Reforma laboral: bochorno y descomposición

La votación expresó la podredumbre del régimen del ’78. Hacen falta nuevos dirigentes sindicales y políticos para dar vuelta todo.

El Gobierno de “coalición progresista” PSOE-UP celebró la aprobación de la ley en el Congreso. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, resumió el estado de ánimo diciendo: “Esta era la ley más importante de la legislatura y la hemos aprobado. Es un triunfo del Gobierno, estamos encantados y contentísimos”. Como en otras ocasiones, se despliega una campaña de falsedades y tergiversaciones.

Otra mentira en la legislatura

La reforma de la reforma es un compendio de modificaciones que no anula las reaccionarias medidas de M. Rajoy y el PP. Son retoques que no implican “un cambio de paradigma fundamental” como planteó la vicepresidenta del Gobierno y ministra de trabajo, Yolanda Díaz. Una vez más, no se cumplieron las promesas de Pablo Iglesias y Podemos. La recuperación de las conquistas históricas de la clase obrera española sigue en veremos.

Una sesión bochornosa

La diferencia que le dio el triunfo al gobierno fue de un voto. La presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet le otorgó el triunfo a la oposición. La derecha y la ultraderecha festejaron. Pero, como contó mal, tuvo que rectificarse y la euforia cambió de bando.

El PP denunció un “error informático” en la votación telemática de su diputado Alberto Casero y pidió la repetición de la votación. El oficialismo la descartó, porque se trató de un error del legislador popular. Fue un bochorno que se condice con cuestiones de fondo.

Acuerdo con empresarios y burócratas

El gobierno español preparó las medidas en base a las exigencias de Bruselas, para acceder a los fondos de ayuda Next Generation, de la UE. Para ello acordó con la patronal de CEOE y los sindicatos UGT y CC. OO. El primer eslabón de la cadena fue forjado entre el aval del gobierno a las ambiciones empresariales y la conformidad con las traiciones de las direcciones sindicales mayoritarias.

Mezclados, sin prejuicios

No es novedoso que la derecha y la ultraderecha, hayan desplegado su accionar para sostener, y si fuera posible, profundizar las nefastas medidas de M.Rajoy. Por su lado el PSOE había realizado un pacto con Unión del Pueblo Navarro que fracasó, ya que dos de sus diputados “tránsfugas” votaron en contra. También votaron en contra ERC, PNV y EH Bildu, los socios de la socialdemocracia. El bloque “progresista” que permitió la investidura presidencial y sostiene a la legislatura es una bolsa de gatos oportunistas y reformistas, que sólo se diferencian por el pelaje. La estantería en que se basa el gobierno es cada vez más endeble. Por su lado, Ciudadanos, un “enemigo irreconciliable” del gobierno, lo apoyó con el voto de sus diputados.

Vale todo

Con cada votación y cada medida del ejecutivo o de las autonomías, los protagonistas cambian de bando y de posición como si nada. Sin reglas ni principios más que sus propios intereses del momento. Este accionar es ejecutado y asumido con total naturalidad por la institucionalidad del régimen del ‘ 78. Por eso es importante no creerles cuando dicen ser “el gobierno más progresista de la historia” ni cuando afirman que “el régimen monárquico parlamentario, es modélico y no necesita grandes cambios”. La descomposición brota por los poros de la institucionalidad española.

Hace falta una irrupción obrera y popular

Hay que dar vuelta todo desde abajo, en las calles. Es necesario apoyar las luchas y organizarse para impulsar el surgimiento de nuevos dirigentes, democráticos y combativos que saquen a los burócratas de sus puestos al servicio de la patronal. Hoy esa pelea en concreto pasa por exigir un plan de lucha por el salario que supere la subida a 1000 euros del SMI, que no alcanza ante el avance inflacionario, contra la precarización y los despidos, por las reivindicaciones de los trabajadores, contra los ajustes. Con asambleas, movilizaciones y huelga general para que la crisis la paguen quienes la generaron: los capitalistas.

Por una nueva alternativa política

El PSOE, Unidas Podemos, ERC, PP, Ciudadanos, Vox y otros partidos disputan con dureza. Sin embargo, ninguno sale de la órbita del régimen del ’78, del sistema capitalista, ni del bloque imperialista de la Unión Europea. Por esto, también se necesitan nuevos dirigentes para poner de pie otra alternativa política, realmente de izquierda y anticapitalista. Que sirva para enfrentar a la derecha y a la ultraderecha, sin caer en las trampas de los reformistas. Los socialistas revolucionarios tenemos que dar pasos en una confluencia que permita intervenir con más fuerza en las luchas y ser un polo de referencia, en el camino de una sociedad más justa que sólo puede ser socialista.