Lo que ha dejado Filomena

La virulencia histórica de la borrasca Filomena ha dejado al descubierto previsiones insuficientes y una gran desigualdad social.

Aunque el hielo tardará varios en derretirse y el pronóstico meteorológico indica que vendrán días de temperaturas bajo cero, lo peor del temporal ya ha pasado por la península, causando importantes daños. Fue cerrado el aeropuerto de Barajas, se paralizó parte del ferrocarril, hubo cerca de 700 carreteras afectadas, con miles de automóviles, camiones y autobuses atrapados varias horas en las vías de circulación. Madrid colapsó y estuvo al borde de ser declarada “zona catastrófica”. A su paso la nevada ha tapado ciudades enteras, pero ha vuelto a dejar al descubierto las desigualdades sociales existentes, como sucede con la pandemia. Mientras algunos tuvieron la suerte de disfrutar de la nieve haciendo muñecos, lanzándose bolas, esquiando o improvisando trineos en una avenida; lamentablemente, hubo otros que sufrieron las inclemencias del clima en malas condiciones de vida en ciudades, pueblos y en el campo.

Al mismo tiempo que en las redes sociales y los noticieros se multiplicaron las postales de la Cibeles, el Santiago Bernabéu o la Gran Vía cubiertas de blanco; en los barrios más pobres, como la Cañada Real, en la periferia pobre madrileña, había alrededor de cuatro mil personas que, sin contar con energía eléctrica desde hace tres meses antes, sufrieron al borde del congelamiento. La empresa Naturgy, proveedora del servicio de energía, no se hizo cargo de la situación argumentando que en la zona existe “sobrecarga de red” . El gobierno madrileño respondió con un improvisado plan de traslados a albergues temporarios ubicados en una antigua fábrica, algo que fue rechazado por los vecinos que reclamaron la restitución del suministro, expresaron su voluntad de pagar la luz y de permanecer en sus hogares. Las personas sin techo la pasaron mal, al igual que los trabajadores que fueron inducidos a dormir precariamente en sus locales de empleo, para garantizar su presencia al día siguiente.

Hay que destacar la solidaridad que se puso de manifiesto por parte de los vecinos que ayudaron a las personas en emergencia atascadas en la nieve, a las ambulancias y camiones de bomberos, que alcanzaron mantas y comida a los más necesitados. A los médicos y enfermeros que fueron caminando a los centros de salud para cuidar a los pacientes,

Para colmo, en pleno temporal, aumentó el costo del gas natural y se disparó el precio de la luz un 27%. Como es obvio, el frío obligó a un mayor consumo de energía para calefacción. Sin embargo, las empresas capitalistas no consideran al suministro de electricidad como uno de los derechos básicos para la vida, sino como una mercancía más, sujeta a las reglas del mercado: a mayor demanda -con menor producción de energía alternativa- aumento de los valores en las facturas.

Los funcionarios del PSOE se dedicaron a justificar su actuación, algunos dirigentes de Unidas Podemos criticaron los aumentos, pero sin hacer prácticamente nada para revertirlos, muy alejados de sus promesas electorales contra los incrementos de las tarifas en los servicios públicos esenciales. Se trate de una pandemia, de un temporal o una crisis económica, siempre actúan con el mismo “doble discurso”: críticas y medidas parciales sin medidas de fondo, que apañan las ganancias de las empresas del IBEX35 por encima de las necesidades de las grandes mayorías populares.

Cuando Pablo Iglesias era opositor al gobierno del PP, había llegado a plantear la nacionalización de las empresas de energía, ahora que forma parte del gobierno de “coalición progresista” detrás del PSOE, ya no lo considera tan necesario. Tanto el vicepresidente como sus ministros se enredan en una maraña de parches reformistas, que no van al fondo de ninguna cuestión social, ni provocan cambios cualitativos. En medio de una de las peores crisis económicas del capitalismo, de las graves consecuencias del Covid-19 y un temporal de nieve histórico, siguen preocupándose principalmente por satisfacer a los más poderosos. Es necesario prohibir por ley los cortes de energía en los hogares obreros y populares, imponer una tarifa social accesible y reconectar inmediatamente el suministro a quienes se lo haya cortado. Las empresas privadas son un conglomerado de explotación, contaminación y servicios caros que se montan en base al criterio de la ganancia, de acrecentar la fortuna de un puñado de privilegiados por encima de las necesidades de las grandes mayorías populares. Para tener trabajo, salud, educación y energía, es necesario nacionalizar las empresas privadas sin indemnización, colocarlas bajo la planificación, el control y la administración de sus trabajadores y usuarios.