La caída de Kabul: ¿A dónde va Afganistán?

Por Sheraz Mel

La huida del presidente afgano Ashraf Ghani, sin ofrecer resistencia, y la captura de Kabul por los talibanes sin disparar un tiro han cerrado los veinte años de un capítulo cruel de la historia de Afganistán y abierto un nuevo capítulo lleno de incertidumbre, confusión y posibilidades. Este nuevo capítulo comienza con la retirada de las fuerzas imperialistas estadounidenses y la entrada de los talibanes a Kabul. Esta retirada es una clara demostración del fracaso del orden político-económico capitalista global y sus políticas neoliberales. Mientras invadía Afganistán en 2001, el imperialismo estadounidense había fijado objetivos estratégicos explícitos e implícitos. Al parecer, habían planeado dispersar a Al-Qaeda y llevar a Bin Laden ante la justicia. Irónicamente, los estadounidenses dispararon y mataron a un Bin Laden desarmado y enfermo, más tarde en 2011, para evitar que revelara sus estrechos vínculos con los propios imperialistas. Ellos armaron y organizaron a su Al-Qaeda contra el régimen de Assad en Siria y le brindaron apoyo aéreo, transformándolo en una organización formidable). Otros objetivos incluyeron la emancipación de Afganistán y el establecimiento de la democracia, la igualdad de género y la igualdad de derechos para las mujeres, aplastar a los talibanes y evitar que regresen al poder. Hoy, sin embargo, mientras los estadounidenses se van, los talibanes están más fuertes que nunca. Solo una pequeña fracción de las mujeres que viven en los centros urbanos disfruta de algunas libertades. Ahora también ellas han sido relegadas a mujeres afganas oprimidas comunes y corrientes. Al huyir, los estadounidenses pierden sus sueños de contener a Rusia e Irán y sitiar a China. Al mismo tiempo, la reacción violenta y el fundamentalismo de los talibanes se han apoderado del Estado. El fundamentalismo y el extremismo religiosos son en realidad un fenómeno político y social que surge de la respuesta política reaccionaria al sistema actual por parte de las capas sociales atrasadas que quedan privadas de un futuro y aisladas por el desarrollo desigual de la sociedad por parte del capitalismo. Fueron los imperialistas quienes organizaron y armaron a estos grupos para aplastar los movimientos de masas, los partidos y organizaciones progresistas en los países musulmanes. En la historia moderna, no hay una sola organización fundamentalista que no haya sido alimentada y utilizada por los imperialistas para sus espurios propósitos. Desde promover el wahabismo en connivencia con la familia Saud hasta fomentar la Hermandad Musulmana contra Nasser en Egipto, apoyar al General Suharto contra Sukarno en Indonesia o erigir a Hamas contra el movimiento de liberación palestino o financiar a los reaccionarios muyahidines contra el gobierno revolucionario de Afganistán. Desde Al-Qaeda hasta Boko Haram y desde ISIS hasta el Frente Al-Nusra, hay decenas de estas organizaciones reaccionarias que fueron creadas por los imperialistas para salvaguardar sus intereses en todo el mundo. La historia reciente ha demostrado sobradamente que el imperialismo y el fundamentalismo son las dos caras de una misma moneda. Muchos liberales, cegados por las falsas afirmaciones de Estados Unidos en ese momento, los apoyaron para aplastar al fundamentalismo y restaurar los derechos humanos en la región. Ahora están refunfuñando.


