Operación Catalunya: espionaje de Estado y pacto de silencio

En marzo de 2024, el Congreso de los Diputados de España puso en marcha la Comisión de Investigación sobre la Operación Catalunya. Su objetivo: esclarecer las denuncias sobre el uso de estructuras parapoliciales para perseguir a dirigentes y activistas del movimiento independentista catalán.
Las acusaciones incluyen la creación de informes policiales falsos y el uso del software de espionaje israelí Pegasus, todo ello durante los gobiernos del Partido Popular (PP).

“No sé, no me consta”
Han sido citadas figuras clave del PP: el expresidente Mariano Rajoy, esta semana ha declarado la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría —interventora de Catalunya tras la aplicación del 155—, la exministra María Dolores de Cospedal y el exministro Cristóbal Montoro.
Hasta ahora, todos han negado la existencia de una trama parapolicial o de cualquier conducta ilegal. Repiten una versión guionada: “No sé, no recuerdo, no existió, no hice nada ilegal fuera de la Constitución”. Un relato que recuerda a los juicios-farsa contra el independentismo catalán.
Mientras tanto, los diputados del PP y de Vox defienden esta narrativa con argumentos que parecen sacados de un manual de la Inquisición.

Villarejo y la “brigada patriótica”
En medio de este escenario, hasta el nefasto excomisario José Manuel Villarejo, imputado en múltiples causas y en libertad condicional, ha confirmado la existencia de una “brigada patriótica” dentro del Cuerpo Nacional de Policía. Conformada como una estructura que actuaba con respaldo político y con el objetivo de “defender la unidad de España”, a través de operaciones encubiertas, espionaje, chantajes y filtración de información falsa a los medios de comunicación.

Artur Mas “independentista” del régimen
También declaró esta semana el expresidente de la Generalitat Artur Mas, quien confirmó la existencia de la Operación Catalunya y anunció que presentará una querella contra sus responsables. Un informe de Citizen Lab reveló que su teléfono fue atacado con Pegasus en 32 ocasiones, algunas de ellas cuando todavía ocupaba el cargo de president. Sin embargo, Mas evitó cuestionar la monarquía borbónica, reconoció sus buenos vínculos con el emérito Juan Carlos I y Felipe VI, y pasó por alto su política de recortes sociales. Reivindicó sus conversaciones con el PP y explicó que el impulso a las consultas del 9-N y el 1-O respondió a la presión popular, más que a una estrategia rupturista.

PP y PSOE con balas de salva
Durante las sesiones de la comisión, el PP y el PSOE se han acusado mutuamente, pero lo único que los diferencia es el método: unos priorizan la represión -garrote-, los otros la negociación -zanahoria-, el objetivo final ha sido el mismo, ambos han actuado contra la autodeterminación catalana con la aplicación consensuada del 155. Tampoco pueden ocultar que las denuncias por la apelación a prácticas parapoliciales han estado presentes en los gobiernos de ambas formaciones.

Libertades democráticas en riesgo
Es urgente denunciar la utilización de métodos de espionaje, hostigamiento judicial y represión política contra dirigentes independentistas, con total independencia de su política. También lo es defender a los centenares de activistas que han sido perseguidos y judicializados por un régimen que, aunque formalmente democrático, mantiene estructuras de control heredadas del franquismo.
Sólo una comisión independiente, respaldada por la movilización popular, podrá llegar a la verdad y sentar responsabilidades. Este debe ser un compromiso activo de los organismos de derechos humanos, de sindicatos como CC.OO. y UGT, de los partidos que se reivindican progresistas como Podemos, Los Comunes, IU, de fuerzas como la CUP, Anticapitalistas y de todos los sectores que realmente defienden las libertades democráticas. Porque lo que hoy se tolera contra el independentismo, mañana se aplicará contra la clase trabajadora y otras formas de disidencia política o social.

¿Qué hacer frente al régimen del ’78?
Los posicionamientos de dirigentes como Mas, Puigdemont, Junqueras, y otros referentes de Junts y ERC, reflejan un límite estructural del actual movimiento independentista: una dirección que se declara independentista, pero actúa dentro de los márgenes del régimen del ’78 y del sistema capitalista.
Por eso creemos que es el momento de intercambiar ideas, debatir en profundidad y construir una nueva estrategia que supere la contradicción que señalamos. Una estrategia que no se limite a la legalidad institucional del Estado español, sino que impulse un proyecto político y organizativo rupturista, anticapitalista y revolucionario, que entienda la autodeterminación y el socialismo como una sola lucha, indivisible y simultánea.