Los femicidios también son «pandemia»

El confinamiento ha expuesto a las mujeres a más violencia de género.

Mas de un tercio de la humanidad está confinada para frenar al Covid-19. Las mujeres enfrentamos problemáticas específicas y, en algunos casos estamos en situaciones de mayor vulnerabilidad. Sufrimos por la feminización de la pobreza, el ajuste en cuanto trabajadoras, las tareas de cuidado, la racialización y la exacerbación de la violencia de género en condiciones de encierro.

El asesinato de la enfermera italiana Lorena Quaranta encendió los sensores de una problemática ya alertada por el feminismo desde el inicio de la crisis por el Coronavirus. Desde hace años diversos colectivos, en diferentes países del mundo, hemos exigido refugios disponibles ante casos de violencia de género. El planteo persigue el objetivo que las mujeres victimas de estas aberraciones puedan disponer de un lugar seguro, para ir con sus hijxs en los casos que es dificultoso aislar al agresor. Hoy, analizando la realidad del confinamiento obligado, la exigencia reafirma su justa validez.

Era previsible que, al obligar a las mujeres en situación de violencia a convivir con sus agresores bajo el mismo techo, aumentaría el número de llamadas telefónicas para hacer denuncias. El periodo de encierro obligado acrecienta la exposición de las mujeres a la violencia física, psicológica, verbal y económica. Desde el Estado de alarma, en el Estado español han llegado conocerse al menos dos femicidios. En Italia se comete un femicidio cada 72 horas, el caso de Lorena fue el más conocido, pero no el único desde el inicio de la cuarentena. En Francia la «Secretaría de Estado para la Igualdad» emitió un mensaje de alarma: “Una crisis de salud puede exacerbar la violencia de género y la violencia sexual o doméstica. Desafortunadamente, el confinamiento en el hogar puede generar un terreno fértil para la violencia doméstica».

Necesitamos que los refugios sean políticas de Estado, no que sólo dependan de las ONG y que sean lugares seguros a donde podamos ir solas o con nuestrxs hijxs.

Al respecto, la directora regional para las Américas y el Caribe de la ONU-Mujeres, María-Noel Vaeza, asegura que “el hecho de que el hombre no tenga acceso a fuentes de trabajo, tenga mayores frustraciones por el hecho de no poder proveer para su familia y carezca de distracciones como el deporte, va a aumentar la violencia doméstica”. En esta misma línea, Miguel Lorente, ex-delegado del Gobierno español contra la violencia de género, dijo en declaraciones al diario El País: “los agresores perciben impunidad y seguridad, porque el encierro dificulta salir de la relación o interponer una denuncia”. Si bien las declaraciones explican parte de una realidad existente, como es el aumento de llamadas a los teléfonos de denuncias, no otorgan soluciones a una problemática que cientos de miles de mujeres afrontamos a diario en el mundo. La alianza patriarcado y capital nos asesina día a día en cada rincón del mundo, somos víctimas cotidianas de diferentes formas de violencia machistas.

Por eso, es necesario que una vez más le reclamemos a los gobiernos medidas urgentes para que dejen de matarnos. Necesitamos presupuesto de emergencia para combatir la violencia de género, no queremos las migajas de quienes se dicen progresistas, queremos un presupuesto discutido y controlado por todas nosotras. Necesitamos que los refugios sean políticas de Estado, no que sólo dependan de las ONG y que sean lugares seguros a donde podamos ir solas con nuestrxs hijxs. Y subsidios para dejar de sufrir la dependencia económica. Queremos dejar de pensar si la mañana en que nos despertamos será la última y eso exige reclamar medidas urgentes. El capitalismo patriarcal conduce a la barbarie y amenaza constantemente nuestras vidas. Desde Juntas y a la Izquierda seguiremos organizadas por un modelo de sociedad distinto, un modelo donde seamos  “socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

Juntas y a la Izquierda – Estado español