PP retrocede pero se mantiene, PSG-PSOE se hunde y BNG logra ascenso histórico

Por Antón Freire

Aunque Ana Pontón del Bloque Nacionalista Galego no será presidenta de la Xunta en esta ocasión, la izquierda nacionalista gallega avanza y se fortalece como primer partido de oposición al gobierno de Galicia controlado por la derecha centralista del Partido Popular.

Por otra parte, el Partido Socialista de Galicia (PSG) filial del PSOE gobernante en el Estado Español, experimenta una estrepitosa caída.

Los otros factores, tanto la ultraderecha de Vox como las izquierdas reformistas más o menos periféricas del PSOE, se quedan fuera del parlamento gallego, aunque emerge un factor local orensano, también marcadamente derechista, con un sólo diputado. Pero hay que tomar en cuenta que Vox juntó más votos que éstos.

El Bloque, con la candidatura de Ana Pontón, ha conseguido el 31,58 % de los votos, con lo que sube de 19 a 25 diputados (6 más), teniendo como partidaria de su proyecto nacionalista a casi un tercio de la población electoral gallega. Éstos son los mejores resultados que ha alcanzado hasta ahora el BNG, que había llegado al 24,8 % en 1997 para ir bajando sucesivamente hasta un 8,3 % en 2016; luego de lo cual subiría (también con Ana Pontón) a 23,8 % en 2020, antes de dar el salto de las elecciones del domingo 18 de febrero 2024.

Sin embargo, Pontón declaró que este resultado era “insuficiente” porque “queríamos abrir un tiempo nuevo”, pero al mismo tiempo afirmó que “Galicia ya cambió y no hay marcha atras”. Pero ese cambio de voluntades no es inexorable, pues siempre dependerá de ¡la lucha de clases! Y del papel que en ella se proponga jugar y desempeñe en efecto el BNG.

El PP de Rueda (presidente de la Xunta) y su jefe Feijóo, logran mantener la mayoría absoluta en el parlamento y seguir detentando el gobierno autónomo, aunque con pérdida de dos diputados respecto a la anterior elección, al anotarse 40 diputados de los 42 que antes tenía, pero por encima de los 38 que marcan la línea de la mayoría absoluta. Su porcentaje de votos fue del 47,30 %, con mayoría en las cuatro provincias, pero en Vigo, la ciudad más poblada y más obrera de Galicia le ganó el Bloque.

Hay indudablemente cierto desgaste del PP, pero lo del PSG-PSOE es un verdadero descalabro, con sus peores resultados de todas las elecciones gallegas. Y esto último anuló la posibilidad de intentar arrebatarle la mayoría al PP mediante un eventual acuerdo para permitirle gobernar al Bloque o con un gobierno de coalición entre ambos que le diera la presidencia a Pontón, pese a las contradicciones entre una fuerza que habla de una “Galiza ceibe” o independiente y un partido socialdemócrata del régimen monárquico centralista, por más “progre” que sea en algunas posturas.

Por consiguiente, el rechazo hacia el PSG, tributario del PSOE, que representa al gobierno central, desplazó el voto socialdemócrata en algunos casos hacia la derecha popular gobernante en Galicia y en otros hacia los nacionalistas de izquierda, que parecen haber sido los que más aprovecharon el fenómeno, a pesar de que la campaña del BNG iba casi exclusivamente contra el PP y no contra el PSG-PSOE, mientras que la campaña del PP iba dirigida contra Besteiro (candidato gallego) y Sánchez (presidente español).  

Claro que, tener que depender de una coalición con el PSG-PSOE para hacer posible que Ana Pontón y el BNG alcanzasen la presidencia de la Xunta, no hubiese sido una alternativa deseable como pudiesen pensar algunos, porque eso significaría cogobernar con una sucursal del centralismo español, con un partido que le rebajaría al BNG su programa y que le salpicaría con todo lo que hiciesen desde la Moncloa, además de amarrarse a uno de los principales instrumentos (junto con el PP) de la burguesía española, cuando no pocas veces lo que trata de hacer el PP de manera abrupta y grosera lo termina haciendo el PSOE con lubricantes, cuentos y perfumes.

