configura un compendio de mentiras y medidas que no tienen nada que ver con una verdadera izquierda. El PP y Vox intentan capitalizar el descontento en base a propuestas de derecha. Lo cierto es que, más allá de sus diferencias, son variantes del régimen y del sistema capitalista. Entre ellos, el “mal menor” se diluye entre los padecimientos del pueblo trabajador. Hace falta una nueva alternativa política anticapitalista, de izquierda que apoye las luchas desde la independencia de clase. Que sostenga como estrategia un gobierno de los trabajadores y el pueblo, con plenas libertades democráticas y derechos sociales satisfechos. Sin explotadores, opresores y burócratas. Es decir, con un sistema socialista.

Por un frente de izquierda radical

Hay organizaciones como la CUP y Anticapitalistas que se presentan como enemigos del sistema y propulsores de transformaciones profundas. Como también lo hacemos agrupaciones que nos reivindicamos socialistas revolucionarios, como: SOL, LI, CR, CRT, IR y otras. Entre todos tenemos el desafío de realizar un llamado a poner de pie un frente de izquierda radical para disputar unidos por los cambios estratégicos que se necesitan.