Contra el patriarcado y el capitalismo, el 8M, volvamos a parar el mundo
El próximo 8 de Marzo se realiza el tercer paro internacional de mujeres. Los partidos y grupos que integramos Anticapitalistas en Red, en flamante unidad con el SEP de Turquía, venimos desplegando una campaña internacional por la huelga y las movilizaciones del 8M desde una perspectiva de clase, socialista y revolucionaria.
A poco de asumir el ultraderechista Bolsonaro como presidente de Brasil, ya muestra sus vías de ataque misógino y homofóbico: retiró a la comunidad LGBT de los programas de derechos humanos, pretende eliminar el derecho al aborto incluso en los casos de embarazo por violación y también aumentar en dos años la edad jubilatoria de hombres y mujeres (negando así nuestro trabajo doméstico gratuito). Sin duda, el masivo movimiento EleNão y sus aliados no cederán sin dar pelea frente a semejantes proyectos tan retrógrados.
Esa ofensiva de Bolsonaro es muy similar a la que llevan adelante otros gobiernos de derecha en todos los continentes, como Trump contra el derecho al aborto o Putin contra la comunidad LGBTI, pero también a la de quienes en nombre del progresismo o el socialismo reprimen y ajustan a sus pueblos como Ortega o Maduro. El propio Parlamento Europeo ha reconocido, en una resolución especial el 13F, que “existe una ofensiva global en contra de los derechos de género”.
No obstante, por tercer año consecutivo, el próximo 8 de Marzo, día internacional de la mujer trabajadora, se vuelve a convocar una importante acción de lucha y de clase que sacudirá al mundo entero: huelgas, manifestaciones y toda suerte de acciones combativas confluirán durante el tercer paro internacional de mujeres. Mientras que el año pasado se concretaron acciones en unos 60 países, esta vez ya se prevé que las habrá en más de 80.
Si esta cuarta ola feminista mundial no se detiene y sigue adelante es justamente porque se profundiza la ofensiva anti-derechos. Este 8M nos va a encontrar en cada país saliendo a las calles, en unidad, luchando por derechos que ya conquistamos y nos quieren arrebatar o por derechos que aún nos faltan: contra la violencia machista y los femicidios, por aborto legal, educación sexual, anticoncepción, igualdad salarial, Estado laico. En fin, luchando contra este sistema capitalista y patriarcal, que es el padre de todas las violencias en todo el globo.
Algunos ejemplos de lucha
El Estado español es un territorio donde la ola feminista pisa fuerte. El 15E hubo concentraciones de mujeres en muchas ciudades por dos motivos: 1) apoyar a sus hermanas de Andalucía ante la asunción del nuevo gobierno regional derechista de Vox-PP-Ciudadanos, y 2) acumular fuerzas hacia el paro del 8M. Si bien las principales centrales sindicales (CCOO, UGT, USO) llaman a paros parciales, otras (CGT, CNT) llaman a la huelga general. Y por primera vez la federación docente de CCOO también convoca al paro general. Es decir, el movimiento se amplía.
En la Argentina, otro puntal de la ola, a iniciativa de la izquierda anticapitalista las asambleas unitarias preparatorias del 8M le exigen paro general a las centrales sindicales: la CGT y las CTA. Ya antes, en varios pronunciamientos públicos, decenas de organizaciones -incluidos sectores reformistas- han expresado la radicalización política del movimiento: “El patriarcado y el capitalismo no se van a caer: los tenemos que tirar”. Aunque la ex presidenta Kirchner haya llamado a unir los pañuelos verdes (pro-aborto) y los pañuelos celestes (anti-derechos), por abajo el activismo feminista, con las jóvenes a la vanguardia, reafirma su lucha y además es claramente anticlerical e inclusivo de las disidencias sexuales.
En Chile, la Coordinadora Feminista 8M llama a la huelga general con un programa de demandas laborales, reproductivas, de cuidado y derechos sexuales. La antesala fue el “mayo feminista” de 2018, con tomas de universidades en todo el país, que impuso la educación sexual en la agenda pública. En julio la “ola verde” movilizó a cientos de miles en las calles. Y el año culminó con más de mil mujeres participando en el 1º Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan. Esa articulación motoriza a trabajadoras del sector público y privado, pese al freno de la dirigencia sindical burocrática.
