La cumbre de la UE, un abismo antihumano

Los acuerdos hacia la crisis migratoria demuestran una nueva bancarrota moral imperialista.  Los Veintiocho acordaron medidas de aplicación voluntaria. Con relación a la recepción de quienes son salvados resolvieron:
«…su traspaso a centros controlados establecidos en Estados miembros, solo de forma voluntaria, donde distinguir entre irregulares y refugiados”.

Con respecto a las plataformas en terceros países manifestaron “El Consejo Europeo pide al Consejo y a la Comisión explorar rápidamente el concepto de las plataformas de desembarco regional, en estrecha cooperación con países terceros relevantes, así como con el ACNUR y la OIM”. Los países base podrían ser Túnez, Libia, Turquía o Grecia, con quienes negociará Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo.

Sobre los fondos señalaron que se “apoyará financieramente y de otras formas todos los esfuerzos de los Estados miembros, especialmente España, y países de origen y tránsito, en particular Marruecos, para prevenir la inmigración ilegal”.  A partir de los incidentes sucedidos con el barco de la ONG alemana “Lifeline”, recalcaron que las naves “deben respetar las leyes aplicables y no obstruir las operaciones de los guardacostas libios”.

La ultraderecha, la derecha y la centroizquierda se dieron la mano, insensibles con los inmigrantes.

Los presidentes burgueses festejaron el resultado de la Cumbre. Pedro Sánchez quedó “francamente satisfecho”. Giuseppe Conte dijo que “Italia ya no está sola”. Para Emmanuel Macrón, fue una victoria sobre los «euroecépticos». Angela Merkel vuelve a Alemania confiada en atenuar la crisis que enfrenta con sus socios de CSU, pero no tiene nada asegurado. Los cultores del cierre hermético de fronteras, Austria y los países del Grupo Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y República Checa) también terminaron satisfechos.

Estas autoridades desprecian la influencia de las corrientes migratorias en la composición de las sociedades modernas. Y, muy en especial, olvidan la existencia de un flujo migratorio conformado por millones de europeos que durante los siglos XIX y XX y encontraron su hogar en América y otros continentes. Escapaban del hambre, la miseria, la persecución política, las guerras y fueron bienvenidos. Lo opuesto a lo que hacen con los inmigrantes africanos.

Van a fortalecer los controles fronterizos. Cuando los migrantes lleguen al mar, mantendrán las trabas a los barcos de las ONGs, algo que ha causado horror en los socorridos e indignación en las organizaciones humanitarias. Seguirán haciendo todo lo posible para que el “socorro” lo realicen patrullas marítimas libias, que devolverán a las personas directamente a África, donde les espera un siniestro regreso. 

Sí llegan a jurisdicción europea serán llevados a campos de encierro, a los actuales o a los que eventualmente incorporarán en terceros países. En esas «plataformas» decidirán quiénes se consideran refugiados y deportarán los que «sólo» huyan del hambre y la miseria.
Seguirán aportando económicamente a los que brinden socorro en Europa y fomentarán sacarse el problema de encima pasando las “cargas” fronteras afuera.

La Unión Europea y EE. UU. comandan la bancarrota moral imperialista.

Una vez más, el bloque imperialista les dio la espalda a las personas desesperadas de los pueblos pobres. Mientras debatían, cientos de personas fueron salvadas y otras tantas desaparecieron en el mar, en un drama que parece no tener fin. Los causantes de la herencia colonial, la explotación y la opresión desprecian la vida de los más pobres y una acogida con plenos derechos. El capitalismo sólo puede conducir a la barbarie, por eso es necesario organizarse para derrotarlo.