PSOE and the regime 78: machismo, corruption and political decomposition

Los escándalos que atraviesan al PSOE no son hechos aislados ni simples “errores”: expresan la crisis sistémica del régimen del 78, sostenido por la monarquía, el bipartidismo y un capitalismo patriarcal incapaz de garantizar derechos democráticos elementales.

Machismo estructural

Las denuncias de acoso y abuso que salpican al PSOE -desde cargos municipales hasta asesores en Moncloa- vuelven a poner de relieve una realidad conocida por millones de mujeres: los protocolos no funcionan, las denuncias se silencian y la impunidad solo se rompe cuando el escándalo estalla en los medios o en los juzgados. La reacción se repite: declaraciones grandilocuentes, golpes de pecho y ninguna medida estructural. En una sociedad capitalista y patriarcal, los privilegiados siguen actuando con redes de protección que atraviesan partidos, instituciones y empresas.

A esto se suman los casos de corrupción, que el Gobierno intenta presentar como episodios del pasado. Nevertheless, la corrupción no es una anomalía, sino un rasgo estructural del régimen del ’78 y del capitalismo, blindados para garantizar privilegios y negocios a una minoría. El patriarcado y el capitalismo tienen que caer juntos.

El PSOE no es una víctima

El PSOE no es una víctima de estas prácticas: es responsable político directo. No solo por su incapacidad para prevenir y sancionar el acoso, sino por sostener un modelo que convierte la igualdad en retórica vacía. Cuando las mujeres denuncian, no se las protege; cuando no denuncian, se las culpa. Las cifras de violencia machista, las sentencias judiciales y la desconfianza social lo demuestran.

En materia de corrupción, el PSOE miente al negar su carácter sistémico y lo hace con la complicidad de SUMAR y sus otros socios. Gobernar sin tocar los pilares del régimen -monarquía, poder judicial heredado, grandes empresas y finanzas- equivale a administrar el problema, no a erradicarlo. Así se explica que los casos se repitan.

El cinismo de la derecha y la ultra

PP y Vox se presentan como escandalizados solo para llevar agua a sus propios molinos ultra reaccionarios. Aprovechan la podredumbre del PSOE para intentar disimular la propia y atacar las leyes que ampliaron derechos de las mujeres y cuestionar cualquier mínimo control democrático. Su objetivo no es limpiar nada, sino profundizar la reacción: más autoritarismo, más machismo y más poder para las élites económicas. La estrategia es clara: embarrar la política, fomentar la abstención y canalizar el hartazgo social hacia la derecha extrema.

Bajo el paraguas del régimen

PSOE, PP y Vox sostienen el mismo entramado: la monarquía como símbolo de impunidad, un sistema capitalista de amiguetes y un orden patriarcal que naturaliza la violencia y la desigualdad. El emérito Juan Carlos I es la expresión más obscena de esa alianza entre corrupción y machismo que la Transición dejó intacta. De esa fuente de agua contaminada beben los escándalos actuales.

La salida: movilización y ruptura

No hay salida por arriba ni solución electoral dentro de este marco. Es necesaria la movilización unitaria, fuerte y sostenida exigiendo a UGT y CC.OO. que dejen de negociar migajas con el gobierno y las patronales y convoquen a movilizar por salarios, labor rights, living place, education,  salud y otros derechos sociales y democráticos pendientes. Es indispensable que la clase trabajadora y el pueblo irrumpan decididamente en la escena política sino, los partidos del régimen seguirán decidiendo el destino de las grandes mayorías y llevándolas a repetidos desastres.

Los partidos que se reivindican de izquierda radical como la CUP y Anticapitalistas podrían cumplir un rol de primer orden si abandonaran sus planteos reformistas y llamaran a conformar una fuerte alternativa política. Las organizaciones que nos reivindicamos trotskistas, like SOL, IR, AT THE, CRT y CR tendríamos que estar en la primera línea de un llamado a conformar un frente consecuente.

Es imprescindible construir fuertes partidos socialistas revolucionarios, que se planten firme contra el régimen y sus partidos y una organización internacional que avance por el reagrupamiento de los revolucionarios, como lo está haciendo la Liga Internacional Socialista.