Así que sería una ilusión pretender el ejercicio de la presidencia con un gobierno propio “galego”, teniendo como socio al PSOE, que está supeditado al capitalismo europeo, pues un gobierno realmente propio sólo podría ser el resultado de los votos mismos del BNG y de una correlación de fuerzas ganada con las luchas sociales, libradas junto al pueblo gallego, sin condicionamientos ni cortapisas de la socialdemocracia (les queda muy grande la denominación de “socialista” y “obrero” que todavía llevan de adorno).

El BNG está ante la posibilidad de seguir creciendo como una fuerza radical galega, opositora a los dos grandes partidos centralistas que se han venido repartiendo el gobierno dentro del régimen capitalista de la monarquía española.

Y puede hacerlo si se mantiene a la cabeza de la lucha social y política nacional de Galicia, de la movilización de la clase trabajadora y los sectores menos favorecidos, de la gente que trabaja en el mar, en la salud, la educación, el campo o en otras áreas, y al lado, por supuesto de la juventud y la población de mayores, por la defensa, conservación y ampliación de sus derechos y beneficios, por la preservación ambiental de su tierra y de sus costas, por su identidad, su lengua y su cultura…

Esto no sería compatible con una fórmula de cogobierno con el centralismo capitalista español, que desdibujase el programa y el proyecto de liberación, como ya se probó de alguna manera cuando el BNG cogobernó con el PSG de Touriño, desde la vicepresidencia de Quintana, lo que le llevó a una crísis y a la dimisión, provocando prolongados daños al nacionalismo galego.

Desde el punto de vista programático, las propuestas que presentaron los distintos contendientes en las elecciones gallegas fueron bastante flojas, vagas y llenas de lugares comunes, predominando el eslogan propagandístico sobre los contenidos enfocados a buscar verdaderas soluciones a los problemas. En ese contexto, el BNG presentó planteamientos más elaborados, enfatizando la oferta de gobernar para Galicia sin servilismo o sumisión al centralismo y apuntando al fortalecimiento de los aspectos nacionales, los recursos de Galicia para Galicia, las reivindicaciones lingüisticas y culturales del pueblo gallego (algo que no hubiese podido cumplir en caso de una eventual alianza de gobierno con el PSG sólo con el fin de desplazar al PP). También enfatizó la mejora de los servicios sociales, la atención a la población de mayores y dependientes, los temas ambientales…

Pero faltaron definiciones que apuntasen en dirección al cambio del sistema de producción, de explotación y división de clases del capitalismo en Galicia, que no se pueden desligar de la misma lucha para todas las nacionalidades, para el conjunto del Estado Español y más allá. Especialmente,  siendo el BNG la fuerza política que está detras de la Central Intersindical Galega (CIG). Se  echa de menos un mayor desarrollo y precisión de propuestas sustanciales de cambio en la situación de la clase trabajadora gallega de todas las áreas. Y tampoco queda completamente clara la ruta para la liberación nacional más allá de la oferta de poner los recursos “en favor dos intereses galegos” (¿de qué clase social?) al no tocar la cuestión de la propiedad capitalista (al menos en el programa difundido al público), pues se sabe que los recursos de Galicia, no sólo los chupa el centralismo español, sino que una buena parte de ellos están en manos de una minoría propietaria (gallega y no gallega).

Entonces, este avance electoral, aunque no haya sido “suficiente” para pasar a gobernar, en el caso del BNG, le está dando un gran empujón como oposición al PP que gobierna en Galicia y también al PSG que es parte del PSOE que gobierna en España, lo que debería traducirse en mayor contundencia para asumir la conducción de la organización y movilización del pueblo gallego en sus luchas. Así, además de todas las conquistas que puedan depararle esas luchas, sería en gran medida eso lo que  habría de nutrir sus futuros nuevos avances electorales, que estarían sustentados en esa fuerza motriz. 

Pero eso no puede tener éxito sólo dentro de los límites de Galicia, sino que necesita de una articulación con las luchas del pueblo trabajador en todo el Estado Español y con las luchas del resto de las nacionalidades oprimidas que lo componen, ya que el destino del pueblo gallego está indisolublemente ligado al destino del conjunto de la clase trabajadora, al destino del capitalismo español y de su monarquía.