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La caída de Kabul

Los últimos 40 años de guerra imperialista en Afganistán han desmantelado el Estado, la sociedad y las fuerzas políticas del país. Los señores de la guerra y los capos de la droga han reemplazado al liderazgo político colectivo. En medio de esta guerra ha crecido una nueva generación que ha soñado con el fin de la guerra y una vida próspera. En ausencia de una alternativa política, sin darse cuenta, recurren a estos señores de la guerra que han convertido la guerra en un negocio rentable. A excepción de algunas pequeñas organizaciones políticas en Afganistán, todos los grupos de poderosos señores de la guerra son representantes de uno u otro país imperialista, incluidos los países vecinos. Ningún grupo tiene una visión política propia ni un programa socioeconómico para el mejoramiento de la sociedad. Son marionetas de sus respectivos amos imperialistas. La reciente caída de Kabul se puede entender en el mismo contexto. Algunos analistas describen la toma de Kabul por los talibanes como una conspiración de Estados Unidos, lo cual es una tontería total. De hecho, el imperialismo estadounidense se había vuelto tan impotente en Afganistán que había perdido sus sentidos. En tal situación, cometió un error tras otro. Los talibanes aprovecharon al máximo las recientes conversaciones de Doha. A pesar del acuerdo, los talibanes actuarían de manera contraria y Estados Unidos los miraría impotentemente. Antes de la toma de Kabul por los talibanes, se acordó que, tras la dimisión de Ashraf Ghani, se formaría un gobierno provisional que celebraría nuevas elecciones en seis meses. Sin embargo, al capturar Kabul, los talibanes se han hecho cargo de todo. El sorprendente y rápido avance talibán hacia Kabul se debe mucho al abrupto abandono de las bases militares en Bagram, Kandahar y otros lugares por parte de Estados Unidos en la oscuridad de la noche, lo cual tuvo un efecto negativo en la moral, la solidaridad y la capacidad de defensa del ejército afgano. Los soldados y oficiales afganos comenzaron a abandonar sus puestos de avanzada incluso antes de la batalla y en una situación en la que todos sus suministros se habían agotado. El bajo salario de los soldados afganos, la falta de pago durante meses, la malversación de suministros militares, el apoyo aéreo inadecuado, las órdenes contradictorias del comando local y del centro y, finalmente, el rápido cambio de lealtades de los jefes tribales hacia los talibanes contribuyeron a la completa desmoralización de ejército afgano. Los talibanes encontraron una fuerte resistencia en Herat y Lashkargah y no pudieron capturarlo durante días. Si hubieran encontrado resistencias similares en otras ciudades, podrían haber tardado años en llegar a Kabul. Sin embargo, el señor de la guerra de Herat, Ismail Khan, siguiendo las instrucciones de Irán, se rindió a los talibanes y les entregó Herat, tal como había cooperado con los estadounidenses en el derrocamiento de los talibanes en 2001, también por instrucciones de Irán. Esto desmoralizó aún más al ejército. La administración de Kabul convocó al comandante de Lashkargah a Kabul para defender la ciudad, mientras que la línea del frente de Lashkargah se derrumbó y la provincia de Helmand cayó en manos de los talibanes. El gobernador de Ghazni entregó la provincia a los talibanes. En Kandahar, los influyentes jefes tribales y caudillos allanaron el camino para la toma de poder de los talibanes. La provincia ancestral de Ashraf Ghani, Logar, también fue capturada de la misma manera. Así llegaron los talibanes a Kabul desde el sur, mientras avanzaban por el norte capturando ciudades importantes y llegando al Mazar Sharif del general Rasheed Dostum, un títere de Erdogan de Turquía. Éste se había jactado de haber establecido un nuevo Estado de Turkestán mediante la división del Afganistán ante la ofensiva de los talibanes. Pero su centro de poder, Mazar Sharif, fue capturado por los talibanes en un santiamén. Dostum y el general Atta huyeron a Uzbekistán. De esta forma, los talibanes avanzaron desde el norte hasta Kabul sin encontrar resistencia. Las rápidas victorias de los talibanes en el norte hubieran sido imposibles de no haber sido por la ayuda de Rusia e Irán.

