Nicaragua: Manifiesto por nuestra libertad

Hace 5 años que en Nicaragua vivimos, de nuevo, una dictadura. El Estado ha desplegado todo un plan sistemático de represión para amedrentar a todo el pueblo; estudiantes y trabajadores. Las mayorías populares que, en su diversidad, salimos a las calles movilizadas por la indignación y que fuimos partícipes de una verdadera rebelión.

Si bien, las primeras semanas de abril 2018 fueron subiendo la temperatura de sectores juveniles al calor del grave incendio en la reserva de biosfera indio maíz; al sumarse la reforma al sistema de pensiones del INSS y la respuesta violenta de la juventud sandinista, al digno reclamo del pueblo, experimentamos una transformación consciente, del hartazgo social a la rabia colectiva.

La unidad del pueblo tomándose las calles y universidades, en reclamo por los atropellos vividos durante años y la cruel represión provocando los primeros asesinatos, rápidamente pasó exigir la renuncia del gobierno y cuestionar a todas las instituciones del Estado, siendo la expresión más clara del sentir popular contra quienes nos precarizan, empobrecen y frustran nuestros sueños.

Porque entendimos que existía una complicidad muy estrecha, misma que se originó, a raíz de los pactos y conciliaciones que se fueron construyendo por años entre los sectores del poder económico y político nacional e imperialista. Y se sostiene así gracias a los intereses económicos que aún les une.

Entonces, la dictadura de Ortega-Murillo, así como la de los Somoza, es un régimen en función de defender los privilegios de un sector enriquecido, con todas esas maniobras políticas desarrolladas en el marco de institucionalidad, que fueron adoptando a conveniencia, para lograr la mayor explotación de la mano de obra de las y los trabajadores, del campo y la ciudad. Con leyes que no nos defienden, con salarios de miseria y regímenes laborales que atentan contra nuestra salud y dignidad humana. A lo que también se suma el desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas para el avance sobre los territorios en beneficio del extractivismo y mega proyectos, usurpando al pueblo nicaragüense de sus derechos más elementales para la vida.

La defensa de la tierra, el agua y la soberanía, junto a la lucha por salud, educación, vivienda y trabajo digno; son nuestras causas justas. Causas de todo el pueblo a lo largo de décadas, defendidas ante los ataques que han llevado adelante los distintos gobiernos, y que estamos convencidos que solo con esa unidad que parte desde abajo, entre quienes nos vemos y sentimos oprimidos, puede llevarse adelante y construir el país que necesitamos.

La crisis en Nicaragua, a partir de 2018, es un capítulo más de esa lucha. Una lucha de intereses en la que chocan, el pueblo trabajador y el poder político-económico capitalista que nos explota. Estos últimos con el servicio de un Estado como su instrumento que, de nuevo, no ha escatimado en reprimir, perseguir, encarcelar, desterrar y asesinar a quienes luchamos en su contra.

Hemos sufrido, casi desde siempre, el exilio y migración forzada, el odio de una minoría que ostenta el monopolio de la represión y la explotación laboral. Estamos hartos de no poder reclamar nuestros derechos como trabajadores y no poder vivir en libertad, queremos recuperar lo que es nuestro. Queremos conquistar nuestra emancipación y no ser más ni explotados ni oprimidos. Queremos borrar la desigualdad y la injusticia, construyendo organización para lograrlo.

Impulsamos la más amplia unidad en defensa de los derechos democráticos, por la vida y libertad de las personas presas políticas, contra la dictadura. Al mismo tiempo consideramos importante analizar nuestra historia política y reflexionar sobre el país que necesitamos para salir de la crisis económica, social y política que vivimos. Porque creemos que es una responsabilidad del conjunto del pueblo trabajador nicaragüense asumir esta tarea; en defensa de nuestros derechos laborales, civiles y políticos, hasta nuestra propia vida y libertad.

Porque somos mayoría, porque somos nicaragüenses del pueblo pobre que sabe de luchas y de dignidad. Sentimos rabia por todas estas injusticias, rabia que nos impulsa para resistir las adversidades a 5 años de la rebelión de abril, rabia para organizarnos y recuperar nuestro país. Rabia contra los gobiernos que nos oprimen y explotan en el exilio, valiéndose de nuestra condición de migrantes. Nos solidarizamos con las luchas de la clase trabajadora, las juventudes y los sectores populares en el mundo que, en defensa de sus causas justas, enfrentan todo.

Este capitalismo en crisis planetaria no nos deja salida a los de abajo en ningún plano. Por eso, elegimos pelear para echar a la dictadura y construir una nueva Nicaragua que reorganice la economía sin gran empresariado, latifundistas, ni represores con una real democracia plena de los trabajadores, del campo y la ciudad; con la juventud, mujeres, disidencias y pueblos indígenas. ¡Y sin ninguna injerencia imperialista!  Somos socialistas e internacionalistas que luchamos por esa perspectiva. No bajamos los brazos. Seguimos de pie. Vamos hasta el final.

Alternativa Anticapitalista