En Irlanda, uno de los países más católicos de Europa, mediante un plebiscito, las mujeres y el pueblo lograron en mayo del año pasado eliminar la prohibición del derecho al aborto que había sido impuesta en la constitución nacional por la Iglesia. El Sí a tal eliminación fue contundente: logró más del 66% de los votos. Y la movilización feminista prosiguió, de modo que en diciembre ambas cámaras del Congreso, pese a las presiones conservadoras, tuvieron que aprobar la ley de aborto.
En EEUU., cuna del #MeToo, las mujeres protagonizan huelgas docentes, marchas de negras y latinas contra el racismo y pro-migrantes, y también giro político a izquierda. No es casual que allí surja el manifiesto Feminismo para el 99%, de Nancy Fraser, Cinzia Arruzza y Tithi Batthacharya, donde afirman: “El feminismo no debe empezar o detenerse al ver a las mujeres representadas en la cima de la sociedad. Debe comenzar con las de abajo y luchar por el mundo que merecen. Y eso significa apuntar contra el capitalismo. El feminismo debe ser anticapitalista, eco-socialista y antirracista”.
En otros países, con sus propios ritmos e intensidades, también el movimiento de mujeres, la juventud y la comunidad LGBTI resisten y enfrentan ataques parecidos, que son parte de la ofensiva más general con que las clases capitalistas tratan de revertir su crisis.
Nuevos-viejos debates
Al calor de la revolución feminista que cruza el mundo se reactivan no pocos debates políticos. Espacios feministas de carácter liberal y reformista buscan diluir los reclamos más avanzados, el cuestionamiento a las instituciones del Estado burgués y, sobre todo, las contradicciones de clase. Por eso de cara al 8M, por ejemplo, proponen “paro y movilizaciones sólo de mujeres”, no criticar a la oposición burguesa ni a la Iglesia Católica y sus socios evangelistas.
Similares posturas tienen otras corrientes, como el feminismo autonomista o el feminismo radical que recicla a su par de medio siglo atrás. El primero es anti-partidos, una concepción anarcoide que resulta funcional al poder político burgués. El segundo es trans-excluyente, casi biologicista. Y ambos ubican como enemigo principal a los varones y no al sistema económico-social imperante: el capitalismo. De hecho, como las reformistas, comparten un enfoque policlasista y divisionista de las luchas.
En cambio, desde Juntas y a la Izquierda y nuestros partidos en todos los países en donde militamos, levantamos las banderas de nuestro feminismo de clase y revolucionario. Buscamos la más amplia unidad de acción posible de las mujeres y disidencias para movilizar en las calles, a la vez que enmarcamos la lucha feminista en el combate estratégico del conjunto de la clase trabajadora, la juventud y demás sectores populares por derrotar al padre de la explotación y la opresión: el sistema capitalista y patriarcal.
En los días que restan hasta el 8M, convocamos a impulsar en todos los países el paro general con movilización. Exigir a todas las centrales sindicales y sindicatos el paro general activo, para masificar las manifestaciones, inundar las calles y hacer temblar el mundo. Vamos por todos y cada uno de nuestros derechos de género y también contra los planes económicos de ajuste que el FMI, el Banco Mundial, el G20, la Unión Europea y demás organismos imperialistas descargan sobre nosotras y nuestros pueblos a través de los distintos gobiernos burgueses.
Somos antipatriarcales porque queremos poner fin a toda desigualdad de género. Somos disidentes porque esas identidades aliadas también son discriminadas y oprimidas. Somos anticlericales porque exigimos Estados laicos y rechazamos todo fundamentalismo e injerencia religiosa en la vida pública. Somos anticapitalistas porque dicho sistema es el padre de todas las violencias. Somos internacionalistas porque nuestra lucha no tiene fronteras y es la misma en todo el planeta. Y como nuestra pelea no sólo es social y cultural sino también política, nos organizamos y construimos partidos nacionales y una corriente internacional porque nuestro norte es la revolución y el socialismo.
Juntas y a la Izquierda
Reproducido de http://anticapitalistasenred.org
19.2.2019