Ashraf Ghani, cuyo conocimiento sobre el arte de gobernar se limita a su experiencia en la monotonía del Banco Mundial y las ONG, fue absolutamente incapaz de desempeñar un papel decisivo en las complejas y extraordinarias circunstancias de Afganistán. Los estadounidenses lo mantuvieron desdeñosamente al margen de todo el proceso de conversaciones con los talibanes. Ni siquiera pudo responder a tal humillación. Estas conversaciones continuaron incluso hasta la caída de Kabul, pero aún así, Ashraf Ghani y su gobierno siguieron siendo irrelevantes. Al comprender toda la situación, el astuto líder de la Alianza del Norte, Abdullah Abdullah, se aseguró el puesto de jefe del Consejo Superior para la Reconciliación Nacional. Esta posición le permitió desempeñar un papel fundamental en las etapas finales de las conversaciones y se mantuvo cercano a los talibanes. El papel y la posición de Abdullah Abdullah en el inminente gobierno talibán, en el que también se incorporarán otros grupos, desarrollará aún más la rápida victoria de los talibanes. Constitucionalmente, Ashraf Ghani era el comandante supremo de las fuerzas armadas. Durante toda esta guerra, no visitó un solo frente para levantar la moral de los soldados. Un día se le vio con sus asesores y comandantes en el fuerte de Bala Hissar en Kabul ideando estrategias de defensa y al día siguiente se le vio huyendo del palacio presidencial con maletas llenas de divisas, según informó el embajador ruso. Huyó a los Emiratos Árabes Unidos y abandonó el país sumido en la confusión y la incertidumbre. La educación y la formación de las instituciones capitalistas del Banco Mundial y las ONG solo pueden producir cobardes y liberales accidentales como Ashraf Ghani. Por otro lado, el caldero de la lucha revolucionaria produce líderes como Noor Muhammad Tarakai, Hafizullah Amin y el Dr. Najeeb, que sacrificaron sus vidas en defensa de las masas oprimidas y se volvieron inmortales. El gobierno de Kabul colapsó inmediatamente después de la fuga de Ghani. Este vacío ha sido llenado rápidamente por los talibanes que entraron en Kabul sin ninguna resistencia y con cada momento que pasa consolidan su poder.

Considerando que el vacío creado por Ashraf Ghani y su gobierno fue llenado por los talibanes como la única alternativa en este momento, Rusia, China e Irán quieren llenar el vacío creado por la derrota de Estados Unidos. Estos países brindaron todo el apoyo posible a los talibanes en su lucha contra Estados Unidos. Al mismo tiempo, Pakistán está coordinando y armonizando su relación con estos estados utilizando su gran influencia sobre los talibanes. En tales condiciones, el actual régimen paquistaní pro estadounidense y el estado profundo de Pakistán entrarán inevitablemente en conflicto. Para Pakistán, el año 2021 puede convertirse en un escenario inverso al de 2017. A pesar de ser un país sin litoral y con alrededor del 75 de su terreno montañoso, Afganistán es un puente importante entre los estados de Asia central y el sur de Asia. Sus recursos naturales y minerales han sido el foco de varias potencias imperialistas. Según un informe del Comité de Defensa Estadounidense publicado en el New York Times, Afganistán cuenta con reservas colosales de cobre, carbono, cromita, floruro, hierro, uranio y varios otros metales preciosos. El informe estima además que enormes reservas de litio pueden transformar a Afganistán en el Arabia Saudita de litio. El litio es un elemento importante que se utiliza en baterías recargables para teléfonos móviles, computadoras portátiles, cámaras digitales y vehículos eléctricos. China ha estado considerando la extracción de estos minerales durante décadas. China ya ha firmado varios proyectos de extracción de petróleo y cobre, incluido el proyecto de cobre Mes Aynak. Sin embargo, debido a la confusión y la incertidumbre, estos proyectos no pudieron avanzar. China también planea vincular a Afganistán a su Iniciativa de Belt and Road con el CPEC en el sur y con la Ruta de Seda en el norte. China ha establecido estrechos vínculos con los talibanes. Ambas partes han mantenido varias reuniones en China. Los talibanes le han asegurado a China que no permitirá que el territorio de Afganistán sea utilizado contra China. Y China ha asegurado su apoyo a los talibanes. Parece que China, Rusia e Irán están utilizando la plataforma del Consejo de Cooperación de Shanghai para intentar reemplazar el orden Unipolar de Estados Unidos.

El 17 de agosto, los talibanes celebraron su primera conferencia de prensa y anunciaron sus medidas y políticas inmediatas en las que se comprometieron a no tomar represalias, permitir la educación de las niñas, que las mujeres continúen trabajando, aunque con el hijab islámico, y que los bancos y las instituciones financieras sigan trabajando. Sin embargo, contrariamente a estos anuncios, en áreas remotas están surgiendo informes de personas secuestradas y asesinadas, y de niñas y viudas siendo casadas por la fuerza con combatientes talibanes. Los residentes de Kabul están en pánico. Están abandonando el país mientras los talibanes consolidan su poder. Después de la fuga de Ghani, el vicepresidente Amrullah Saleh se declaró presidente. Ha organizado a comandantes anti-talibanes en el valle de Panjshir y ha comenzado la resistencia contra los talibanes. Durante el Jihad del Dólar, Amrullah Saleh recibió entrenamiento militar en Pakistán y fue comandante de la organización yihadista de Ahmad Shah Masood. Posteriormente fue nombrado jefe del servicio de inteligencia afgano NDS y luego vicepresidente de Ashraf Ghani. Si los talibanes consolidan aún más sus lazos con China, Rusia e Irán, entonces Estados Unidos e India apoyarán esta nueva alianza del norte; ISIS Khorasan, TTP y otras organizaciones serán sus aliados. Esto allanará el camino para otra guerra en Afganistán y Pakistán.

Tanto si los talibanes han aprendido algo de su anterior mandato en el poder como si no, ciertamente han aprendido a consolidar su poder. Tienen la aristocracia mullah iraní en su vecindario, donde un gobierno religioso dictatorial está al mando y los talibanes han tenido relaciones cordiales con ellos durante algún tiempo. La probabilidad inmediata de la naturaleza del gobierno afgano, ya sea “electo” o de transición, es que un organismo o consejo supremo todopoderoso lo domine. Todas las funciones gubernamentales, asuntos militares, política interior y exterior serán decididas por este “organismo”. Los asuntos financieros también estarán bajo su dominio. Significa que el rudo cuerpo político de Afganistán estará envuelto en el chaleco de fuerza del sistema político iraní, lo que hará que ese chaleco se rompa porque ni Afganistán tiene una economía relativamente fuerte como la de Irán, ni una nacionalidad dominante similar a la de los persas iraníes. Es económica, social y culturalmente varias veces más atrasada que Irán y es un país turbulento. Una economía fuerte es condición previa para la opresión estatal; sin embargo, no existe tal condición previa en Afganistán. Toda la política de los talibanes hace hincapié únicamente en los castigos y las retribuciones del sistema judicial. No tienen ningún programa socioeconómico para el mejoramiento de la sociedad más que prohibir la música, destruir instrumentos musicales y prohibir las actividades culturales. Para las masas afganas oprimidas, su programa económico no es diferente a las políticas del primer ministro paquistaní Imran Khan, es decir, caridad, filantropía y limosna.

Por el momento, se ha evitado el peligro de un baño de sangre. Hay varias posibilidades ocultas en la situación actual de Afganistán. Es deber de los revolucionarios buscar los contenidos progresistas en un fenómeno dado, preservarlos y nutrirlos. A lo largo de los años, se han producido una serie de acontecimientos reaccionarios en Afganistán. Sin embargo, el potencial de nuevos eventos reaccionarios se está desvaneciendo. La derrota del imperialismo estadounidense en la región es en realidad el fracaso del capitalismo neoliberal, que tiene repercusiones de largo alcance que ayudarán al desarrollo de las condiciones revolucionarias y la difusión de las ideas revolucionarias. La nueva generación de afganos está aprendiendo muchas cosas de sus experiencias. Están surgiendo nuevas ideas y perspectivas. Las mujeres afganas en Kabul han dado un ejemplo de audacia y valentía al protestar contra los talibanes frente a sus matones armados. No son solo unas pocas mujeres, sino la voz de la mayoría de las masas afganas. Estas voces se transformarán en truenos que evocan la resistencia de las masas y consignas revolucionarias que silenciarán todas las voces reaccionarias de una vez por todas.